Que tu jefe te exija que te pongas la cámara mientras teletrabajas va contra los derechos humanos

Una mujer asiste a una videoconferencia.

El teletrabajo ha traído consigo cosas positivas y negativas para los trabajadores que lo ha adoptado o cuyas compañías lo han implementado. Una de las más reivindicadas es la propia posibilidad de poder trabajar desde la comodidad de tu hogar

Sin embargo, esa misma comodidad —o más bien el exceso de ella— ha llevado a que se genere un fenómeno que desde compañías como Microsoft denominan "paranoia de la productividad". Este concepto viene a explicar el sentimiento de algunos jefes que piensan que sus empleados no trabajan cuando lo hacen desde casa

Esto se debe a que existe una discordancia entre las expectativas de las compañías y las de los trabajadores. Un informe de la propia Microsoft concluyó que "más del 80% [87%] de las personas sienten que son muy productivas", mientras que el 80% de los directivos de esas mismas personas consideran que rinden menos por culpa del trabajo a distancia.

 

Esta "paranoia" ha llevado a las empresas a implementar toda clase de medidas para intentar luchar contra la supuesta escasez de productividad que presentan sus propios trabajadores. 

Desde adoptar la utilización de programas informáticos que rastrean los clics del ratón y las pulsaciones de la teclas del teclado de los empleados para comprobar que, efectivamente, están trabajando, hasta propuestas muchos más "laxas" como la obligatoriedad de encender la cámara del ordenador durante las reuniones de trabajo. 

Ahora bien, parece que la adopción de esta última medida podría estar cerca de llegar a su fin. Un tribunal de Países Bajos ha dictaminado que pedirle a un empleado que encienda la cámara de su ordenador para demostrar que está trabajando constituye una violación de los derechos humanos por parte de la empresa.

El caso en cuestión

Una desarrolladora de software de Florida (EEUU), Chetu, contrató a un comercial de Países Bajos al que le exigió que encendiera su webcam para probar que estaba trabajando. Este se negó a ser vigilado "durante 9 horas al día" a través de un programa que incluía la vigilancia de su pantalla y de la cámara de su ordenador. Al negarse, la empresa lo despidió, pero la justicia le ha dado la razón

Así lo ha publicado NL Times, que ha recogido el dictamen del tribunal neerlandés que ha terminado dando la razón al trabajador. "Las instrucciones de mantener la webcam encendida entran en conflicto con el respeto a la intimidad de los trabajadores", detalla la sentencia. 

El Tribunal Supremo aclara que grabar a un trabajador sin previo aviso es legal

"No me siento cómodo siendo vigilado durante 9 horas al día por una cámara. Es una invasión de mi intimidad y me hace sentir muy incómodo. Por eso mi cámara no está encendida", defendía en su momento el empleado, asegurando que la compañía ya le estaba vigilando al examinar lo que se visualizaba en su pantalla. 

La sentencia, que llega a sugerir que las exigencias de Chetu hacia su personal constituyen una violación de los derechos humanos, ha impuesto una multa de 50.000 dólares (cerca de 52.000 euros) para la empresa, así como la obligación de costear los salarios atrasados del trabajador, sus gastos judiciales y la orden de eliminar la cláusula de incompetencia de su expediente.

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