El desarrollo de las vacunas ha ocurrido una velocidad sin precedentes: qué significará para otras enfermedades

Camapaña de vacunación contra el coronavirus en España
REUTERS/Albert Gea
  • El desarrollo de las vacunas contra el coronavirus ha marcado un antes y un después en la ciencia.
  • La inversión, las colaboraciones público-privadas y las investigaciones anteriores sobre virus respiratorios han facilitado la velocidad a la que se ha logrado conseguir vacunas. 
  • Aunque no será fácil replicar el éxito para todas las enfermedades en el futuro, la investigación contra el coronavirus ha dejado lecciones que servirán para acelerar todas las investigaciones. 
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Las primeras vacunas contra el coronavirus están siendo aprobadas menos de un año después de que la Organización Mundial de la Salud declarara la pandemia mundial. Pfizer y Moderna han sido las primeras compañías en obtener la autorización de emergencia.

Hace nada ha empezado en España la vacunación contra el coronavirus con las dosis de Pfizer y BioNTech con la que el Gobierno espera tener inmunizados a los grupos prioritarios en pocos meses. 

Illa ha subrayado en los últimos que estamos en el "principio del fin" de la pandemia y que al final del verano probablemente estará vacunada en España el 70% de la población, lo que permitiría alcanzar la inmunidad de rebaño. 

La velocidad a la que se han desarrollado las vacunas constituye un récord para la ciencia, ya que normalmente es un proceso que puede llegar a tardar una década

"Se han dado muchas circunstancias que han ayudado a que esto ocurra a esta velocidad", explicaba Miguel Fernández, CEO de Merck en España, en una reciente entrevista con Business Insider España. 

"No habíamos vivido otro acontecimiento en la humanidad que haga que todos estemos focalizados en solventar el problema", reflexionaba. 

La colaboración entre el ámbito público y privado, la investigación desarrollada anteriormente sobre los virus de la misma familia y la gran inversión destinada a atacar el virus han permitido que la ciencia acorte sus tiempos, marcando un hito en la historia y un antes y un después en cómo se desarrollarán las vacunas para otras enfermedades. 

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Lo que implica para el desarrollo de otras vacunas 

La pandemia de COVID-19 debería ver algunos cambios permanentes en el desarrollo de la vacuna, ya que ha logrado las primeras vacunas autorizadas basadas en ARN mensajero. 

Esta tecnología pionera permite sintetizar candidatos vacunales de una forma acelerada y estar más preparados para futuras pandemias. 

"Sería muy interesante que funcionaran las vacunas de ARN mensajero", señalaba ya Adolfo García-Sastre, director del Instituto de Salud Global y Patógenos Emergentes vinculado al Hospital Monte Sinaí de Nueva York, en otra entrevista con Business Insider España

"Esta tecnología está revolucionando la vacunología", asegura Beate Kampmann, directora del Centro de Vacunas de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, a Nature

Además, "el ARN simplifica mucho la fabricación", dice también Rino Rappuoli, director científico de la división de vacunas de la farmacéutica GSK en Italia. "Se puede utilizar la misma instalación para fabricar ARN para diferentes enfermedades. Eso disminuye la inversión requerida", explica. 

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De hecho, ahora que el mundo está pendiente de la nueva variante de coronavirus detectada en Reino Unido, preocupa que las alteraciones que ha sufrido puedan esquivar las vacunas desarrolladas. 

Ugur Sahin, CEO y cofundador de BioNTech, aseguró que es "muy probable" que su vacuna contra el COVID-19 funcione contra la variante, pero, en caso de no ser así, podría adaptar su vacuna en tan solo seis semanas

"La belleza de la tecnología de ARN mensajero es que podemos empezar directamente a diseñar una vacuna que imite completamente esta nueva mutación, podríamos ser capaces de proporcionar una nueva vacuna técnicamente en seis semanas", declaró. 

Además, toda la información que se ha recabado y compartido este año sobre la investigación en vacunas y la respuesta inmune va a constituir una enorme base de datos que podría impulsar cualquier tipo de investigación. 

"Dadas todas las diferentes tecnologías, y la información detallada recogida sobre la demografía de los voluntarios clínicos, los anticuerpos y las respuestas celulares, podríamos aprender tanto o más de las respuestas de las vacunas humanas este año que en décadas anteriores", asegura Peter Hoetz, del Baylor College of Medicine en Houston, en Nature.

"La vacunología humana podría dar un salto cuántico", concluye.

