Irán, en plena desescalada, vuelve a superar el récord de contagios en una segunda ola de coronavirus

Ciudadanos iraníes en el metro de Teherán.
Ciudadanos iraníes en el metro de Teherán.REUTERS/Wana News Agency
  • Un nuevo repunte de contagios en Irán ha elevado las críticas sobre si su plan de desescalada ha sido demasiado rápido en las últimas semanas.
  • El Gobierno se excusa en que tenían que levantar las restricciones para hacer frente a las fuertes sanciones de Estados Unidos y aliviar su dañada economía, pero enfrentarse a una segunda ola de coronavirus podría ser incluso peor.
  • Irán ha sido uno de los focos regionales y primeros de la pandemia debido, según los expertos, a su estrecha relación comercial con China.
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Una segunda ola de infectados por el coronavirus lleva varias semanas siendo la mosca detrás de la oreja para la mayoría de gobiernos del mundo. Las predicciones eran tan ambiguas como variopintas: quizá a finales de verano, quizá llegado el otoño, quizá en 2021...

Pero lo que pocos esperaban era que fuese a llegar ya. Al menos en Irán.

Los iraníes, en plena desescalada tras repuntar su pico de 164.000 infectados, podrían estar sufriendo el temido repunte vírico que amenazaba en el horizonte. El pasado martes, Irán registró la mayor cifra de contagios en más de dos meses; este jueves la han vuelto a superar.

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Los expertos todavía no han dado con las razones concretas de cómo un país en clara mejoría ha podido repuntar tan rápidamente, aunque la mayoría de críticas se centran en la "desescalada exprés"auspiciada por el grave daño económico que ya sufría el Gobierno debido a las sanciones impuestas por Estados Unidos. La presión financiera era insostenible.

Teherán, después de meses combatiendo la enfermedad, ofrece una imagen de normalidad aparente: la mayoría de establecimientos, como restaurantes, cafeterías y tiendas de todo tipo, han reabierto, y la frontera con Turquía se ha levantado, pero el miedo permanece palpable entre los ciudadanos. La mayoría sigue manteniendo ciertas pautas de distanciamiento, pero no todos.

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En las calles, aproximadamente la mitad de transeúntes no lleva mascarilla. Los parques vuelven a abarrotarse, el transporte público recupera sus colapsos de antes de la pandemia y las autoridades sanitarias no dejan de sumar nuevos infectados. Este jueves: 3.574, casi 400 más que el récord establecido el pasado 30 de marzo.

"Desafortunadamente, el coronavirus nos va a marcar un gol en el minuto 90 si la gente se piensa que ya hemos acabado con él. Si somos negligentes con la situación volveremos atrás. Ciudadanos, tened piedad de nosotros, tengamos piedad de nosotros; los funcionarios del gobierno están agotados", rogaba a principios de esta semana el ministro de Sanidad, Said Namaki.

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Aunque no hay una versión exacta que explique cómo ocurrió el primer contagio en el país, Irán ha sido considerado como uno de los focos regionales de la pandemia. La razón, según varios expertos: residiría en su cercana relación comercial con China.

Así, el estrecho vínculo político entre ambos gobiernos fue incluso más criticado después de que el aeropuerto internacional de Teherán se designase como hub de vuelos entre China y otros países del entorno.

Pese a las restricciones impuestas por el estado de alarma iraní en febrero, una aerolínea privada siguió operando sobre el cielo persa. Son muchas pistas las que apuntan a una mala gestión de la crisis, pero todavía nadie se atreve a dar una respuesta al porqué del repunte.

Sobre todo porque sí, los casos han vuelto a aumentar, pero el nuevo pico de contagios no lleva aparejado una subida proporcional en los fallecimientos. El martes se registraron 80; este jueves, 59. Todavía muy lejos de los 159 reportados hace justo un mes, el 4 de abril.

Pese a todo, el titular de la cartera sanitaria del Gobierno es que el coronavirus está causando estragos lejos de la capital. Juzestán, con varios distritos en cuarentena, es uno de los nuevos focos de la enfermedad. También las provincias de Kermanshah, en el oeste, y Sistán y Baluchestán, en el sureste.

El examen final, y por ende el mayor miedo del Gobierno, es que la segunda ola de coronavirus termine por confirmarse a lo largo de esta semana, coincidiendo con la conmemoración del deceso del ayatollah Jomeini, y se disperse entre la población durante las vacaciones.

La respuesta no es fácil se mire por donde se mire. Recuperar los controles dañará la economía y enfurecerá a la ya de por sí crispada población, pero podría detener el repunte. Por otro lado, esperar que la segunda ola se agote de alguna manera con la gestión actual parece la opción más optimista y conservadora, aunque los riesgos son incluso mayores. Sólo el tiempo dirá qué respuesta tomará el Gobierno.

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