He sido moderador de contenidos de Facebook: el trabajo me hacía sentir como si viviera en una película de terror

Daniel Moutang,
Daniel Moutang fue moderador de contenidos de Facebook en Kenia.

Agencia Emma

  • Daniel Moutang trabajó como moderador de contenidos de Facebook para Sudáfrica. Lo hacía a través de una subcontrata, llamada Sama.
  • Asegura que su trabajo le expuso a situaciones de tortura, explotación y violencia gráfica que le han marcado para siempre. 
  • Al intentar formar un sindicato y abogar por mejores condiciones de trabajo, afirma que él y sus compañeros se vieron expuestos a intimidaciones y represalias.
  • Facebook no ha respondido a la solicitud de comentarios de Business Insider. Un portavoz de Sama ha negado que la empresa haya intimidado a los trabajadores, afirmando que no toman represalias contra los empleados bajo ninguna circunstancia.  También afirman que creen que el salario que se paga a los moderadores es un salario digno y que siguen ofreciendo una remuneración competitiva en función del mercado. 
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Recién salido de la universidad, estaba lleno de potencial. Tenía la meta de seguir una carrera, alcanzar la libertad financiera y sacarme a mí y a mi familia de la pobreza. 

Vengo de una familia numerosa de Sudáfrica. 

Poco después de graduarme, sobre marzo de 2019, me encontré con una vacante de moderador de contenidos en una empresa llamada Samasource (ahora Sama). La empresa y la profesión eran desconocidas para mí en ese momento, pero la empresa afirmaba que su objetivo era formar a personas pobres y sacarlas de la pobreza, así que me presenté al puesto.

Rápidamente emprendí el viaje de mi vida para trabajar como moderador de contenidos de Facebook en Nairobi, Kenia. 

Fue una aventura que cambiaría mi vida para siempre, sobre todo porque en mi familia, y en mi pueblo por extensión, estaba batiendo récords. Era el primero en ir a una universidad de las llamadas de prestigio, viajar en avión y trabajar en el extranjero. 

En ese vuelo a Nairobi, no tenía ni idea de que iba a trabajar en las redes sociales, y mucho menos en Facebook. Tampoco sabía que, mientras rompía esos récords, iba a destruir mi estabilidad mental y mi salud física.

Intentamos que Facebook sea más seguro, a costa de nuestra salud mental

El trabajo de los moderadores de contenidos es intentar que Facebook sea seguro para todos los que lo usan. Lamentablemente, algunos de los miles de millones de usuarios de Facebook publican cosas horribles todos los días, y nuestro trabajo consiste en cribar esas publicaciones y eliminar las que infringen las normas de Facebook para que la gente corriente no tenga que verlas. 

Es un trabajo agotador. Imagina largos turnos en una oficina viendo un flujo constante de vídeos e imágenes de violencia gráfica, animales torturados y explotación sexual de niños. 

El primer vídeo que recuerdo haber visto fue una transmisión en directo de una decapitación. Creo que mi salud mental empezó a deteriorarse a partir de ese primer vídeo, y con el tiempo empeoró.

Esta destrucción de mi bienestar mental se produjo debido a las condiciones de trabajo y a unos directivos a los que les importaba muy poco mi salud (o nuestra salud). Daban prioridad a los beneficios, al tiempo que se arrogaban el prestigio moral de una empresa ética que empodera a los pobres. 

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Nuestra realidad cotidiana giraba en torno a estos episodios de explotación. Los vídeos y fotos que ves son tan brutales que a varios de mis compañeros se les diagnosticó trastorno de estrés postraumático.

Nos permitían 30 minutos al día con un "consejero de bienestar". Pero daba la sensación de que estas sesiones eran simplemente un trámite en lugar de proporcionar una terapia significativa para el trauma diario por el que estábamos pasando. Y era imposible permitirse un psicólogo externo con el sueldo que nos pagaban, alrededor de 1,35 euros la hora. 

Sama afirma ser una empresa de "IA ética" que pretende conectar a las personas con "un trabajo digital digno y pagarles un salario digno". Mi experiencia con Sama es que su misión fundacional no está, como mínimo, alineada con su cultura organizativa. 

Facebook se niega a contratar directamente a moderadores como nosotros porque entonces nuestros problemas serían los de Facebook. La empresa tendría que explicar por qué los empleados sufren estrés postraumático en el trabajo y se les paga mucho menos que al resto del personal. O por qué nos obligan a firmar acuerdos de confidencialidad que intentan prohibirnos hablar incluso de detalles básicos de nuestro trabajo.

