Dejarlo todo para cumplir un sueño: la historia de Pilar Arteaga, una ganadera de 28 años al cuidado de 600 vacas

Pilar Arteaga, la joven gerente de una vaquería situada en Jerez de la Frontera (Cádiz).
Pilar Arteaga, la joven gerente de una vaquería situada en Jerez de la Frontera (Cádiz).

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  • Pilar Arteaga ha tomado el mando de una ganadería con 600 vacas a sus 28 años, lo que para ella supone todo un reto por su juventud y por ser una de las pocas mujeres al cargo de una explotación ganadera.
  • Dejó atrás su vida en Bilbao y cruzó todo el país en coche hasta Jerez para cumplir su sueño de trabajar en el campo.
  • Ha introducido un sistema informático para modernizar la ganadería, lo que ha mejorado notablemente la productividad y los ingresos.
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La agricultura es uno de los sectores más envejecidos porque es incapaz de atraer a la población joven. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, desde el año 2008 más de 11.000 jóvenes han dejado el sector. Un sesgo que se hace más notable cuando se habla de mujeres: hay un 25% menos en el mundo agrícola y ganadero de lo que había hace 14 años.

Pilar Arteaga, sin embargo, no solo ha querido romper la estadística por ser mujer y joven, sino que también ha roto la de ser una gerente. Según datos de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FEDAMUR), solo el 25% de las explotaciones agrarias y ganaderas están dirigidas por ellas. 

A sus 28 años, Arteaga, que es veterinaria, dirige una ganadería de vacuno lechero en Las Pachecas, en las inmediaciones de Jerez de la Frontera (Cádiz). Llegó hace algo más de un año, cuando la persona que había estado gestionando durante más de 40 años la granja se jubiló y los propietarios decidieron reemplazarle con alguien con proyección e ideas innovadoras.

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En este tiempo al frente de una de las granjas más reconocidas de Andalucía, la joven —que es natural de Guadalajara—, ha logrado modernizar el sistema de trabajo y aumentar la producción gracias a un programa informático que permite tener un registro de su rebaño de casi 600 vacas.

Esta es la historia de Pilar Arteaga:

Pilar decidió dejar su trabajo en un laboratorio de Bilbao para dirigir una vaquería en la otra punta de España: en Jerez, cuyo población supera por poco los 200.000 habitantes. "Ha merecido la pena", dice mientras sonríe.

Pilar Arteaga trabajando desde su oficina en la granja.
Pilar Arteaga trabajando desde su oficina en la granja.

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Después de haber estudiado la carrera de Veterinaria y trabajar durante un tiempo en un laboratorio de medicamentos para animales, le salió una oportunidad laboral como gerente de una vaquería. No se lo pensó 2 veces porque quería cumplir su sueño de trabajar en el campo.

Tomó la decisión que más le sacaba de su zona de confort. "Fue un poco lanzarse, porque yo creo que si te pones a darle muchas vueltas al final no lo haces", asegura.

Sin embargo, no todo fue un camino de rosas. Ser mujer, joven y jefa fue todo un reto para esta industria llena de hombres: "Mis empleados me veían como una niña, así que tuve que demostrarles que sabía trabajar con las vacas".

En la Granja hay aproximadamente unas 600 vacas.
En la Granja hay aproximadamente unas 600 vacas.

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Cuando fue elegida para ocupar el puesto, tuvo que afrontar el recelo que mostraban sus 8 compañeros hombres, todos con mucha más experiencia en el ámbito laboral que ella. "Me veían como una niña", dice Arteaga, que para ganarse la confianza de sus compañeros les demostró que sabía trabajar con las vacas.

"Al principio sí que me impliqué mucho más a la hora de hacer cosas que ahora he ido delegando, como inseminar, estar en la sala de ordeño con ellos para ver cómo lo realizaban y estar pendiente de cómo se hacían las cosas para ver qué se podía mejorar", ha explicado.

Artega ha introducido la tecnología en una granja donde llevaban más de 40 años haciendo las cosas de la misma manera, y ha conseguido aumentar la eficiencia y la rentabilidad de la explotación.

La localización de la granja, en las inmediaciones de Jerez de la Frontera.
La localización de la granja, en las inmediaciones de Jerez de la Frontera.

Google Maps

Antes de instalar un programa informático, donde ahora se depositan los datos del rebaño, todo estaba en papel. Los nacimientos, las enfermedades e información sobre la inseminación de 592 vacas supone, por obvios motivos, un gran número de páginas. 

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"Yo llegué y vi eso y dije: 'A ver, vamos a centrarnos aquí. Yo puedo seguir haciéndolo así, pero lo más eficiente es poner un programa de los muchos que hay en el mercado que nos permita registrarlo todo bien'", cuenta Arteaga, que sabía de la importancia de informatizar la granja para poderse hacer "una idea global" de lo que tenía en la ganadería.

Desde que han instalado el programa tienen menos fallos, lo que les ha permitido tener un mejor control del cuidado y de la medicación que necesitan las vacas.

La ganadería se encuentra en las inmediaciones de Jerez de la Frontera (Cádiz).
La ganadería se encuentra en las inmediaciones de Jerez de la Frontera (Cádiz).

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Después de meter uno a uno cada animal en la base de datos, lo primero que han notado ella y su equipo es que "no hay errores". Para Arteaga, con el papel era "muy fácil" equivocarse por cosas tan simples como tener un número mal escrito, lo que podía suponer, por ejemplo, que se le diera una medicación a una vaca que no lo necesitaba.  