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Sin embargo, replicar el éxito del coronavirus no será fácil para todos los virus, puesto que el SARS-CoV-2 ha tenido unas características concretas que ha permitido también acelerar la investigación. 

En primer lugar, la prevalencia del virus ha facilitado el desarrollo de los ensayos clínicos y el reclutamiento de los voluntarios. Cuando la prevalencia del virus es menor o el virus incluso desaparece (como ha ocurrido con el SARS y el MERS), la investigación se ralentiza. 

De hecho, ahora que ya hay vacunas aprobadas y disponibles contra el virus se espera que la prevalencia del virus disminuya, así como el interés de los voluntarios por participar en ensayos, por lo que podría frenar el desarrollo de otras vacunas contra el coronavirus que todavía no han comenzado las pruebas en humanos, como las españolas. 

"Ese es un factor con el que hay que convivir", reconocía Sonia Zúñiga, investigadora del Centro Nacional de Biotecnología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CNB-CSIC) y que actualmente trabaja en un grupo que está desarrollando una vacuna contra el virus, en una reciente entrevista con Business Insider España"Es por supuesto una buenísima noticia desde un punto de vista epidemiológico y de salud pública, pero es un problema al que deben enfrentarse los ensayos clínicos", asegura.

"De hecho, esto ha pasado con muchos ensayos clínicos que se han realizado durante el 2020 y que, hasta que no ha llegado la segunda ola, no han empezado a acumular pacientes", advertía.

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Por otro lado, aunque el SARS-Cov-2 es un nuevo virus, es de la familia de los virus respiratorios que ya llevaban muchos años siendo investigados. "Se lleva muchos años investigando en plataformas de vacunas y esa investigación se ha podido poner al servicio de la pandemia desde enero, pero no es que estemos empezando de cero", explicaba Miguel Fernández. 

"Las compañías y los investigadores, tanto del ámbito público como del ámbito privado y de las universidades, ya teníamos una base bastante sólida con la que empezar a trabajar", asegura, señalando la importancia de las investigaciones sobre virus que causan patologías parecidas y que han permitido acortar tiempos. 

Merck, por ejemplo, ha puesto al servicio de la pandemia una tecnología que permite acortar uno de los procesos clave del desarrollo de vacunas de 12 meses a tan solo 2. 

"Llevábamos 3 años trabajando con el Instituto Jenner y la Universidad de Oxford en cómo poder hacer que esto ocurriera para cualquier proceso de este tipo de vacunas", explicaba el CEO. "Ahora ha ocurrido esta pandemia y hemos sido capaces de finalizar este proceso, pero ya llevamos treinta y seis meses trabajando con ellos", sostuvo. 

También la vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford y AstraZeneca ha avanzado a mucha velocidad en parte gracias a que la plataforma utilizada—un adenovirus del resfriado común inofensivo en humanos— ha probado su eficacia en ensayos anteriores y, en concreto, en las primeras fases de ensayos contra el MERS

No todas las enfermedades que surjan en el futuro contarán con esta base científica sobre la que apoyarse y que ha permitido avanzar a mucha velocidad, especialmente en lo relacionado con la seguridad. 

Por último, la inversión sin precedentes es lo que ha permitido a las compañías realizar operaciones a riesgo, sin saber si el resultado tendría éxito. 

Novavax, por ejemplo, ha recibido 1.600 millones de dólares de la Operación Warp Speed, la iniciativa estadounidense para acelerar la llegada de vacunas contra el COVID-19 y Johnson & Johnson también ha recibido 350 millones de dólares de la vacuna de la misma iniciativa. 

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Las vacunas contra el COVID-19 han pasado por los mismos ensayos que otras que han tardado en torno a una década en desarrollarse, pero los miles de millones invertidos en el proceso hicieron posible que las empresas asumieran riesgos financieros al realizar algunas pruebas al mismo tiempo, explica Nature

Conseguir este nivel de financiación no es fácil, como demuestra la crisis del Ébola, y podría hacer que la investigación con otras enfermedades no consigan los mismos resultados. 

"No sucedió con el Ebola, que estaba devastando comunidades en África y, en consecuencia, las vacunas del Ébola tardaron más tiempo en desarrollarse. El dinero solo se ha materializado esta vez porque todos los países, incluidos los ricos, se enfrentaron a la devastación económica: lo que sugiere que el desarrollo de futuras vacunas, incluso para enfermedades existentes como el paludismo, no será tan rápido. A menos que pongas el dinero, no hay forma de acelerar", reflexiona Rappuoli. 

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