Más feo que Picio, ser más tonto que Abundio, Bernarda, el Tato, Juan Palomo...: este es el origen de las expresiones populares más divertidas
- España se caracteriza por una riquísima (y divertida) cultura popular, transmitida a lo largo de los siglos a través de refranes, expresiones coloquiales y otras tradicionales orales o escritas.
- ¿Cuándo se armó la marimorena por primera vez? ¿Cómo impartía justicia Pepe Leches? ¿Qué historias han circulado sobre la Bernarda y su parte íntima? ¿Por qué Abundio es el ejemplo de alguien muy tonto?
- Este es el origen de estos y otros personajes de las expresiones populares españolas.
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Si organizas una fiesta y no viene ni el Tato, es posible que te sientas más tonto que Abundio... o que Perico el de los palotes, incluso. Algún amigo, con más cuento que Calleja, se inventará alguna excusa para llegar tarde, pero llegará. "Adelante: siéntente como Pedro por su casa", le animas.
Poco a poco el local se va llenando, la cosa se descontrola y el responsable se escandaliza: "¡Esto es como el coño de la Bernarda!". Y cuando toque recoger, cada persona apartará la mirada: "Que lo haga Rita la cantaora".
Además de los numerosos museos, cines, bibliotecas, teatros y demás escenarios culturales, España se caracteriza por una riquísima (y divertida) cultura popular, generada y transmitida a lo largo de los siglos a través de dichos, refranes, expresiones coloquiales, giros del lenguaje, chistes y otras formas de tradición oral y escrita.
Suponen un desafío para traductores y extranjeros, pero los españoles y las españolas ya saben perfectamente cómo utilizarlos y lo que significan. Sin embargo, ¿de dónde proceden? ¿Cómo han llegado hasta nuestros días?
Estos son los personajes que protagonizan las expresiones populares más divertidas de España y su origen y significado:
"El coño de la Bernarda"
Si algo es (como) el coño de la Bernarda, significa que es un lío, una confusión, un enorme desorden. Cada persona hace lo que quiere y no hay orden ni concierto (otra frase hecha).
Por sorprendente que pueda parecer, la mencionada Bernarda podría haber existido. Si bien no queda claro cuál es la versión real sobre su origen, todas ellas son curiosas.
Según una teoría, Bernarda era una prostituta que mantenía relaciones sexuales con los soldados para sobrevivir económicamente durante la Guerra del Rif, en la década de 1920. Parece que, ante su presencia, la tropa acabó estando más obsesionada con ella que preocupada por la guerra.
En otra versión, la Bernarda es una santera en la Granada del siglo XVI. En este caso, la explicación se vuelve más compleja y sorprendente: se le atribuye la milagrosa capacidad de realizar prodigios de salud y fertilidad... con su parte íntima.
El método, sin embargo, era menos íntimo: la persona que buscaba un milagro (una mejor cosecha, quedarse embarazada, curarse...) metía la mano en el interior de la cavidad pélvica de Bernarda, y el deseo se hacía realidad.
En la novela La parábola de Carmen la Reina (1992), de Manuel Talens, la explicación de esto se le atribuye a San Isidro Labrador, que se aparece ante ella y, también con su mano, le concede este dudoso privilegio.
"Más tonto que Abundio"
"Eres más tonto que Abundio, que vendió su coche para comprar gasolina". Al pobre Abundio, como si fuese un personaje de los chistes de Lepe, se le atribuyen las pocas luces de haber vendido también la vaca para comprar leche y los zapatos para adquirir cordones, haberse ido a vendimiar y llevarse unas uvas de postre o haber quedado segundo en una carrera en la que era el único participante.
¿Ha habido alguien en la historia de España que haya sido así de tonto? Parece que no ha sido un solo hombre, sino varios "Abundios", ya que llegó a ser un nombre popular en España.
Un Abundio cordobés del siglo XVII o XVIII pudo haber pretendido regar un cortijo "con el solo chorrillo de la verga", según El gran libro de los insultos.
