Internet podría estar cambiando debido a los últimos acontecimientos relacionados con la regulación de las tecnológicas, según los expertos

Mark Zuckerberg, CEO de Facebook
Mark Zuckerberg, CEO de Facebook

REUTERS/Stephen Lam

  • Los últimos eventos relacionados con la regulación de las tecnológicas, por ejemplo, el pulso entre el Gobierno australiano y Facebook, pueden estar avanzando cambios en Internet. 
  • Según la CNN, hay un esfuerzo internacional para frenar a las grandes empresas del sector que puede provocar una fractura adicional de cómo funciona los servicios de la red de un país a otro.
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En los últimos años se han producido una serie de eventos que podrían terminar con la web tal y como se conoce, según explica la CNN. Entre ellos cita las regulaciones europeas respecto a las empresas tecnológicas estadounidenses, el debate entorno a la prohibición de TikTok o WeChat en EEUU o India, el enfrentamiento de Facebook con el Gobierno autraliano... 

Respecto a este último, la entidad y la red social terminaron por llegar a un acuerdo, aunque Facebook insinuó que esta situación podría volver a darse en un futuro, lo que supondría que la red global que se conoce actualmente pasase a una colección de diferentes límites determinados por fronteras nacionales o regionales. 

Así, según el mismo medio, la combinación del nacionalismo con las disputas comerciales y la preocupación sobre el dominio del mercado de ciertas compañías tecnológicas globales ha provocado amenazas de represión regulatoria en todo el mundo. 

Los expertos señalan que estas grietas parecen ser más profundas, provocando una tendencia a la fragmentación de Internet mucho más importante de lo que se ha visto en un pasado. 

Europa puede seguir los pasos de Australia y forzar a las grandes tecnológicas como Facebook y Google a pagar a los medios por enlazar sus noticias

Daphne Keller, directora del programa de regulación en las plataformas en la Universidad de Standford explica al mismo medio que lo que es legal en Suecia no lo es en Pakistán, por lo que "debemos encontrar alguna manera de conciliar eso con la forma en que funciona Internet". 

Facebook no es la única compañía con el ojo puesto en los gobiernos de todo el mundo, pero sí es la más emblemática debido a su objetivo de conseguir un Internet global, lo que choca contra las normas de diferentes países. 

"Queremos que cualquier persona en cualquier lugar, por ejemplo, un niño de una zona rural de la India que nunca tuvo un ordenador, pueda tener a un teléfono, conectarse a internet y tener acceso a las mismas cosas que nosotros apreciamos de la red", explicó en una entrevista el CEO de la red social, cuya compañía ya tiene más de 3.000 millones de usuarios activos mensuales en sus diversas aplicaciones. 

Incluso en China, donde el aparato de censura en línea del gobierno conocido como Great Firewall ha bloqueado a las empresas de tecnología occidentales durante décadas, Facebook y Google buscaron hacer concesiones para que se les permitiera la entrada, aunque con poco éxito.

Ahora, Facebook, en cambio, está recurriendo a lo que se ha convertido en un manual de estrategias cada vez más probado para la industria de la tecnología: amenaza con sacar sus productos de los mercados ante una regulación desfavorable.

Sin embargo, hay indicios de que los países de todo el mundo, incluido Estados Unidos, están más dispuestos a entrar en el juego y seguir las decisiones de los demás para controlar a las grandes tecnologías.  

Estas compañías dependen del acceso continuo a miles de millones de usuarios en todo el mundo y los gobiernos han demostrado que están dispuestos a cortar ese acceso en nombre de la protección de sus ciudadanos y la soberanía en línea.

La CNN explica que el debate en torno a las noticias en Australia es una parte pequeña del choque entre la tecnología y los gobiernos, que se ha centrado en gran medida en cuestiones como la censura, la privacidad o la competencia, pero sí ha demostrado que un esfuerzo más internacional para frenar a las grandes tecnologías puede estar cobrando impulso y, con él, el potencial de una fractura adicional de cómo funcionan los servicios de Internet de un país a otro.

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