La factura medioambiental de los pellets: Europa tala sus viejos bosques para hacer de la madera su mayor fuente de energía 'renovable'

Pellets de madera

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La madera es la mayor fuente de energía renovable en Europa, muy por delante de la eólica y de la solar. Desde hace más de una década la UE subsidia su quema como alternativa ante el gas y el carbón. Sin embargo, cada vez son más las investigaciones que apuntan a su lado oscuro, ya que los pellets pueden resultar más contaminantes que el carbón. 

The New York Times ha publicado un completo reportaje que advierte de un fenómeno que se extiende por las entrañas del Viejo Continente, con efectos ambientales perjudiciales para el medio ambiente y la biodiversidad: la tala de bosques antiguos para la obtención de madera. Además, con la eliminación de árboles se reduce el valioso secuestro de carbono.

La propia agencia de investigación científica europea avisó en 2021 que la quema de madera liberaba más dióxido de carbono del que se habría emitido si dicha energía proviniera de combustibles fósiles. Según el cálculo por unidad de energía, quemar madera genera más emisiones de gases de efecto invernadero que quemar gas, petróleo o incluso el propio carbón.

Hacer un seguimiento es realmente complicado: la investigación oficial no pudo seguir el rastro de 120 millones de toneladas métricas de madera usadas en Europa en 2021, una brecha que supera el tamaño de toda la industria maderera de Finlandia. 

 

Pero mientras, países como Finlandia y Estonia están talando sus bosques tanto que los científicos de sus Gobiernos los consideran emisores de carbono. El pasado mes de agosto, el Gobierno húngaro renunció a las reglas de conservación para consentir un incremento de la tala en sus bosques primarios. 

Por su parte, la población cree que el aserrín y los pellets de madera son la opción más sostenible para calentar sus casas u obtener electricidad, sin saber que están contribuyendo a mermar o acabar con los últimos bosques salvajes de Europa Central. 

Aunque la semana que viene se votará en el Parlamento de la UE un proyecto de ley que eliminaría la mayoría de los subsidios a la industria y prohibiría a los países quemar árboles enteros para cumplir los propósitos de energía limpia, muchos gobiernos se han opuesto al cambio debido a la crisis energética que atraviesa el Viejo Continente, dependiente del gas y del petróleo ruso. 

Si la ley acaba siendo aprobada y puesta en vigor, solamente la energía procedente de residuos de madera como el aserrín se consideraría renovable, pudiendo recibir ayudas y subvenciones. Los países nórdicos y centroeuropeos están presionando para mantener operativos estos subsidios. 

En 2018, última vez que se sometió a escrutinio, 800 científicos firmaron una carta para que los árboles talados dejasen de considerarse una fuente de energía verde. Aunque vuelvan a crecer, se tarda muchos años en reabsorber el CO₂ de la madera quemada arrojado a la atmósfera. 

Dicho de otro modo: la madera, lejos de solucionar el problema, puede agravar el calentamiento global y, por otro lado, degradar los ecosistemas. 

The New York Times menciona una investigación de la Agencia de Investigación Ambiental en colaboración con una red flexible de conservacionistas forestales: rastreando los bosques más viejos de Europa con dispositivos de seguimiento, han podido relacionar a las compañías madereras con empresas que comercializan pellets como combustible neutro en carbono.

Los propios reporteros acudieron a algunos de los últimos bosques vírgenes de Rumanía, pudiendo constatar en primera persona su destrucción para alimentar a la industria maderera. En algunas ocasiones, se etiqueta a los sacos de pellets como procedentes exclusivamente de aserrín y astillas de madera, cuando en realidad obedecen a la tala de zonas protegidas

Según los datos de la Agencia de Investigación Ambiental, la mayoría de las principales plantas de pellets en Rumania han recibido troncos enteros de bosques protegidos. Un tercio de los envíos proceden de estas zonas de interés ecológico y gran valor ambiental. 

Los propietarios de los bosques, sean las empresas o el estado, deben sustituir los árboles talados por otros nuevos en 2 años, pero esta práctica no siempre se lleva a cabo o el suelo está demasiado deteriorado para albergar nuevas plantaciones. 

El fenómeno no se circunscribe a Rumanía: se rastrearon fenómenos de tala de árboles similares que implicaban hasta 10 fábricas de pellets y 3 centrales eléctricas en Rumania, Bulgaria, Eslovaquia y Polonia.

Según un informe de Bioenergy Group, la UE produjo 18,1 millones de toneladas de pellets en 2020, convirtiéndose en el principal productor del mundo y aumentando un 5% con respecto a 2020. 

El consumo de pellets creció en el primer año de la pandemia un 7%, alcanzando los 19,3 millones de toneladas. El mayor consumidor es Italia, donde más de un tercio de su energía renovable proviene de la quema de material vegetal. 

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