Estrategias para no caer en los antojos y dejar de ser preso del picoteo entre horas, según expertos en nutrición

Mujer disfrutando de nocilla

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¿Cuántas veces abres la nevera al día para ver lo que hay? Probablemente más de las que te gustaría y es que, a veces, mantener el hambre a raya se hace difícil. 

Además hay algunos alimentos que por su composición - normalmente los ricos en azúcares refinados-, te llaman más la atención y tienes tendencia a comerlos por sensación de gula o antojo. 

Lo primero que debes saber es que de vez en cuando está genial que los comas, eso sí, identificando de donde viene ese hambre por ese alimento concreto, y pensando si está acorde con tus objetivos. Entonces, decide si quieres comerlo o no. 

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Pero para esos momentos en los que sientes que ese antojo te está llamando más de la cuenta, los expertos en nutrición brindan algunas técnicas para que dejes de ser preso de ese picoteo insano:

1. ¿Cuándo cedo y cuándo no?

Tirar de la cuerda

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Lo primero que debes pararte a pensar es: ¿cada cuánto quiero este alimento? 

Si el antojo te surge una vez a la semana, y normalmente comes bien y llevas una vida activa, cómetelo sin remordimientos.

En Fitness Revolucionario explican que las personas que intentan imponer un control rígido sobre su alimentación suelen fracasar a largo plazo, y que prohibirte comer ciertos alimentos, no funciona. 

"Prohibirnos determinados alimentos puede aumentar nuestro deseo por ellos y elevar el riesgo de atracón", explican en el blog. 

2. Es hora de resistir ese capricho 

rechazar un antojo

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Si has llegado a un momento en el que eres consciente de que repites constantemente ese acto, todos los días, debes ponerle cierto límite, porque si no te dominará el antojo a ti. 

Uno de los trucos que proponen en el blog es pasar del "me prohibo este alimento" al "decido no comerlo". 

Así engañarás a tu cerebro porque no es lo mismo pensar que nunca jamás vas a volver a comer un alimento, que simplemente pararte y decir, ahora no es el momento, ya lo disfrutaré.

O como explica Amalia Martínez Laguna, nutricionista y coach deportiva antes de comerte ese alimento, míralo durante 3 segundos, tócalo y piensa, ¿realmente tengo hambre? ¿Me merece la pena comérmelo?

Gracias a la alimentación consciente, seguramente, la respuesta sea volver a dejarlo en el cajón o armario. 

3. Analiza que significa ese antojo

Antojo

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Seguramente, que no puedas resistirte a ese alimento, estará muy ligado a tus emociones. En vez de intentar reprimir el antojo, préstale atención. 

Al ponerle una etiqueta a esa emoción estarás mejorando tu capacidad de lidiar con ella y poco a poco irás deshaciéndote de esa respuesta que vinculas a comer ese alimento que no es bueno para ti. 

4. Luego llega el remordimiento

Remordimiento

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Lo primero que debes saber es que no debes sentir remordimiento por comer absolutamente nada, aunque sea "malo". 

Pero, si estás comprometido con objetivo y sabes que ese antojo va a ser un obstáculo para llegar a la meta, pregúntate si va a merecerte la pena. 

Si después de comerlo el placer queda eclipsado por la culpa, no tiene sentido porque no estarás disfrutándolo al 100%.

5. Si no lo compras, no lo consumes

Nevera sana

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¿Por qué te pones trabas? Si sabes que sientes debilidad por un alimento en concreto, pero no es bueno para ti, no lo compres asiduamente. 

Tu cerebro sabe que la recompensa está en ese cajón o armario de tu cocina, en cambio si no lo tienes a mano no pensarás tanto en que lo tienes a 2 segundos de tu mesa de trabajo o del sofá. 

¡Ponte el camino fácil!

6. Practica alguna actividad física

Mujer practicando yoga

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El deporte te ayudará a mantener el hambre a raya, ya que según diferentes estudios practicarlo controla las hormonas de la saciedad.

Sal a caminar, ve al gimnasio, haz un deporte de equipo, no solo estarás ocupando tu mente y disfrutando, cuando llegues a casa no tendrás esa sensación de hambre voraz. 

Ocurre lo mismo con otras actividades de ocio, a veces "comes por aburrimiento". Mantente activo, lee y verás como reduces esas ingestas innecesarias. 

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