España crea más empleo que nunca firmando menos contratos que antes

España crea más empleo que nunca firmando menos contratos que antes. La prueba de que en 2022 el mercado laboral ha ganado estabilidad gracias a un auténtico boom de indefinidos que el Gobierno atribuye a la reforma laboral (aunque una parte nada despreciable son fijos-discontinuos, es decir, indefinidos a medias).

2022 cierra con un récord histórico de afiliación a la Seguridad Social: casi 20,29 millones de trabajadores, muy por encima de los 19,1 millones que había en 2019, antes de la pandemia. 

Para alcanzar esa cifra de 20,29 millones, se firmaron 18,3 millones de contratos de trabajo, un 18,7% menos que en 2019. Entonces, en cambio, para crear esos 19,1 millones de empleos hicieron falta 22,5 millones de contratos. 

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"En 2022 hemos realizado 9 millones de contratos temporales menos que en 2019, y se han firmado 5 millones de indefinidos más", explicaba ayer el secretario de Estado de Empleo, Joaquín Pérez Rey, en la presentación de los datos de paro y afiliación a la Seguridad Social en 2022.

Esto significa que, para crear aún más empleo que 2019, se han necesitado 4 millones menos de contratos.

En otras palabras, por cada nuevo empleo creado en 2022, hicieron falta 0,9 contratos, frente a los 1,17 contratos que hacían falta en 2019. Que se necesiten firmar menos contratos para crear más empleo es una buena noticia: significa, básicamente, que el empleo que se crea es más estable, por lo que un mismo trabajador no necesita firmar más de un contrato. 

Pérez Rey atribuyó este cambio de tendencia a los efectos de la reforma laboral, cuyo objetivo precisamente pasaba por aumentar el empleo indefinido y ponerle coto a la temporalidad. 

Que la reforma laboral ha marcado un antes y un después en la contratación indefinida en España es innegable. Basta con observar cómo en el acumulado de 2022 se contabilizaron más de 7 millones de contratos indefinidos, mientras que en 2019 apenas se superaban los 2 millones.

Pero no es oro todo lo que reluce, ni conviene pecar de autocomplacencia: de esos 7 millones de contratos fijos, más de 2,3 millones son contratos fijos-discontinuos, una modalidad de peor calidad, al llevar implícita cierta temporalidad. 

Concretamente, casi un tercio de los contratos indefinidos firmados en 2022 (el 32,7%), eran fijos-discontinuos. 

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El fijo-discontinuo es un tipo de contrato indefinido, con la particularidad de que sirve para trabajos que se desarrollan de forma intermitente. Por ejemplo, el empleado de un hotel que sólo trabaja en temporada alta. Con este contrato formaría parte de la plantilla de forma fija, pese a no trabajar todo el año, y la empresa estaría obligada a llamarle cada vez que inicie su actividad.

"El fijo discontinuo ha sido la estrella de la semirreforma laboral. Una forma de llamar indefinido a alguien que trabaja por semanas sueltas pero que, a efectos estadísticos, está contratado", apunta Joaquín Pérez, secretario general de Unión Sindical Obrera (USO). Según cálculos del sindicato, su empleo se ha multiplicado por 15 desde antes de la reforma, con un aumento del 1.478%. 

Aun así, ese vínculo con la empresa se traduce en que, aunque los fijos-discontinuos sean una modalidad a caballo entre lo temporal y lo indefinido, implican mejores condiciones laborales que las de un contrato temporal.

Pero no se trata solo de que 2,32 millones de esos empleados sean indefinidos "a medias", sino que es probable que una parte de esa cifra ni siquiera esté en activo en estos momentos. 

El problema es que no se facilitan los datos de cuántos de los fijos-discontinuos están en periodo de inactividad, por lo que, aún contando como empleados fijos, no solo no estarían trabajando, sino que puede que estén buscando otro empleo, y eso cambia significativamente la postal.