La espectacular implosión del Silicon Valley Bank muestra cómo la era de la banca digital puede aniquilar a una entidad financiera en 24 horas

Hasan Chowdhury,
Las autoridades financieras ordenaron el cierre de Silicon Valley Bank el viernes.
Las autoridades financieras ordenaron el cierre de Silicon Valley Bank el viernes.

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  • La rápida implosión del Silicon Valley Bank demuestra cómo las retiradas de fondos pueden ir a velocidad de vértigo en la era digital.
  • Los clientes de SVB intentaron retirar fondos a un ritmo de casi 500.000 dólares por segundo el jueves.
  • Los retrocesos en la regulación bancaria por parte del presidente Trump en 2018 también han sido señalados como responsables de la quiebra de SVB.
Análisis Faldón

Si algo nos ha demostrado el espectacular colapso del Silicon Valley Bank es la velocidad a la que puede producirse una quiebra bancaria en la era digital.

Los clientes del SVB, presas del pánico, intentaron retirar 42.000 millones de dólares del banco el jueves —lo que equivale a casi 500.000 dólares por segundo durante un periodo de 24 horas— y el banco simplemente no pudo hacer frente a la demanda.

En el contexto de la mayor retirada de fondos de la crisis financiera de 2007-08, se retiraron 16.700 millones de dólares de Washington Mutual, un banco de depósitos y préstamos, en el transcurso de 10 días.

En una época en la que la clientela de un banco puede exigir dinero al instante pulsando la tecla de un móvil o haciendo clic con el ratón, los acreedores estadounidenses acumulan pérdidas estimadas en 620.000 millones de dólares procedentes de activos que no pueden vender fácilmente para hacer frente a la oleada de retiradas.

Pero mientras la banca digital aceleraba el hundimiento del SVB, sus cimientos se debilitaban. En parte, al menos, se puede agradecer al retroceso de las regulaciones bancarias de Donald Trump en 2018, que eliminó muchas de las protecciones del presidente Obama tras la crisis financiera.

El auge de la banca digital  

Cuando los bancos dejaron atrás la crisis de 2007-08, se disparó la demanda de banca móvil, catalizada en parte por el lanzamiento del iPhone en 2007. La banca digital, y la expectativa de transacciones instantáneas, es ahora la norma para la generación de Internet.

Al comentar la quiebra de SVB en un tuit el lunes, Mohamed El-Arian, asesor económico jefe de Allianz, señaló la "velocidad supersónica de los flujos de información y la fuga de depósitos" en un mundo de "banca habilitada tecnológicamente".

James Bianco, presidente de Bianco Research, afirma que los smartphones han eliminado "las fricciones que suponía hacer cola" en los bancos y que a los empleados se les ordenara "contar el dinero lentamente" si aumentaban las retiradas.

Bianco considera que la quiebra de SVB debería "dar un susto de muerte" a banqueros y reguladores de todo el mundo. "El conjunto de la base de depósitos de 17 billones de dólares está ahora en vilo esperando liquidez instantánea", afirma.

El CEO de OpenAI, Sam Altman, expresidente de la incubadora de startups de Silicon Valley Y Combinator, muy dependiente de SVB, tuiteó el domingo: "De verdad, de verdad que no queremos que los depositantes empiecen a dudar de sus bancos. El mundo ha cambiado desde 2008; la velocidad de una cascada podría ser muy rápida."

Silicon Valley Bank.

Trump destrozó el manual a seguir activado tras la Gran Recesión

Tras la crisis de 2007-08, el presidente Obama impulsó la Ley Dodd-Frank para enderezar el sector bancario estadounidense. En 2018, el presidente Trump promulgó cambios significativos para liberar a todos los bancos, excepto a los más grandes, de las medidas de protección de Obama.

En particular, el retroceso regulatorio de Trump implicó que los bancos solo se consideraran "sistémicamente importantes" -y, por lo tanto, sujetos a una supervisión federal más estrecha, incluidas las "pruebas de estrés" anuales- en caso de que tuvieran activos por valor de 250.000 millones de dólares o más, frente a los 50.000 millones de dólares o más que exigían las normas de Obama.

SVB tenía activos por valor de 209.000 millones de dólares a finales de 2022, lo que significa que no se consideraba de importancia sistémica.

En otras palabras, si Trump no hubiera hecho añicos el código Dodd-Frank, SVB habría estado sujeta a una prueba de estrés anual por parte de la Reserva Federal equivalente a las que lleva a cabo la Autoridad Bancaria Europea (EBA). El test de estrés, según la Fed, "evalúa si los bancos están suficientemente capitalizados para absorber pérdidas en condiciones de estrés", sin dejar de seguir con su actividad diaria.

Antes de la presidencia de Trump, SVB también debía someterse a normas más estrictas sobre la cantidad de capital que debe mantener y la liquidez que deben tener sus activos.

En esta nueva era de tipos de interés permanentemente elevados, SVB se encontró con grandes pérdidas en bonos del Estado y valores respaldados por hipotecas que compró cuando los tipos eran mucho más bajos. Y no fue capaz de liquidar estos activos con la suficiente rapidez, y cubrir el déficit de sus pérdidas, cuando sus clientes acudieron a reclamar la retirada masiva de 42.000 millones de dólares.

Nigel Green, CEO de deVere Group, una asesoría financiera independiente, asegura que el colapso de SVB ha puesto en entredicho la desregulación de la era Trump. "Parece que la desregulación ha permitido a bancos como SVB asumir riesgos imprudentes", señala. "Ahora tiene que haber una conversación seria sobre revertir la ley para apuntalar la confianza y evitar nuevos colapsos".

Bernie Sanders fue más directo. "Seamos claros. La quiebra del Silicon Valley Bank es el resultado directo de una absurda ley de desregulación bancaria de 2018 firmada por Donald Trump", dijo el senador por Vermont en un comunicado el domingo.

 

Los bancos y sus supervisores públicos de todo el mundo están esperando con gran expectación para ver si SVB es solo la primera ficha de dominó en caer, porque los prestamistas incapaces de hacer frente a las retiradas masivas están a solo unos toques o clics de distancia de una rápida desaparición.

Si algo nos ha demostrado el espectacular colapso del Silicon Valley Bank es la velocidad a la que puede producirse una quiebra bancaria en la era digital.

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