Siguen las dificultades para los semiconductores: en lo que va de año en China han cerrado más de 3.400 empresas relacionadas con el sector, más que en 2021

Xi Jinping, presidente de China.
Xi Jinping, presidente de China.

Reuters

  • China no vive su mejor momento, debido a una crisis que aleja al país de sus previsiones de crecimiento del PIB del 5,5%, en parte por la situación del mercado inmobiliario y las consecuencias sobre empresas y trabajadores de la política "cero COVID", que obligó a confinar numerosas regiones.
  • A ello se suma un futuro incierto para la industria de chips, ya que durante 2022 han cerrado más de 3.400 empresas chinas relacionadas con el sector, por encima ya de las cifras del conjunto de 2021.
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Con la política "cero COVID" llevada a cabo por el Gobierno chino y con la mayor parte de los empleados confinados en zonas de cuarentena, numerosas empresas tuvieron que hacer frente al cierre de sus negocios, con consecuencias más que evidentes en la economía.

A su vez, a la pandemia se ha sumado una crisis propia en el sector inmobiliario, que casi provoca el desplome de China Evergrande, uno de los mayores actores en el mercado de la vivienda. Con ello, los compradores de vivienda dejaron de pagar las hipotecas de apartamentos inacabados.

En este sentido, es la primera vez en 10 años que los préstamos para la adquisición de vivienda caen. Para intentar solventar la situación, el Gobierno de China planteó en agosto 19 puntos, en un proyecto ambicioso para reactivar la economía.

Este plan tiene la intención de movilizar más de un billón de yuanes (unos 146.000 millones de euros) para conseguir el objetivo de crecimiento del 5,5% del PIB para lo que queda de 2022. Sin embargo, es una cifra bastante inferior a la de la crisis de 2008.

En aquel entonces, el Gobierno de China concretó un estímulo monetario de 4 billones de yuanes (579.000 millones de euros), que ayudó a la estabilización de la economía mundial. 

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En la actualidad, China está dirigiendo la inversión a proyectos de infraestructuras, a través del banco chino de desarrollo (China Development Bank), el de exportaciones e importaciones (The Export-Import Bank of China) y el de desarrollo agrícola (Agricultural Dvelopment Bank of China).

Sin embargo, parece ser que el sector tecnológico no representa una preocupación para China, aunque existen ya algunos síntomas en el mercado laboral y productivo que advierten de un escenario no muy favorable para este.

Los chips, un ingrediente más en la crisis de China

Según datos de ITjuzi citados por Financial Times, en 2020 y 2021 la inversión destinada a las empresas de chips o semiconductores en China superó los 200.000 millones de yuanes (unos 28.600 millones de euros). 

En la primera mitad de 2022, esta no ha pasado de los 80.000 millones de yuanes (11.400 millones de euros), por debajo de lo que se había visto en años inmediatamente anteriores. 

A la caída de la inversión se une también el cierre de empresas por la ya mencionada política "cero COVID". Según datos de Qichacha, durante 2022 han cerrado más de 3.400 empresas chinas relacionadas con el sector de los chips, por encima ya de las cifras del conjunto de 2021.

 

Por si fuera poco, el mercado laboral de este sector tampoco tiene buenas noticias. Tal y como recoge la Asociación de Semiconductores de China, el déficit en el número de trabajadores de la industria rebasará los 250.000, alcanzando los 300.000 para 2025.

Esto se debe en parte al modelo laboral regulado por la Ley del Contrato de Trabajo aprobada el 29 de junio de 2007 y a la prohibición de demandas sindicales más allá del All-China Federation of Trade Unions (ACFTU), la única organización de trabajadores reconocida, y controlada por el Gobierno.

En la legislación, existe un figura que puede impedir las contrataciones: hùkǒu. Se traduce como una inscripción de residencia. 

En principio, los trabajadores pueden moverse libremente por todo el país, aunque sus derechos sociales pueden verse perjudicados si el hùkǒu tiene una localización diferentes al de la empresa contratante.

En este punto, la crisis de China difiere bastante de la del sector tecnológico estadounidense, que se enfrenta a despidos masivos, como los recientemente confirmados por Google. Habrá que ver si, como ya ocurrió en 2008, China salva de nuevo la economía global.

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