Cuando pedimos un salario digno, dijeron que eso "distorsionaría" el mercado laboral

En respuesta a las condiciones injustas a las que nos enfrentábamos, organicé a mis compañeros de trabajo para crear un sindicato que negociara con la dirección para mejorar las condiciones y aumentar los salarios. 

La fundadora de Sama, la difunta Leila Janah (que en paz descanse), dijo a la BBC en 2018 que dar al personal en Kenia un aumento sustancial (tan solo 1,35 euros la hora para algunos) "distorsionaría los mercados laborales locales". Ese es un argumento para continuar con la pobreza, no para sacar a la gente de ella.

No se puede pretender ser "ético" si se paga al personal, por un trabajo tan peligroso, un salario con el que apenas pueden vivir. Si Sama quisiera realmente cambiar vidas, podría pagar al menos la misma tarifa por hora que los moderadores de contenidos de Estados Unidos, que parte de los 18 dólares la hora (unos 16 euros).  

Intentamos varias veces dialogar con ellos sobre las condiciones de trabajo, amenazando con ir a la huelga si no mejoraban nuestras condiciones. Nos encontramos con una actitud de intimidación, acoso y coacción. En algunos casos, se pidió a los moderadores que eligieran entre formar un sindicato y sus puestos de trabajo. 

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A otros se les recordó que eran fácilmente reemplazables o que pensaran en cómo cuidaríamos de nuestras familias o hijos si perdiéramos nuestros empleos. A finales de julio y principios de agosto, Sama incluso llamó a ejecutivos muy bien pagados de San Francisco para que ayudaran a aplastar nuestro sindicato en ciernes y la huelga. 

Creo que todo ese intento de organizar un sindicato condujo a represalias para mí y mis colegas. El 20 de agosto de 2019 me despidieron, perdí mi visado y tuve que abandonar Kenia.

Ahora vivo en una película de terror. El trauma al que fui sometido sigue reproduciéndose en mi mente, y en los flashbacks siento que actúo como la víctima en el contenido violento que moderé. Antes de entrar en Sama, tenía epilepsia, que había sido declarada inactiva en 2018. Tras el trauma y los malos tratos a los que fui sometida por Sama, las convulsiones volvieron a aparecer, creo que como resultado de este trauma y maltrato.

Facebook tiene que responsabilizarse del daño causado a sus moderadores de contenidos

En la actualidad, Sama sigue elogiándose a sí misma por pagar por encima del salario mínimo. Pero el salario mínimo en Kenia es una norma inútil. Para un trabajador general, es de 121,30 chelines la hora. Eso equivale a unos 88 céntimos de euro aproximadamente. No se puede vivir con eso. 

Recientemente, después de mucha atención internacional sobre las condiciones en Sama, han acordado aumentar su salario mínimo de 1,35 a 2 euros. Aunque es mejor, esto no mejora mucho nuestras condiciones de vida reales. Esa diferencia no va a permitir que la gente contrate a un terapeuta en Nairobi.

Facebook tiene que responsabilizarse de sus moderadores de contenidos y dejar de subcontratarlos a empresas como Sama. Sin nosotros, la mayor plataforma de medios sociales del mundo se hundiría de la noche a la mañana. Por esta razón, mi equipo jurídico y yo hemos enviado una carta legal a Facebook y a Sama exigiendo mejores condiciones de trabajo para los moderadores de contenidos africanos de la empresa. 

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Este trabajo es agotador, por lo que las empresas deben pagar salarios respetables que reflejen la carga que el trabajo supone para sus trabajadores y proporcionar un apoyo integral de salud mental, tanto durante el empleo como después. 

Por último, deben respetar las leyes de naciones soberanas, como Kenia, que dan a los trabajadores el derecho a formar un sindicato y a emprender acciones para mejorar su situación, cuando empresas como Sama se niegan a tratarnos como seres humanos.

Mark Zuckerberg, Facebook, Sama y otros capitalistas especuladores de esta industria no serán absueltos por la historia. Puede que nuestras vidas no sean tan valiosas para ellos como sus beneficios, pero son importantes para nosotros y nuestras familias: no dejaremos que lo olviden.

Facebook no ha respondido a la solicitud de comentarios de Business Insider. Un portavoz de Sama ha negado que la empresa haya intimidado a los trabajadores, afirmando que no toman represalias contra los empleados bajo ninguna circunstancia.  También afirman que creen que el salario que se paga a los moderadores es un salario digno y que siguen ofreciendo una remuneración competitiva en función del mercado. 

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