Por qué es importante asumir los errores financieros

Asumir los errores financieros
  • No siempre se tiene éxito en el campo de las finanzas personales y saber asumir los errores puede suponer el bienestar del futuro.
  • Hay algunas ideas que explican por qué es interesante saber reconocer los fallos que se han cometido con el propio dinero.
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Cometer un error en el espacio de las finanzas personales puede parecerte el fin del mundo, pero no lo es.

Más allá de que tener fallos tiene la capacidad de presionar tu salud con el dinero, resulta fundamental, de cara al largo plazo, hacer consciente las equivocaciones para que no se repitan. Aquí entran las máximas de siempre: hacer un presupuesto, crear un fondo de emergencia, focalizarse en la planificación financiera, o no ingresar más de lo que se gasta.

Es importante que sepas que la actitud correcta para tomar el control de tus finanzas personales es asumir tu responsabilidad respecto a tu situación financiera.

Manteniendo una postura en la que responsabilizas a otros, tus padres, tus hijos, tu jefe, el estado, o quien sea, de tus problemas financieros te estás quitando la posibilidad de mejorar. Detente un instante, ¿cómo vas a cambiar algo que no depende de ti? Únicamente, puedes modificar aquello en lo que puedes influir, en aquello en lo que tienes control, en lo que eres responsable.

De este modo, con el fin de mejorar tus finanzas personales primero debes asumir tu responsabilidad, aceptar los errores que has podido cometer y aprender de ellos.

Con frecuencia se decide por intuición y en el momento en que las cosas salen mal, apenas se empieza a hacer un análisis de por qué resultó así. Llegar a un extremo de adversidad implica elegir alternativas dolorosas, pero necesarias para ver la luz al final del túnel.

Todo el mundo quiere tener excelentes decisiones; sin embargo, ¿cómo se reacciona ante los problemas? ¿Se corrige con rapidez?

Es parecido a lo que ocurre en las empresas cuando venden parte de sus activos por una crisis; haberse endeudado en exceso; apostar a un mercado que dejó de funcionar; o simplemente le afectó cierta circunstancia económica o regulatoria.

Lo mismo se produce en el terreno personal y si tardas en enmendarlo, resultará más difícil salir adelante.

Tal vez no sea tu caso, pero sí conoces a alguien a punto de la insolvencia, con la presión de los acreedores y la pregunta sería ¿qué consejo darle? Aunque te puedas quejar de la voracidad de los bancos, hay que reconocer que nadie nos puso una pistola para tomar el crédito y, por tanto, se debe aceptar el error para no volver a caer en ello. La consciencia es el primer paso. Nunca hay que echar balones fuera. 

Si haces como si no pasara nada el resultado final será una bola de nieve cada vez más grande y amenazadora. Nunca es demasiado tarde para modificar los hábitos.

Cuando se está en una situación financiera límite las opciones de salida son dolorosas y es probable que debas deshacerte de algunos bienes para liquidar el pasivo. Es imprescindible procurar refinanciar y entender que las instituciones tendrán una posición dura e incómoda. Ver esos errores financieros, por tanto, sirve para mejorar tu solvencia a largo plazo. Para partir de cero nuevamente y, esta vez, con un enfoque adecuado.

Negociar es complicado porque las áreas legales tienen el cometido de recuperar la cartera. El deudor también asumirá una estrategia difícil para con ellos y buscará algunas quitas de morosidad, además de mandar a un plazo largo el compromiso.

Frente a esta realidad, es conveniente sensibilizar a la familia, pues con seguridad habrá molestas llamadas telefónicas y a quienes se puso como referencia en el contrato de apertura de los préstamos.

Por eso, es trascendente el corregir a tiempo y si es necesario aceptar una pérdida antes de que se haga inmanejable.

La asunción de riesgos como punto de interés, más allá de los errores

A veces, asumir riesgos es positivo, como lo es a veces evitarlos. Saber gestionarlos ha sido la clave de las últimas décadas en la industria financiera. Los agentes del mercado afirmaban que eran capaces de manejarse hasta tal punto que no volvería a producirse ninguna crisis financiera. Sin embargo, dicha gestión de riesgos no ha cumplido sus promesas. 

Una razón para la crisis de la gestión de riesgos es la opacidad en torno al valor de la asunción y la elusión de los riesgos. Ambos tienen valor, pero no al mismo tiempo y no bajo las mismas circunstancias.

Si una persona tiene familia e hijos y evita asumir grandes riesgos, resulta deseable para su familia y para la sociedad. Del mismo modo, si una persona en esta situación asume grandes riesgos invirtiendo su dinero en acciones en el mercado bursátil, no se vería como algo deseable. En determinadas circunstancias, la prudencia y el deseo de evitar riesgos se consideran convenientes y como una conducta adecuada.

De esta sencilla observación se desprende que la asunción y la elusión de riesgos no son los únicos factores de peso para guiarse en las decisiones de ahorro e inversión. 

La asunción y la elusión de riesgos son actitudes que las mismas personas pueden adoptar en diferentes fases de sus vidas. Una persona soltera podrá mostrar una actitud distinta ante el riesgo que si estuviese casada. Un joven podrá tomar una actitud diferente a la de un anciano.

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