Cooperativas de 'riders': así funciona la alternativa a las grandes plataformas de reparto, según sus socios

Riders de Glovo, Deliveroo y Uber Eats esperan pedidos en un banco en Barcelona

Reuters

  • Varios grupos de repartidores de comida a domicilio se han organizado en cooperativas para ofrecer un modelo de empleo a los riders alternativo a las grandes plataformas digitales que respete sus derechos laborales.
  • Business Insider España ha contactado con socios de 2 de estas cooperativas, Mensakas, de Barcelona, y La Pájara de Madrid, para conocer cómo surgieron y cómo funcionan las cooperativas de repartidores en España.
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Tras el acuerdo sobre la ley de riders, que prevé laboralizar a los repartidores que trabajan para las plataformas digitales de comida a domicilio para evitar que recurran a falsos autónomos, el sector se prepara para convertir a sus trabajadores en asalariados, pese a las críticas de las compañías, que aseguran que asalariar a los riders limita su libertad de empresa, y de asociaciones como Riders x Derechos, que critican que la ley se queda corta en la defensa de sus condiciones de trabajo.

Sin embargo, no todos los riders trabajan para plataformas digitales como Glovo, Deliveroo, Uber Eats, Just Eat o Stuart. Este es el caso de las cooperativas de repartidores de comida a domicilio y logística de última milla como Mensakas, en Barcelona, La Pájara, en Madrid, Rodant en Valencia o Botxo Riders en Bilbao, que ofrecen una alternativa local y responsable con sus derechos laborales al empleo a través de las grandes plataformas digitales.

'Riders' asalariados, autónomos y falsos autónomos: así son sus condiciones laborales, según los propios repartidores

Para conocer cómo surgieron y cómo funcionan estas cooperativas de riders, Business Insider España se ha puesto en contacto con socios de La Pájara Ciclomensajería y de Mensakas para que expliquen en qué consiste su modelo laboral y en qué se diferencia de las plataformas más conocidas.

Mensakas: "Una cooperativa es una forma organizativa más horizontal, sientes el proyecto realmente tuyo"

Núria Soto, socia de Mensakas, explica que su cooperativa surge "más o menos como La Pájara de Madrid, es decir, empezamos en Deliveroo y te dicen que te tienes que dar de alta como autónomo, no sabes bien en qué consiste, te venden que vas a tener flexibilidad y trabajar cuando quieras y empiezas a ver que si no trabajas el fin de semana no te dan horas la semana siguiente, que si no aceptas según qué pedido y no trabajas en alta demanda te bajan la puntuación, etcétera".

En 2017, Soto señala que comenzaron a organizarse en los centros de zona para "compartir el malestar, organizarnos y sindicarnos" a través de la Intersindical Alternativa de Catalunya. Tras manifestarse y negarse a aceptar el cambio de contrato propuesto por la plataforma por el que dejaban de cobrar por hora, "a las caras más visibles nos echaron, y de esas movilizaciones nace Riders x Derechos", asegura.

"A nosotros nos gusta mucho nuestro trabajo, lo que nos fallan son las condiciones", afirma Núria Soto, que critica que las plataformas se escuden en el argumento de la innovación para justificar sus condiciones laborales "cuando en realidad es reproducir la precariedad de siempre", y que aludan a la inseguridad jurídica "cuando hay 42 sentencias frente a 2, hay empresas que se las saltan, pero la ley está clarísima".

Tras su salida de Deliveroo, la socia de Mensakas explica que surge la idea de crear un proyecto propio "demostrando que es posible la innovación y hacer las cosas bien respetando los derechos laborales". Un año después de la creación de Riders x Derechos y después de sumar al proyecto a 2 compañeros que estaban desarrollando una aplicación "comienza la aventura de Mensakas".

No obstante, esa aventura no ha estado exenta de problemas. Así, Soto reconoce que la aplicación sigue en desarrollo, señalando que están "acabando la parte que permite incrustar el marketplace de los propios restaurantes para que se redirija a nuestra aplicación", aunque han recurrido a la aplicación de código abierto Coopcyle para empezar a trabajar, creada por "compañeros de Francia que pasaron por lo mismo que nosotros".

Nuria Soto, junto a varios socios de Mensakas

Mensakas

Pese a que su aplicación propia "es más potente que Coopcycle", Núria Soto destaca las ventajas de formar parte de "una suma de cooperativas hacia una misma dirección, todos participamos en desarrollar Coopcycle, en ir testando qué errores hay y en traducirla" del francés al catalán y al castellano con la participación de La Pájara. "Pasas a formar parte de algo más grande que con nuestra propia aplicación no tendríamos", añade.