Además, un Abundio navarro pudo haber sido el ideólogo de llevarse uvas a la vendimia, así como de ir sumergiendo una cesta con azucarillos en acequias, durante todo el trayecto, para que estos no se calentasen.
Finalmente, otras teorías apuntan al capitán de fragata Abundio Martínez de Soria quien, navegando él solo en la Guerra de Filipinas (1898), se encontró de frente con la armada estadounidense y, en lugar de huir, decidió atacarles. El resultado: hundidos tanto él como su barco.
"Probablemente por ser nombre considerado rústico y propio de labradores nació el famoso dicho de 'Más tonto que Abundio, que cuando se fue a vendimiar se llevó uvas para el postre'", sugiere Roberto Faure en su Diccionario de los nombres propios.
Queda por averiguar quién gana la batalla de la ignoracia entre Abundio y Perico el de los palotes: un posible tamborilero (los palotes serían los palillos) que imitaba al pregonero del pueblo, quien se burlaba de él y le robaba el sueldo y las propinas.
37 hechos completamente reales que parecen demasiado increíbles para ser verdad
"No vino ni el Tato/ni Perry"
¿Quién no tiene a un amigo o amiga que no se pierde una fiesta? Pues la historia española ha tenido al Tato. Este era un popular torero del siglo XIX, al que invitaban a muchos eventos y no se perdía ni uno.
Otro personaje omnipresente era Perry, pero en este caso se trata de un abogado de ficción de una serie de novelas y películas detectivescas, que se presentaba en todas partes para investigar los casos y defender a los inocentes.
Juan Palomo: yo me lo guiso y yo me lo como
El símbolo de las personas independientes es Juan Palomo, cuyos responsables son el poeta Francisco de Quevedo y el bandolero Diego Padilla.
El primero, por su Letrilla Satírica III, en la que intercala varias veces los versos "Yo me soy el rey Palomo:/yo me lo guiso y yo me lo como". El otro, al que se le conocía como Juan Palomo en tiempos de la Guerra de la Independencia contra Francia, por su habilidad para abastecerse de recursos.
Perogrullo
"¡Si es que esto es de Perogrullo!", se dice cuando algo es tan obvio que no requiere explicación. Y sí, ese Perogrullo también existió.
Pedro, el de las verdades que saltan a los ojos, tuvo reconocimiento popular. Este Pero Grullo aparece en escrituras de compra y venta del siglo XIII y también en La Pícara Justina (1605), de Francisco de López Úbeda, como un asturiano famoso por sus profecías.
Incluso Sancho Panza lo menciona en El Quijote ("Bueno, par dios, esto yo me lo dijera, no dijera más el profeta Perogrullo"), y de nuevo surge Quevedo para citar unas supuestas profecías y aseveraciones (obvias) de Pero Grullo:
"Si lloviere, habrá lodos,
y será cosa de ver
que nadie podrá correr
sin echar atrás los codos.
(...)
Volárase con las plumas,
andárase con los pies,
serán seis dos veces tres
por muy mal que hagas la suma."
"Más cuento que Calleja"
"Tienes más cuento que Calleja", se dice a alguien "cuentista", que pone excusas y tiene poca credibilidad. De esta forma, los relatos infantiles y Calleja quedan injustamente retratados.
Porque Saturnino Calleja Fernández no hizo nada malo, pero tenía mucho cuento: fue un editor burgalés y fundó la editorial más importante de su tiempo, dedicada casi en exclusiva a cuentos para niños.
"Más viejo que Matusalén"
En este caso, el origen se encuentra en la Biblia, con un Matusalén (abuelo de Noé) que batió el récord de Adán y vivió hasta los 969 años.
¿Cómo es posible? Las distintas teorías apuntan a una confusión de los ciclos lunares y solares, a una tendencia a la exageración en los libros antiguos y a un truco para cuadrar las cuentas de los años entre Adán, Noé y Abraham.
