De los conciertos desde los coches a los 'vouchers' para futuras ediciones: las alternativas de los festivales de música para esquivar el impacto del coronavirus

Una imagen de ambiente del festival Sónar en Barcelona en 2019.
Una imagen de ambiente del festival Sónar en Barcelona en 2019.
  • Sónar, Primavera Sound, Mad Cool, Son do Camiño o Cruïlla han optado por posponer sus ediciones del presente año al 2021 ante la crisis del coronavirus.
  • Los festivales se articulan como el eslabón intermedio entre los intereses de los consumidores y de los artistas y toda una serie de empresas vinculadas al sector.
  • La Asociación de Promotores Musicales y la Federación de la Música de España (FME) advierte en un informe de que el impacto en la economía española será de 7.660,8 millones de euros, considerando toda la cadena de actores en estos eventos.
  • Los festivales reclaman medidas similares a las que ya han aplicado otros países europeos, como es la idea del voucher: quien haya comprado su entrada por anticipado tendrá un pase que le permitirá canjearlo en futuros eventos.
  • El sector de los festivales mira también a países como Dinamarca, que ha creado un fondo para que se paguen las entradas de los festivales y la música en vivo.
  • Conciertos en coches o parcelas que delimiten un perímetro en torno a asistentes que acudan juntos al evento son algunas de las soluciones que se plantea el sector de la música en vivo.
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Cintillo especial Coronavirus

Sónar, Primavera Sound, Mad Cool, Son do Camiño o Cruïlla, todos festivales multitudinarios, y todos ellos han optado por posponer sus ediciones del presente año al 2021 ante la crisis del coronavirus. El riesgo sanitario que conllevan actualmente las aglomeraciones de personas ha dejado en fuera de juego a los festivales de música del país, sean más o menos grandes. Otros tienen todavía a sus asistentes en ascuas.

“Actualmente y en los próximos meses, es inviable poder celebrar en condiciones normales conciertos y festivales”, señala Albert Salmerón, presidente de Asociación de Promotores Musicales (APM), en una entrevista con Business Insider España.

Los festivales se articulan como el eslabón intermedio entre los intereses de los consumidores y los intereses tanto de artistas como de toda una serie de empresas vinculadas al sector, desde la cerveza a la moqueta, cuya viabilidad está en riesgo y los puestos de trabajo que mantiene también. 

La APM y la Federación de la Música de España (FME) estiman unas pérdidas de 662,2 millones de euros del sector de la música en vivo entre marzo y septiembre. A ello se suman 115 millones en pérdidas de la música grabada en 2020. 

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Es más, ambas entidades advierten en un informe de que el impacto en la economía española será mayor. Hasta 7.660,8 millones de euros, considerando toda la cadena de actores que intervienen en la organización de estos eventos, desde la empresa que pone los baños portátiles a la que coloca los surtidores de las barras.

“La música genera economía y empleo de manera transversal en otros sectores como el turismo, transporte, hostelería y alojamiento. Esto supone que, por cada mes que el sector de la música esté parado, las pérdidas para la economía española serán de 650 millones de euros”, apunta Salmerón.

“Hoy en día no es tan importante en beneficio empresarial sino mantener los consumidores, los artistas y los puestos de trabajo”, explica Patricia Gabeiras, directora de la FME en una entrevista con Business Insider España. “Muchas industrias y miles de puestos de trabajo viven de la temporada de los festivales”.

Un modelo de negocio que se basa en una cita anual

La eventualidad de los festivales es la que propicia que su modelo de negocio difiera de las empresas tradicionales. La producción del evento comienza un año antes y toda la actividad se concentra y se dirige, a lo largo del año, en torno a esa fecha. Un año en el que todo son gastos y no existe ningún ingreso, explica Gabeiras.

Se venden entradas y se invierte en esa producción teniendo en cuenta que el “mundo de la cultura no tiene acceso a financiación bancaria como otros sectores”, matiza Gabeiras. En un primer momento, se invierte el dinero de la venta de entradas anticipadas y cuando se acerca la fecha se terminan de vender los abonos. Luego, se cobran los patrocinios y el porcentaje correspondiente de los ingresos de restauración. “Llevamos mucho coste consumido y a las puertas del festival llegamos sin ingresos”, explica Gabeiras.

Con esa eventualidad com idiosincrasia particular, los festivales reclaman medidas similares a las que ya han aplicado otros países europeos. Como es la idea del voucher para ofrecer al consumidor una respuesta atractiva y flexible alternativa a la devolución de las entradas. De esta forma, quien haya comprado su entrada por anticipado tiene un pase que le permite gastarla en futuros eventos. 

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“Se trata de un voucher como alternativa con una fecha posterior, o para la edición siguiente, sin pérdida de derechos para el consumidor”; señala Gabeiras. “El valor es el mismo y algunos podrían incluso mejorar la oferta”.  

Queda en el aire los artistas del calendario de festivales de este año se podrán confirmar en su edición aplazada. “Algunos artistas sí se pueden mantener”, explica Gabeiro. “Algunos no devuelven adelantos porque quieren mantener la temporada y, por tanto, quieren mantener esta actuación”. 

El sector de los festivales mira también a países como Dinamarca, que ha creado un fondo para que se paguen las entradas de los festivales y la música en vivo. Una medida que también reclama el sector en España. 

El sector desborda inventiva: conciertos en coches o en parcelas

Mientras hay una propuesta que está emergiendo como alternativa en la escena festivalera europea, los conciertos dentro del coche.  Alemania y Dinamarca lo han llevado a la práctica: en un parking, los asistentes en sus coches y la música sonando a través de la radio del automóvil sintonizada a través de radiofrecuencia. 

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De vuelta en España, el WiZink Center de Madrid plantea una suerte de corralitos en la pista o en las gradas que agrupe a personas que lleguen juntas. Una idea que se combinaría con geles hidroalcohólicos y portales desinfectantes con ozono a la entrada. 

De momento, durante los meses de confinamiento, los festivales en streaming han salvado su papel, en cierta manera. Sin embargo, “no creemos que vaya a ser una solución de cara al futuro de la música en vivo”, reconoce Salmerón. “Disfrutar de la experiencia de la música en vivo, junto a otras personas, sintiendo la energía que transmite el artista en directo es algo insustituible”. 

El sector de los festivales no necesita llegar al fin de la desescalada para sentir el impacto del coronavirus. Queda por ver ahora, como se desarrollan los acontecimientos, una incertidumbre que no deja de tener el vilo al sector. Puede “incluso que los consumidores hayan cambiado sus pautas de consumo. No sabemos cual puede ser el efecto del miedo”, pone en evidencia Gabeiros. “Son hasta 300.000 son los profesionales que trabajan anualmente en la industria de la música en vivo, y que dependen de las medidas del Gobierno”, complementa Salmerón.

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