Sin embargo, Mensakas sigue desarrollando su propia herramienta, con la que ya está haciendo pruebas con algunos de sus clientes de restauración que reciben pedidos en su propia web, algo que no les permite Coopcycle. "Al principio, lo hicimos todo mal para poder sobrevivir", reconoce, "nadie sabía de empresa, aparte de repartir, y aprendimos a las malas, pero eso ya pasó", destacando su irrupción en la última milla tras conocer la experiencia de la cooperativa francesa Olvo.

"Esa es nuestra otra línea, en la que nos hemos focalizado desde el inicio al no poder acabar de sacar nuestra propia aplicación", detalla Soto, explicando que "los camiones y furgonetas que vienen de fuera de Barcelona, en vez de entrar por toda la ciudad a repartir, te lo dejan en tu hub para repartirlo dentro de la ciudad con vehículos no contaminantes", concretamente con su flota de 15 bicicletas Cargo Bikes, muy comunes en Francia aunque "aquí aún llaman la atención".

La socia de Mensakas explica que emprendieron este modelo sostenible que optimiza el reparto de última milla a raíz de la pandemia de coronavirus, a petición de un técnico del eje de comerciantes del Raval, lo que les motivó a presentarse y ganar un premio con el que "despegar y compensar" las horas de guardia invertidas a la espera de pedidos, desarrollando así sus 2 líneas, de reparto de comida y de última milla.

Núria Soto afirma que son "una cooperativa pequeña, todo lo hacemos nosotros y ganar clientes cuesta". Respecto a las diferencias entre su modelo y el de las plataformas, denuncia que "llevan más de 4 años saltándose la Ley de Prevención de Riesgos Laborales", destacando que la tasa de accidentes en los autónomos es "mucho mayor" que entre los contratados y que la ley establece una formación en prevención que ha sido crucial en tiempos de pandemia.

Soto destaca que su cooperativa ofrece flexibilidad para cambios de turnos o para definir horarios laborales y que ha podido pedir bajas laborales tras sufrir un accidente o contagiarse de coronavirus "y pude estar mínimamente tranquila en casa", mientras que denuncia que los riders de plataformas pierden sus ingresos, su puntuación y su posibilidad de acceder a horas de trabajo cuando se encuentran en la misma situación. 

La socia de la cooperativa barcelonesa asegura que la suya "es una forma organizativa más horizontal, sientes el proyecto realmente tuyo", que les permite ser sus propios jefes, "tener o unos derechos laborales que a generaciones pasadas les ha costado mucho de conquistar". Actualmente, Mensakas tiene 10 socios y 4 trabajadores, aunque 3 de ellos se incorporarán próximamente como socios.

Para entrar a formar parte de los socios, Núria Soto detalla que es necesario cumplir primero un contrato de 6 meses para comprobar que el modelo funciona para ambas partes y posteriormente hacer una aportación de capital de 1.000 euros, de los que 250 euros se aportan de entrada y el resto se puede abonar en 5 años. 

Además, Mensakas es una cooperativa sin ánimo de lucro en la que los beneficios se reinvierten y en la que socios y trabajadores participan en asambleas mensuales o quincenales, en las que "se decide el rumbo de la cooperativa", aunque solo los socios tienen derecho a voto. "El objetivo es que todos pasemos a formar parte del proyecto", afirma.

La Pájara: "Hacer mensajería en bicicleta y exclusivamente en bicicleta, ese es nuestro objetivo y sigue siéndolo"

Martino Correggiari, socio de La Pájara Ciclomensajería, asegura que su recorrido comienza en el verano de 2017 y "es parecido al de Mensakas, hemos empezado a elaborar la idea de una cooperativa y de un proyecto propio en el momento en que, trabajando para Deliveroo y Glovo, nos han desconectado de las diferentes plataformas" tras denunciar sus condiciones laborales.

En ese momento, Correggiari explica que "había un grupo grande de trabajadores que estaba pensando en una opción alternativa, aunque mientras se desarrollaba la idea, fuimos perdiendo gente hasta quedarnos en un grupito de 4 personas", lo que afirma que no les frenó para "a nivel local, poder autogestionar un proyecto con unos valores diferentes para ofrecer un servicio de mejor calidad".

Su punto de partida, destaca el socio de La Pájara "fue centrarnos en la comida a domicilio, pero también hacer mensajería en bicicleta y exclusivamente en bicicleta, ese es nuestro objetivo y sigue siéndolo", y a pesar de que ya hay varias empresas de ciclomensajería en Madrid, se decidieron a aportar su experiencia en reparto de comida en las grandes plataformas para su propio proyecto. 

