Los intereses bancarios: qué son, cómo funcionan y cuántos tipos existen

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Aunque algunos usuarios preferirían no tener que recurrir nunca a la banca, lo cierto es que el sistema financiero es uno de los pilares de cualquier economía.

De la misma manera, bajando un peldaño, los tipos de interés conforman una de las figuras clave del negocio bancario que, además, afectan a la inmensa mayoría de los productos que contratas, así como a los servicios financieros que utilizas. Se trata de un elemento que, a nada que tengas una noción de lo más básica sobre el funcionamiento de bancos y cajas, conocerás y comprenderás a la perfección.

Los intereses bancarios afectan, entre otros, a las hipotecas —aquí te contamos los aspectos fundamentales que necesitas saber antes de elegir la que mejor se adapte a ti—; las cuentas —por ejemplo, las que usan un regalo como gancho comercial—; o al resto de préstamos y a los créditos, cuya diferencia entre sí puedes descubrir en este enlace.

Qué son los intereses bancarios

De la manera más simplificada posible, el interés es lo que pagas a un banco a cambio de que te preste dinero. Aunque es un camino de ida y vuelta, puesto que también puede ser el porcentaje que te abona la entidad financiera por depositar tu dinero en ella.

De forma más técnica, el interés bancario es la compensación que recibe la entidad financiera por cederte temporalmente un capital como cliente o, de nuevo, la ganancia que tú logras si les llevas tus ahorros.

Este capital que cedes o que te entregan en préstamo se denomina principal, mientras que el rendimiento agregado que se obtiene a cambio en una fecha futura se define como montante.

Cómo funcionan los intereses bancarios

Los intereses por un préstamo o por un depósito no son estáticos, no están recogidos en una tabla que indica cuál es el porcentaje en cada caso en función del producto o del perfil del cliente, sino que se aplican según dicta el mercado.

De entrada, hay que tener en cuenta los índices que se toman como referencia —el euríbor es seguramente el más conocido— o las garantías que aportes al producto. Además, si por algo se distinguen las entidades financieras, es por una redefinición constante de su oferta, así como por el lanzamiento de nuevos productos sin descanso.

La competencia es férrea, salvaje y apenas permite un respiro. El ansia por captar al cliente hace que precisamente éste pueda beneficiarse de una amplia oferta. Como usuario de banca te recomendamos que compares, que analices las promociones con detenimiento, que tengas paciencia para elegir y por qué no, que trates de negociar las condiciones que te planteen.

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No obstante, ese es el funcionamiento general, habiendo dos excepciones a la norma del mercado:

  • Cuando se trate de intereses devenidos por descubiertos en tu cuenta corriente o de ahorro.
  • En caso de que el porcentaje que te apliquen pueda ser considerado claramente abusivo, hasta llegar incluso a la usura.
Qué tipos de intereses bancarios existenq

Tipos de intereses bancarios

En este epígrafe, por si te surge alguna duda, no nos referimos al tipo en el sentido del porcentaje, sino a las modalidades de intereses con las que puedes encontrarte en el mercado bancario.

  • El primero es el interés remuneratorio, es decir, el más común, que marca lo que vas a abonar como montante en un préstamo o lo que recibirás por un depósito a plazo.
  • El segundo, menos habitual, es el interés de mora o de demora, que, como su propio nombre indica, implica una penalización por incumplimiento.

El interés de demora sólo se aplica cuando el obligado falta a su compromiso sobre lo pactado, como, por ejemplo, dejar de realizar un pago en la fecha estipulada. Este interés cumple una función disuasoria y, por tanto, su importe suele ser muy elevado, puede ser tres o, incluso, cuatro veces superior al ordinario, según aclaran desde BBVA.

La importancia de la TAE

Los intereses siempre tienen un determinado tipo —aunque se establezca dentro de los parámetros variables ya explicados—, un porcentaje que se aplica al principal prestado por la entidad financiera en cada caso o al dinero que tú deposites en ella.

Ese agregado debe expresarse en el Tipo de Interés Nominal (TIN), que, en esencia, es lo que pagas al banco por dejarte el dinero en el caso de los préstamos.  Eso sí, sin contar con los gastos añadidos. Estos últimos sí se incluyen en la Tasa Anual Equivalente (TAE), que es el interés real que indica el coste o rendimiento efectivo de un producto financiero.

En otras palabras, debes fijarte, siempre y sobre todo, en esa figura para saber lo que de verdad le pagas al banco al margen de retornarle el capital prestado. La TAE es, en definitiva, la cantidad que pagas al banco por dejarte el dinero más los gastos que te cobra, teniendo en cuenta el tiempo que tardarás en devolver el préstamo.

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