El coste real de no innovar: el bienestar social sería un 15% mejor en España si el país hubiera invertido cerca de un 2% del PIB en I+D desde 1960, según los expertos de BBVA Research

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  • Un análisis de 3 expertos de BBVA Research revela que, si España hubiese mantenido una inversión del 2% del PIB en I+D desde 1960, en 2017 el bienestar social en el país hubiese sido un 15% mejor de lo que fue.
  • El porcentaje, ha explicado este lunes el economista Jorge Sicilia, director de BBVA Research, se corresponde con lo que un país puede avanzar en 2 o 3 generaciones en este índice.
  • Los fondos Next Gen EU, que supondrán la inyección de 140.000 millones de euros en el país, son una oportunidad para corregir este tipo de problemas estructurales, según los expertos.
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La falta de innovación es cara.

No se trata solo de que no invertir en I+D impida generar interesantes sinergias entre sectores productivos con capacidad para crear empleos de larga duración y de calidad, ni de que un país no pueda figurar nunca, orgulloso, entre los primeros lugares de la vanguardia tecnológica.

Se trata de que no inventar cuesta bienestar social a la gente. El pasado mes de febrero, los economistas Javier Andrés, Alfonso Arellano y Rafael Doménech se animaron a calcular cuánto en un detallado informe publicado por el BBVA Research.

Sus conclusiones hablan por sí mismas. 

Manteniendo desde 1960 una tasa de inversión (porcentaje de PIB dedicado a investigación e innovación) cercana a lo que estos expertos calculan que es el porcentaje óptimo, entre el 1,5% y el 2%, el bienestar social (un índice que funciona de forma parecida al PIB per cápita) hubiese mejorado en 2017 un 15% con respecto al que se registró.

Esto sitúa al país al mismo nivel que Italia, Grecia y Portugal, que también hubiesen mejorado su bienestar un cerca de un 15% de haber apostado por la innovación. 

Son mejores noticias que las que dieron, por ejemplo, economías de países como Colombia y México, que con un porcentaje de inversión óptimo hubiesen mejorado su bienestar entre un 25% y un 30%.

En la otra cara de la moneda, se trata sin duda de porcentajes peores que los registrados por países del entorno como Reino Unido, Francia o Alemania, que hicieron los deberes en cuanto a innovación manteniéndola cerca del 2% y, por tanto, apenas registran una mejora inferior al 5% en su índice de bienestar en esta simulación.

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Lo mismo sucede con otras economías punteras en investigación como EEUU o Japón.

En otro estudio, la Fundación Cotec estimó que, entre 2009-2018, España acumuló un aumento de inversión en I+D del 2,5%.

Fue un porcentaje claramente inferior a los crecimientos observados en las otras 4 grandes economías europeas: Alemania se fue al 38%, Reino Unido registró un 21%, Italia totalizó un 17% y Francia se quedó en un respetable 12%.

En vez de mantenerse regularmente entre el 1,5% y el 2%, según recoge Europa Press con datos del INE, España empezó en 1981 una lenta remontada desde el  0,43% de tasa de inversión en I+D hasta el 1,4% de 2010, la mejor cifra hasta 2020. 

Desde 2010, el país dibuja un nuevo valle que culmina con el 1,19% de 2016 para quedarse en el 1,25% de 2019.

En 2020, la propia Cotec, citada por Europa Press, estimó en un 1,47% el porcentaje de PIB dedicado a la investigación y el desarrollo.

No obstante, la propia institución aclaró entonces que esta cifra, que suponía un incremento de 0,22 puntos con respecto a 2019, tenía más que ver con el descenso del PIB por la pandemia (a menos cifra total, manteniendo la inversión, más porcentaje) que con una apuesta decidida por la ciencia y el desarrollo.

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"Es una cifra muy considerable. Un 15% de mejora en bienestar social es lo que puede llegar a crecer en 2 o 3 generaciones un país que va haciendo las cosas más o menos bien", ha explicado al respecto este lunes Jorge Sicilia, director de BBVA Research, en un encuentro organizado por IE University.

Este ha servido como prólogo para South Summit, el evento que va a reunir esta semana en la capital de España a casi 7.000 startups y 1.200 inversores de 124 países.

Los fondos Next Generation ofrecen una oportunidad para cambiar la dinámica

La falta de inversión, ha explicado Sicilia, es un problema estructural que la pandemia no ha ayudado a arreglar, ni mucho menos.

No lo ha hecho, en parte, porque en países como España y Portugal todavía no se ha vuelto al ritmo de creación de empresas anterior a la pandemia. 

Aunque la evolución es positiva, ambos países cerraron 2020 con un 20% menos de creación de empresas con respecto a 2019, según un estudio de la OCDE.

Es algo que no sucede, por ejemplo, en Francia, donde el ritmo de inscripción de nuevas sociedades ya está en un 20% por encima del registrado en 2019. 

Queda en otra liga el entorno anglosajón: en Reino Unido en 2020 se crearon un 10% más de empresas que en 2019 y en 2021 el número ha vuelto a crecer un 10%.

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Se llevan la palma EEUUy su inagotable hambre de emprendimiento, que es inmune incluso a pandemias: se crearon en 2020 un 20% más de empresas que en 2019 y 2021 supera ya en un 30% a 2020.

"La evidencia nos dice que las empresas grandes son las que más impulsan el empleo de larga duración y la innovación, pero es importante que funcione bien todo el sistema", ha explicado Sicilia.

"Un entorno en el que hay una buena cantidad de empresas medianas y pequeñas interesantes garantiza que las empresas grandes tengan que inventar para defender su posición".

Los fondos Next Generation EU, que van a suponer en España una inyección de 140.000 millones de euros, representan a ojos de los expertos una buena oportunidad para que el país corrija buena parte de sus defectos estructurales.

Entre estos, los economistas de BBVA Research destacan sobre todo la baja productividad y las altas tasas de paro estructural

En los últimos 20 años, la cifra de paro en España ha oscilado entre el 8% en los momentos de mayor bonanza económica y el 26% que se registró en 2013, en lo peor de la crisis económica.

La serie histórica del INE indica, sin embargo, que el dato tiene mucha tendencia a quedarse alojado en las dos cifras: España no consigue bajar del 10% de paro desde 2008, en plena burbuja inmobiliaria.

"Estas altas tasas de paro estructural significan que hay mucho capital humano que no se está aprovechando", detalla Sicilia.

Esto es especialmente sangrante entre los menores de 25 años, que por ejemplo registran mes a mes un porcentaje de paro sistemáticamente superior al 30% desde enero de 2020, según refleja el portal Datosmacro.

Como solución, los expertos subrayan que tan importante es acertar en las medidas y en el uso que se dé al dinero de los fondos Next Gen como darles continuidad.

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Esto quiere decir que, igual que hubiese bastado con mantener el nivel de inversión en innovación en un 2% desde 1960 para aumentar sensiblemente el bienestar de la población, en el caso de los fondos europeos bastará con que las medidas sean coherentes a las necesidades estructurales de España y con que se sostengan en el tiempo.

Estas deben guardar relación, por ejemplo, con reorientar a la población activa hacia sectores que ahora mismo demandan trabajadores. 

Así, programadores informáticos, personal experto en bases de datos y profesionales dedicados a la propia investigación deberían ver a partir de los próximos años su horizonte algo más despejado.

Para lograrlo, indica Sicilia, hay 3 factores clave: un buen diseño de los planes, una buena implantación de los mismos y una valoración independiente y rigurosa de las políticas y medidas adoptadas. 

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