Correggiari destaca el impulso inicial que recibieron del proyecto Mares Madrid, que les ofreció asesoramiento en planificación económica, marketing, comunicación y en aspectos jurídicos y burocráticos, y por parte de Coopcycle, de la que destaca que es "una federación de pequeñas cooperativas en Europa y ahora ya a escala internacional, con un enfoque totalmente inverso al de las grandes plataformas".

Al igual que Mensakas, La Pájara también utiliza su plataforma de código libre, que el socio de la cooperativa madrileña asegura que les proporcionó "una herramienta competitiva para gestionar el food delivery y la mensajería de última milla", lo que, en su opinión, destierra el mito de que "con la tecnología hay que adaptarse a nuevas formas de trabajo, es una justificación para avalar un modelo que de flexibilidad y autonomía tiene muy poco".

Martino Correggiari con varios socios de La Pájara en Madrid

La Pájara Ciclomensajería

Además, Coopcycle no solo les ha aportado su herramienta de trabajo sino que les ha supuesto "ser parte en una especie de gran familia de cooperativas e intercambiamos muchas más cosas que la simple herramienta tecnológica", lo que Martino Correggiari considera que "fue un paso importante al comienzo y sigue siéndolo en este momento para poder trabajar en este sector".

Respecto al desarrollo de la cooperativa, el socio de La Pájara destaca que "ha ido despacio", comenzando con 4 socios a finales de 2018 "después de casi un año de elaboración, preparación y comunicación", para lograr en 2019 consolidar su demanda en el reparto de comida a domicilio, aunque reconoce que, con la llegada de la pandemia, "ha sido un terremoto detrás de otro".

Correggiari señala que la gestión en los primeros meses fue "caótica y difícil por los altibajos de la demanda y la dificultad en algunos casos de poder moverse", además de la incertidumbre sobre el propio coronavirus y las dificultades para que les aprobaran su petición de expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) cuando decidieron suspender su actividad durante mes y medio tras haber conseguido acumular unos 15 restaurantes antes de la pandemia.

En mayo, sin embargo, el repartidor asegura que hubo "un boom de demanda y de restaurantes, doblamos prácticamente las 2 cosas", hasta situarse en los 40 clientes de restauración con los que cuentan actualmente, lo que motivó que tuviesen que ampliar plantilla hasta 7 personas, de las que 5 son socios y los otros 2 son trabajadores contratados, de los que 4 trabajan a tiempo completo y las otras 3 a tiempo parcial.

"Ofrecemos la posibilidad de entrar como socio, pero desde el comienzo", explica Martino Correggiari, señalando que las nuevas incorporaciones hacen 6 meses de contrato y posteriormente "si tienen compromiso y voluntad para ello, se les da de alta como socios". Además, afirma que dentro de la cooperativa, las funciones y los salarios se reparten equitativamente y "ninguna persona hace solo una función y todos repartimos".

Además de repartir, los socios cubren el resto de tareas de redes sociales, contabilidad, comunicación con los clientes o logística, aunque Correggiari asegura que intentan rotar "de manera que estemos todos implicados y conozcamos nuestra cooperativa". Respecto a su cuota, explica que los fundadores aportaron cada uno un capital social de 450 euros y esa cifra se mantiene para los nuevos socios, destacando que "no es simbólico ni exagerado, hace entender un mínimo compromiso con el proyecto". 

No obstante, el socio de La Pájara aclara que han intentado ser una cooperativa sin ánimo de lucro, señalando que "nuestro objetivo no es lucrarnos, sobre todo en este sector en el que los márgenes son muy escasos". Sin embargo, las autoridades madrileñas rechazaron sus estatutos alegando "que no correspondía con la actividad", por lo que tuvieron que establecerse como cooperativa de trabajo con ánimo de lucro.

Martino Correggiari asegura que crearon la cooperativa "para autogestionarnos, llegar a un sueldo digno, pero con la idea de aumentar poco a poco el trabajo para consolidar nuestra situación, la palabra clave es consolidar y escalar", aumentando el tamaño "como suma de pequeños proyectos", criticando que el modelo de las grandes plataformas no es sostenible, afirmando que "se basa en escalar infinitamente para ganar un oligopolio pero sin intención de consolidar".

Por ello, el repartidor añade que "el choque entre empresas no permite consolidar y la única cosa que les permite mantener este modelo es especular para seguir escalando, como está pasando en Deliveroo con su salida a bolsa".

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