Por qué Europa sufre una nueva ola de antisemitismo

William Echikson,
Emmanuel Macron pasa junto a una lápida hebrea con una hesvástica pintada.
Emmanuel Macron pasa junto a una lápida hebrea con una hesvástica pintada.
  • Una nueva ola de antisemitismo se extiende por Europa, desde Francia a Reino Unido.
  • El auge de los partidos de ultraderecha ha contagiado a buena parte del espectro ideológico de los partidos, que ahora difunden más mensajes racistas que antes.
  • Estas son las razones de la expansión del antisemitismo por el continente.

El antisemitismo ha regresado a Europa. Gritos de "sucios judíos" durante las protestas de los chalecos amarillos en Francia, carteles antisemitas condenando al filántropo húngaro-americano George Soros en Hungría, la polémica por los comentarios antisemitas del Partido Laborista en Reino Unido... Todos son ejemplos de una tendencia alarmante.

Esta patología particular europea realmente nunca desapareció, es cierto, pero había sido confinada, a raíz del Holocausto, a los sectores de la extrema derecha de la sociedad. Ahora, el número de incidentes graves y ataques violentos se está multiplicando. No es solo el regreso de una enfermedad; está siendo usada por los gobiernos nacionalistas y partidos a ambos lados del espectro político.

Pero, ¿cómo se explica esta alarmante reaparición?

El fin del consenso político entre el centro-derecha y el centro-izquierda juega un papel importante. Con el centro político disuelto, los extremos se han expandido. El auge de los partidos extremistas ha actuado como catalizador del antisemitismo en el continente, del mismo modo en que Trump ha dado poder a los racistas y supremacistas blancos al otro lado del Atlántico.

A un nivel básico, la amenaza del antisemitismo en Europa se puede palpar. Este mes, Francia informaba de un aumento del 74% de los ataques violentos contra los judíos y la Policía alemana anunciaba otro aumento del 60%.

En una encuesta a 16.000 judíos en 12 países europeos, la Agencia de Derechos Fundamentales de la UE revelaba a finales de 2018 que el 90% de los participantes sentía crecer el antisemitismo en sus respectivos países, y un 30% aseguraba haber sido acosado. Más de un tercio evitaba ir a eventos judíos o a espacios públicos por miedo a su propia seguridad.

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Pero el peligro va más allá de lo físico. Problemas que, en apariencia, no tienen nada que ver con los judíos —la crisis migratoria o las protestas por el precio del petróleo—, de repente empiezan a afectarles. Los estereotipos centenarios han reaparecido: el financiero y avaro judío, el todopoderoso judío conspirador acusado de comprar influencia política o actuando como "globalista"... La temática común: los judíos son "otros", que no pertenecen a la sociedad europea.

El origen de esta reaparición difiere de la Europa Occidental a la Oriental.

El antisemitismo se propaga de igual modo desde la izquierda que desde la derecha

En occidente, el peligro se alienta desde la oposición de izquierdas y en las calles. En Reino Unido, el antisemitismo está dividiendo al Partido Laborista, cuyo líder, Jeremy Corbyn, insiste en que la corrección política internacionalmente aceptada va en contra de su derecho a criticar a Israel.

Las críticas musulmanas del Estado hebreo también son a menudo el origen de extender su crítica hacia todos los judíos: cuando los protestantes en Malmö (Suecia) criticaron la decisión del presidente de EEUU, Donald Trump, de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel, llamaron a una intifada y prometieron "disparar a los judíos". 

Un día después, durante una manifestación en Estocolmo, un portavoz llamó a los judíos "monos y cerdos". Y, más recientemente, las protestas contra el establishment de los chalecos amarillos en Francia han retratado a los judíos como parte de una élite corrupta que le oprime y empobrece.

En el antiguo bloque comunista, el problema empieza desde arriba. Los políticos nacionalistas de derechas propagan el antisemitismo. Muchos de los gobiernos nacionales —empezando por Hungría— han indultado a sus criminales de guerra y han minimizado la culpa del país en la destrucción de sus comunidades judías.

Para añadir leña al fuego, está Israel. En lugar de criticar a los revisionistas europeos, el primer ministro, Benjamin Netanyahu les recibe con los brazos abiertos, justificando su acercamiento a los líderes en Polonia y Hungría como una manera de contrarrestar a los Estados occidentales de la Unión Europea, más cercanos a los palestinos.

Puede haber algo de esto. Pero el líder israelí parece compartir con Jarosław Kaczyński y Viktor Orbán una alarmante hostilidad hacia los derechos humanos, los valores ilustrados y la misma Unión Europea. Incluso se ha hecho eco de los ataques del primer ministro húngaro a George Soros.

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Asimismo, Estados Unidos permanece en el lado erróneo de este campo de batalla ideológico. Al igual que el primer ministro israelí, el presidente Trump favorece a los líderes revisionistas del Holocausto en el Este, por encima de los aliados democráticos desde hace mucho tiempo en Occidente. En EEUU, él mismo difunde estereotipos antisemitas. Aun así, muchos judíos estadounidenses no se consideran a sí mismos en peligro, e incluso piensan que pueden apoyar a Trump sin apoyar a los antisemitas europeos.

Estas tendencias preocupantes no necesariamente representan un regreso a la década de 1930 en Europa. La mayoría de los gobiernos de Europa occidental no solo defienden a sus ciudadanos judíos, sino que les piden que se queden. El presidente francés, Emmanuel Macron, respondió a una ola de ataques anunciando nuevas medidas para combatir el antisemitismo y aseguró a los líderes judíos que Francia reconocería el antisionismo, la negación del derecho de Israel a existir, como una forma de antisemitismo.

Alemania también ha expresado su intención de condenar los ataques antisemitas y ha creado un nuevo ministerio para abordar los problemas de los judíos en Alemania.

Y, sin embargo, los incidentes violentos continúan multiplicándose. A menos que el espectro político se estreche de nuevo, su gravedad y frecuencia se acelerarán aún más. Las elecciones al Parlamento Europeo del próximo mayo enviarán un mensaje importante. La gran pregunta es: ¿ganarán los extremos políticos o se mantendrá el centro democrático?

Como judío que vive en Europa, parte de la razón de ser de la UE siempre ha sido controlar el nacionalismo destructivo, así como privilegiar y proteger a las minorías, permitiendo a sus ciudadanos ser orgullosos y libremente belgas, franceses, polacos o húngaros, y también judíos.

Estos valores corren el riesgo de verse amenazados seriamente si los partidos en el centro político se ven superados en número en el Parlamento Europeo y dejan de controlar a los partidos populistas que defienden ideas antisemitas. Fortalecer y proteger la vida judía en Europa requerirá que fortalezcamos y protejamos a Europa misma.

 Este artículo fue publicado originalmente en la web de Político Europa.

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