"El programa genera unos informes que te permiten analizar en el momento, por ejemplo, cómo vamos en fertilidad. 'Vale, ahora tenemos un 30 por ciento de vacas preñadas. Pues tenemos que llegar al 32'", detalla la joven ganadera, que asegura que ya han notado un aumento en la productividad.

Se dio cuenta que necesitaban adelantar los partos, porque las vacas reducen mucho la producción con el calor —más aún en Andalucía— y gracias a los cambios ahora tienen más leche. 

Las vacas están divididas en la ganadería en dos zonas: las que están preñadas y las que no. Las de la foto no lo están.
Las vacas están divididas en la ganadería en dos zonas: las que están preñadas y las que no. Las de la foto no lo están.

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"Nos dimos cuenta de que teníamos que adelantar los partos. Es decir, aquí [en Jerez] hay 3 meses muy malos en verano, porque las vacas reducen mucho la producción por el calor" explica Arteaga, que precisa que estas vacas son de una raza que no está adaptada al calor y que prefiere el frío. "Eso influye en el tiempo que nos lleva que las vacas se queden preñadas", puntualiza.

La conclusión a la que llegaron Arteaga y su compañero veterinario —quien le echa una mano en la granja— fue que tenían que adelantar los partos. 

"Adelantando esos partos hemos conseguido que la lactancia se inicie en septiembre, octubre y noviembre, y que toda esa lactación se vaya a alargar hasta mayo o junio, que es cuando empieza el calor. De esa manera hemos aumentado la producción. Tenemos más leche ahora aquí que antes y eso lo hemos conseguido gracias al programa", detalla la ganadera.

Su vaquería ha sido la primera en España en instalar el programa BoviSync y se ha convertido en una del 10% de las explotaciones ganaderas en España que cuentan con una tecnología de este estilo.

El programa informático se puede consultar desde una tablet.
El programa informático se puede consultar desde una tablet.

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La joven ganadera señala además una cifra insólita:tan solo 10% de las ganaderías en España tienen instalado un programa de gestión. Eso implica que la gran mayoría de las granjas de nuestro países utilizan métodos muy antiguos.

El sector ganadero, en palabras de Arteaga, está dando "pasitos muy pequeños". La explicación se encuentra, según ella, en los márgenes, que son "muy reducidos". "Ahora estamos en un momento clave en el que mucha gente se está planteando dejar la ganadería, y estamos viendo que nos vamos a quedar muy pocos", lamenta.

El margen que dejan las grandes lecheras es muy pequeño, solo 33 céntimos el litro, por eso han sacado su propia leche, Los Vaqueros del Sur, que les remunera justamente.

Leche vaca

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Este tipo de programas informáticos cobran una mayor importancia en el contexto actual, donde la eficiencia se ha vuelto una prioridad debido a que el precio de las materias primas ha crecido pero el precio de la leche se mantiene. 

La industria lechera con la que tienen un acuerdo les paga 0,33 euros por el litro, aunque luego se vende hasta casi un euro más caro en el supermercado. Para solucionarlo piden que la industria pague un precio justo, que tiene que ser algo más de 0,35 a 0,45 céntimos el litro, que es la horquilla que el Ministerio de Agricultura calcula que suponen los gastos de la producción lechera.

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A la espera de que algo cambie han decidido sacar una leche fresca propia en conjunto con otras 100 ganaderías de Andalucía. Se llama Los Vaqueros del Sur y les permite obtener una buena retribución. De momento solo se vende en Lidl.

Trabajar en el campo es muy vocacional porque "se necesita estar muy implicado, prácticamente estás 24 horas pegado al teléfono", por eso ella cree que si no le gustara el trabajo no lo haría.

A pesar de que más del 40% de los trabajadores en la ganadería son mujeres, solo el 25% de ellas dirigen alguna explotación ganadera.
A pesar de que más del 40% de los trabajadores en la ganadería son mujeres, solo el 25% de ellas dirigen alguna explotación ganadera.

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La fórmula para ser elegida entre todos los candidatos a ser el gerente de la granja fue, según Arteaga, "en las ganas". La ganadera cree que fue seleccionada por la pasión que le pone a su trabajo y por el amor por los animales que demuestra.

"Si alguien mira esto como una empresa sin más, no sé si le hubieran cogido, sinceramente [...] porque si lo miras como un trabajo, esto no es el mejor trabajo del mundo, porque trabajas todos los días, tienes que estar pendiente prácticamente 24 horas con el teléfono. A mí, si no me gustara, no estaría aquí", confiesa.

Si tuviera que dar un consejo a otras personas jóvenes que persiguen su sueño sería "confiar en que al final la vida te lo da y moverse mucho", ya que después de mucho intentarlo lo logró.

Pilar Aretga

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Antes de llegar a Jerez y cumplir su sueño, el pensamiento que tenía era que había que confiar. "Estaba en una situación laboral bastante mala, no porque ganara mal [...] sino porque no me gustaba y estaba frustrada", confiesa la joven ganadera, que "como la mayoría de la gente que termina la carrera", se preguntó si había merecido la pena estudiar "tantos años" para eso.

Pero se decía a sí misma que en algún momento tenía que llegar la oportunidad. "Yo he dado todo de mí por llegar aquí, ahora el universo, la vida o lo que sea me lo tiene que devolver de alguna forma", explica. El truco, según ella, está en "confiar en que al final la vida te lo da, y moverse mucho". 

Los últimos meses antes de que saliera la oportunidad, después de mandar bastante currículums, Arteaga solo tenía un fe ciega en que algo saldría. Y salió. 

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