Este es el error más común que se comete con los coches eléctricos

Nissan Leaf

Comparado con hace diez años, hoy tenemos muchas más opciones para escoger a la hora de comprar un coche eléctrico.

Coches eléctricos de autonomía reducida como el Nissan Leaf y el BMW i3 existen desde hace años y ya se han empezado a lanzar modelos de mayor autonomía pensados para el consumo de masas como el Chevy Bolt y el Model S de Tesla.

Los coches eléctricos todavía constituyen un porcentaje pequeño de las ventas globales de vehículos, tan solo un 1%, pero vienen más de camino, por lo que cabe esperar que las cifras mejoren con el tiempo. Por desgracia, muchos de los estudios acerca del potencial de los coches eléctricos agrupan a todos los vehículos juntos ignorando algunas de las dinámicas más obvias del mercado automovilístico.

De media, un vehículo potenciado por electricidad resulta un 50% más eficiente en lo que a costes se refiere que uno de gasolina. Realmente no hay debate en torno a este hecho, que ha sido respaldado recientemente por un estudio de la Universidad de Michigan llevado a cabo por los investigadores Michael Sivak y Brandon Schoettle.

Otro mantra que se ha erigido en torno a los coches eléctricos es que, aunque la inversión inicial para comprar uno de estos vehículos es superior a la de un coche de gasolina de la equivalente categoría, el gasto se suele compensar al haber recorrido unas 50.000 millas (80.000 kilómetros). Llegado a ese punto, el propietario del coche habrá compensado el desembolso inicial y afrontará costes más bajos durante la vida del vehículo.

Debo subrayar que hay que tomarse el análisis del coste de poseer un coche eléctrico como algo relativamente impredecible, ya que sabemos cuánto cuesta mantener un coche de gasolina pero no cuánto nos va a costar cambiar las baterías viejas de un vehículo eléctrico.

El mercado de lujo es distinto

Model S de Tesla

En el mercado de coches de lujo, los gastos derivados de poseer un vehículo divergen de forma dramática. La web Fleetcarma.com estudió el coste de mantener un Model S de Tesla frente a un Mercedes Clase C y un Model X frente a un Porsche Cayenne.

La conclusión es que resulta mucho más caro tener el Mercedes y el Porsche. Sin embargo, en lo que respecta al comportamiento en la práctica de los consumidores, estos análisis dan de bruces contra un muro. Es indiscutible: muy poca gente quiere comprarse un coche eléctrico. Se ha apuntado a las limitaciones de autonomía y la retahíla de cambios en el estilo de vida que traen consigo los vehículos eléctricos como factores que explican este hecho. Hace años que existen coches eléctricos competitivos y, aun así, no han cambiado mucho las cosas. Veremos si el Model 3 de Tesla de 35.000 dólares (unos 29.000 euros) y el Chevy Bolt, de precio similar, pueden hacerlo.

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Pero debemos estudiar con detenimiento la lógica subyacente del análisis sobre los costes de mantenimiento. La hipótesis central es que los beneficios de tener un coche eléctrico son obvios. Sí, hay que acostumbrarse a los prolongados tiempos de carga en vez de rellenar rápidamente el depósito. ¿Pero a quién no le gustaría ahorrar 500 dólares al año o más incluso si se trata de un coche de lujo? 

Podríamos ver una transformación importante en el mercado de masas en las próximas décadas si se extiende y se agiliza la infraestructura para la recarga de coches eléctricos. Muchos fabricantes de automóviles apuestan por que la popularidad de los coches eléctricos se disparará y el sector al completo aguarda expectante para ver cuánto esfuerzo destina la economía centralizada china a los vehículos eléctricos.

A veces simplemente quieres un BMW de gasolina

Un BMW no eléctrico

En el mercado de coches de lujo cuesta más sostener la idea de que un consumidor pueda comparar un Mercedes o Porsche con un Tesla y que le preocupen los gastos de combustible. Los consumidores de Porsche y Mercedes probablemente sean menos sensibles a los costes de carburante que los clientes de Honda y que les preocupe más por qué sea han escogido una marca de lujo en concreto.

El mercado de lujo es un segmento del mercado automovilístico general y las cifras de costes de mantenimiento no logran explicar por qué alguien prefiera gastarse 100.000 dólares en un BMW cuando podrían obtener un buen coche por 30.000. La verdad es que algunos consumidores simplemente quieren un BMW y no les importa tanto el precio o cuánto les va a costar la gasolina.

La gente que trabaja o ha pasado mucho tiempo en el sector automovilístico entiende de manera natural este aspecto irracional. ¿Por qué querría nadie gastarse 400.000 dólares en un Ferrari? Porque es un Ferrari. Es la misma dinámica que hace que una persona quiera un Rolex de 8.000 dólares cuando un Seiko de 200 hace la misma función. También se entiende que el hecho de tener un coche en sí es una decisión irracional: la inmensa mayoría se compran con dinero prestado y van perdiendo valor hasta el punto de carecer de él.

He conducido prácticamente todos los coches eléctricos del mercado. Entiendo el argumento económico. He visto lo que ocurre con los gastos de muchos coches de gasolina. Y sin embargo tengo un Toyota Prius usado porque me resulta barato mantenerlo y más fácil de usar que un coche eléctrico.

Sin un camino claro a la hegemonía de los coches eléctricos

Una estación de carga para coche eléctrico

Que no se me malinterprete: no digo que finalmente haya un punto de inflexión para los vehículos eléctricos. Pero no llegaremos a ese punto en una trayectoria recta. Ya lo hemos visto, la penetración de mercado de los coches eléctricos es débil, mucho más de lo que se pronosticaba hace diez años. Los coches eléctricos suponen grandes pérdidas de dinero para los fabricantes de automóviles, principalmente porque se producen a pequeña escala. Las empresas automovilísticas no los han descartado porque se topan con restricciones más estrictas a la economía de los carburantes y han visto la debacle del diésel gracias al escándalo Volkswagen.

También hay un problema de elección en el sector de los automóviles: hay muchas opciones entre las que escoger. Un único fabricante, como General Motors, produce decenas de modelos distintos. Solamente en Estados Unidos no hay un fabricante que controle el 20% del mercado y algunos de los grandes del sector a escala global como VW se arreglan con menos de un 5%. Eso hace que ser ejecutivo de una compañía de automóviles resulte duro, pero para los consumidores supone una gran libertad de elección. Los coches eléctricos están entrando en el sistema como “otra opción” más. Por lo que la idea de que se trata de una decisión puramente binaria, eléctrico frente a gasolina, carece de sentido y no se puede justificar con el argumento simplista de que los coches eléctricos resultan a la larga más baratos.

Los coches eléctricos son claramente más baratos una vez superado el desembolso inicial. La cuestión radica en un error de interpretación: ¿qué significado tienen los costes más bajos del coche eléctrico en el mercado real? Desafortunadamente para algunos entusiastas del coche eléctrico, no implican que estos vehículos vayan a conquistar el mundo.

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