Por qué es un peligro que Europa y Estados Unidos no tengan una estrategia tecnológica común

Opinión
Robert Strayer, representante del departamento de ciber seguridad de Estados Unidos, ofrece un briefing en el MWC.
  • Europa y EEUU carecen de un plan estratégico para competir con China, que podría ser quien lidere la próxima revolución tecnológica.
  • La guerra tecnológica abierta entre EEUU y China se ha extendido a Europa y otras regiones occidentales, como Australia.
  • Estos son los peligros de que Europa y EEUU no tengan un plan tecnológico, según Anders Fogh Rasmussen, secretario general de la OTAN.

En el siglo XIX, el poder en el mundo pertenecía a aquellos que controlaban los mares. En el siglo XXI, pertenece a quienes gobiernan nuestras autopistas digitales.

Si Occidente no consigue pasar a la acción, las autocracias y los Estados no democráticos —empezando por China— serán quienes se impongan en esta carrera tecnológica.

Un Occidente dividido y flemático no ha logrado frenar a China y su inversión estratégica, y su enfoque dispar sobre cómo gestionar las propuestas del gigante chino de las telecomunicaciones Huawei ha dejado al descubierto una peligrosa falta de estrategia común.

En toda Europa, las respuestas han ido desde la cautela —en Dinamarca, por ejemplo— a una actitud más abierta en Hungría, Italia o República Checa. Incluso en la comunidad conocida como Five EyesAustralia, Canadá, Nueva Zelanda, Reino Unido y Estados Unidos—, los Gobiernos no parecen estar de acuerdo en cómo responder a la amenaza de posibles "puertas traseras" en la tecnología de Huawei.

Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda han adoptado un enfoque restrictivo, mientras que Reino Unido insiste en que puede controlar los riesgos potenciales, para disgusto de Washington.

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Esta es una situación insostenible. Si los países democráticos quieren seguir siendo actores internacionales creíbles, tendrán que dejar de lado sus diferencias y unirse para establecer los estándares y reglas para las generaciones futuras.

Si nos atenemos a nuestro enfoque dispar sobre el futuro de la tecnología, permitiremos que China establezca los términos de la próxima revolución industrial.

Huawei ahora está montando una campaña de relaciones públicas para tranquilizar a los países que son escépticos acerca de su infraestructura 5G. Los Gobiernos deben pensar detenidamente sobre los riesgos: el 5G cambiará las reglas de juego, haciendo que las conexiones de fibra y muchas tecnologías existentes queden obsoletas.

Si está dominado por proveedores chinos respaldados por el Estado, el mundo, como lo sabremos, se volverá dependiente de un Estado comunista. No es lo que quiero para mis nietos.

China plantea el mayor desafío a más largo plazo, pero no es la única amenaza que necesita una respuesta conjunta occidental. Los Estados con malas intenciones, Rusia, Irán y Corea del Norte, todos, de diferentes maneras, buscan difundir la desinformación en internet y acabar con los sistemas críticos.

Estos países están utilizando plataformas que pueden pasar por alto los filtros tradicionales y han creado narraciones distorsionadas que han polarizado nuestro discurso y han puesto en jaque la unidad de Occidente.

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La comunidad democrática necesita despertar. Si continuamos solos, perderemos estas disputas cruciales. Necesitamos una alianza de las democracias digitales.

Esta nueva alianza debería comenzar acordando un conjunto de normas y principios, y estableciendo los organismos internacionales que velarán por ellos. El Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés) se firmó para administrar los estándares del comercio mundial y se convirtió en la Organización Mundial del Comercio (OMC).

De manera similar, un Acuerdo Global sobre Flujos Digitales podría evolucionar hacia una Organización Mundial de Datos.

La Unión Europea ha adoptado un enfoque en este sentido para la protección de datos, estableciendo la GDPR como la regla de oro y facilitando los acuerdos de adecuación de las políticas de datos con Japón, Corea del Sur y, potencialmente, un acuerdo posterior al Brexit con Reino Unido trata de alinear los estándares en esta área.

Es un buen comienzo, pero no es suficiente. La naturaleza prescriptiva del GDPR implica que ya estaba desactualizada antes de que la tinta se secara. Trata con el mundo tal como es, no con el que es probable que sea en los próximos 20 años.

Japón ha dicho que hará de la estandarización de los flujos de datos una prioridad de cara a su presidencia del G20. La UE debería prestar su superpotencia reguladora a la iniciativa, y EEUU su capacidad tecnológica.

Además de las reglas y estándares comunes que deben aplicarse y vigilarse de manera uniforme en esta alianza, Occidente también debe hacer un seguimiento de la cooperación práctica, incluidos los avances tecnológicos que nos permitirán recuperar la ventaja en la carrera tecnológica con China en áreas como la computación cuántica.

No existe una alternativa buena. Si seguimos con este enfoque dispar sobre el futuro de la tecnología, permitiremos que China establezca los términos de la próxima revolución industrial. Y si rendimos el mundo digital a Estados antidemocráticos, estaremos renunciando a la democracia misma.

Anders Fogh Rasmussen, ex primer ministro de Dinamarca y secretario general de la OTAN, es fundador de la Fundación Alianza de las Democracias.

 Este artículo fue publicado originalmente en la web de Político Europa.

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