"Como Pedro por su casa"
Expresión utilizada cuando te sientes muy cómodo en algún lugar, parece tener su origen en Pedro I de Aragón, rey de Aragón y Pamplona, quien, como gran estratega, conquistó de forma fácil Huesca y Barbastro frente a los musulmanes.
"Como Pedro por Huesca" sería el origen de esta expresión, que acabó derivando en la conocida en la actualidad.
"Ponerse como el Quico"
Aznalcázar, Sevilla, 1940, día del Corpus. El ayuntamiento invita a una suculenta y abundante mariscada a las personalidades más importantes, además de a cuatro peones y el Quico.
Este quiso aprovechar y arrasó con todo lo que pudo, y parece que algo más: porque acabó enfermo, tirado en un charco, llevado al hospital y muerto por "una hartada de marisco". Diagnóstico oficial.
Rita la cantaora
Cuando alguien no quiere hacer algo, ir a algún lugar o trabajar, siempre se señala a la misma persona: Rita (la cantaora).
Por supuesto, el origen de esta historia lleva hasta una Rita (Giménez García), cantaora de flamenco y muy trabajadora, que jamás se negaba a actuar.
"Más feo que Picio"
La cultura popular española puede ensalzar la independencia de Juan Palomo, la entrega de Rita y los milagros de la Bernarda, pero también saber ser muy dura con personajes como Abundio, Perico y Calleja.
A este club de los ofendidos se suma Picio, quien no solo fue real, sino que llevó una existencia tan dura como hace pensar el dicho. Este parece haber sido un zapatero en el pueblo granadino de Alhendín, hacia el siglo XIX.
Fue condenado a muerte debido a unas fechorías que había llevado a cabo, pero indultado al final cuando se encontraba en capilla. Tal fue su impresión al recibir la noticia, que perdió el pelo del cuerpo, incluidas cejas y pestañas, y la cara se le deformó y llenó de tumores.
Según José María Sharby, en su Gran diccionario de refranes, no pudo aguantar el desprecio generalizado y se mudó varias veces de pueblo. Ya de vuelta en Granada murió, pero no acaba ahí la historia.
El cura se negó a escucharle en confesión por no poder acercársele lo suficiente como para oírle, y los andaluces decidieron aumentar la expresión conocida con una coletilla: "Más feo que Picio..., a quien le dieron la extremaunción con caña, por el susto que tenía el cura en el cuerpo de verlo".
"Ver menos que Pepe Leches"
Hay varios candidatos al puesto de Pepe Leches: un Pepe lechero, otro granadino que no usaba gafas pero las necesitaba (y se pegaba unas "leches" por ello) y el guardia municipal José Fernández Albusac.
Este último se caracterizaba sobre todo por dos cosas: tener una afección de la vista y bastante facilidad para repartir bofetadas ("leches", también por entonces) a diestro y siniestro (otra expresión española) para impartir orden y justicia.
Sin embargo, no todos los ciudadanos compartían su "punto de vista" de lo que significaba la justicia para él: sobre todo porque, debido a su mala visión, las leches podían ir a parar a la persona culpable... o a cualquier otra.
"Se armó la Marimorena"
Si lo que dicen las teorías es cierto, la Marimorena y Pepe Leches podrían haber sido buenos amigos de haberse conocido.
En el Madrid de los Austrias, unos soldados entraron a una taberna y exigieron el mejor vino que tuviesen. La tabernera, María (Morena de apellido, o de color de pelo), se negó, porque ese vino estaba reservado para sus clientes distinguidos.
Los soldados se envalentonaron y comenzaron una trifulca, pero no midieron bien las fuerzas de su enemiga: mujer de carácter y mano dispuesta, según las crónicas, se armó tal pelea que ella y su marido fueron llevados a juicio popular.
Desde entonces, si se organiza un conflicto o discusión relevante, se recuerda sin saberlo a esta tabernera que plantó cara a unos soldados hace más de cuatro siglos.
Fuentes: Cultura Inquieta, Libro de los Insultos, ABC, El Español, Carmen Madrid
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