Los expertos alertan sobre los peligros ocultos de las cocinas de gas natural

Cocina de gas
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Las estufas y hornos de gas natural que se encuentran en millones de cocinas pueden producir una serie de contaminantes perjudiciales para la salud, incluyendo partículas de materia (PM), dióxido de nitrógeno (NO2), monóxido de carbono (CO) y formaldehído.

En las últimas 4 décadas, los investigadores han acumulado numerosas evidencias científicas que vinculan su uso con un mayor riesgo de padecer una serie de enfermedades respiratorias.

La pandemia de COVID-19 ha agravado los riesgos de esta contaminación, especialmente para las poblaciones vulnerables y de bajos ingresos, según publica Quartz

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"No hay duda de que este ha sido un tema descuidado", señala Stephen Jones, médico y exepidemiólogo de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades. Según Jones, el primer paso es hacer saber a la gente cuáles son los riesgos que pueden matar a los niños.

Varios estudios revelaron que los niños que viven en hogares con estufas de gas tienen un riesgo 42% mayor de experimentar síntomas de asma, y, a lo largo de su vida, un aumento del 24% en el riesgo de ser diagnosticados con asma.

The New England Journal of Medicine publicó en enero que "los aparatos de gas deberían ser retirados del mercado". 

A pesar de estas advertencias, la calidad del aire interior sigue sin estar regulada, ya que la Agencia de Protección Ambiental sólo monitoriza los contaminantes en el aire exterior. 

No obstante, la Junta de Recursos Atmosféricos de California (CARB), que regula la contaminación del aire en el estado, ha presentado pruebas de que las cocinas de gas son perjudiciales para la salud y que una transición a nivel estatal a los aparatos eléctricos daría lugar a importantes beneficios para la salud.

Brady Seals, investigador del Rocky Mountain Institute (RMI), un centro de estudios sobre energía limpia sin ánimo de lucro, analizó las Evaluaciones Científicas Integradas de la EPA de 2008 y 2016 sobre los óxidos de nitrógeno, en la última de las cuales se llegó a la conclusión de que la exposición a corto plazo al NO2 puede exacerbar el asma y causar otros efectos respiratorios adversos.

"El hecho de que estas estufas de gas contribuyen a elevar el NO2 es indiscutible", añadió Seals.

De hecho, el propio análisis de la EPA ha encontrado que los hogares americanos con estufas de gas tienen concentraciones mucho más altas de NO2 que aquellos que usan estufas eléctricas, niveles que violarían los límites legales si se midieran en el exterior.

Los trabajadores de la Central California Asthma Collaborative (CCAC), una organización que ofrece apoyo directo a los residentes del Valle de San Joaquín de California que sufren de asma, visitan regularmente los hogares para buscar posibles desencadenantes del asma como el moho, el polvo y los alérgenos, y ayudan a los propietarios a encontrar formas de reducir su exposición. Uno de los puntos clave de su lista de control es la presencia de un aparato de gas.

Según apuntan, algunas personas incluso usan sus hornos de gas como fuentes de calefacción suplementarias en invierno. "Especialmente en un hogar con mala ventilación, estas partículas pueden estar altamente concentradas con efectos a largo plazo sobre la salud de las personas", señalan. Esto se incrementa cuando los espacios son pequeños y concentran a un mayor número de personas. 

Una investigación de abril de este año reveló que cocinar en apartamentos pequeños durante sólo una hora en una estufa de gas da como resultado concentraciones de NO2 que excederían con creces los límites de calidad del aire ambiente establecidos por la EPA y el CARB.

Las cocinas eléctricas de inducción pueden ahorrar energía y ayudar a los propietarios a respirar más fácilmente, pero son más caras que las cocinas de gas convencionales. 

Tan solo en 2019 la contaminación atmosférica causó la muerte prematura de casi medio millón de bebés en su primer mes de vida

Según los datos del informe Estado del Aire Global 2020, la mayoría de estos lactantes se encuentran en países en vías de desarrollo. También se ven afectados los bebés que siguen en el vientre materno, pudiendo causar un nacimiento prematuro o un bajo peso al nacer. Ambos factores están asociados con una mayor mortalidad infantil.

Casi dos tercios de las 500.000 muertes registradas se asociaron a la contaminación del aire en interiores, en particular a causa de los combustibles sólidos como el carbón, la madera y el estiércol animal para cocinar.

Al nacer, dichos bebés se exponen a una contaminación muy superior a la que encontrarían en los países occidentales, ya que la contaminación del aire interior en ciudades de la India, el sudeste asiático y África es comparable a la del Londres de hace 150 años donde había incendios de carbón en lugares cerrados.

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