A una joven de 28 años que perdió más de 11 kilos sin hacer dieta ni ejercicio le dijeron que tenía síndrome del intestino irritable: en realidad tenía cáncer de colon

Anna Medaris,
Ashley Teague.
Ashley Teague.

Ashley Teague

Ashley Teague no sabía por qué había empezado a perder peso en la primavera de 2019, y realmente no le importaba. 

El año anterior había sido excesivamente duro —su amiga íntima falleció de un ataque al corazón y su tío murió en acto de servicio— y había engordado un poco.

Tal vez, pensó Teague, los kilos que habían desaparecido reflejaban su mejor salud mental y física. No importaba que trabajara hasta altas horas de la noche como portera y que no hubiera cambiado su dieta ni su rutina de ejercicios

"Me dije: 'Vale, guay'", comenta Teague, cuya estructura de 1,80 metros había aumentado hasta alcanzar los 124 kilos en su momento de mayor peso. "Ni siquiera estaba prestando atención a algo como: 'Oye, tu horario es horrible, apenas duermes, comes como una mierda'". 

Pero un año después, Teague, fotógrafa independiente y madre de 2 hijos en Indianápolis (EEUU), empezó a preocuparse. Había bajado más de 11 kilos, había sufrido un severo e inexplicable dolor de costado mientras trabajaba en una sesión de fotos de la Super Bowl, y todo lo que comía le pasaba por encima. Tenía diarrea hasta 7 veces al día

"En el fondo sabía que algo iba mal", afirma. 

Pero Teague, que ahora tiene 30 años, dijo que tardó entre 6 y 7 meses en interceder por sí misma en la consulta del médico para que leconcedieran una colonoscopia, —a pesar de que probablemente heredara el síndrome de Lynch, una condición genética vinculada a un mayor riesgo de padecer múltiples cánceres, incluido el colorrectal—.

Cuando finalmente se sometió a la intervención, Teague supo que tenía un tumor en el colon del tamaño de una pelota de béisbol. Ahora comparte su historia para concienciar sobre el síndrome de Lynch y las crecientes tasas de cáncer de colon en los jóvenes, y para animar a la gente a hablar alto por sí misma. 

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Los médicos primeramente le dijeron que parecía sana y que probablemente tendría síndrome del intestino irritable 

La primera vez que Teague acudió al médico, asegura que la enfermera que le atendió descartó la pérdida de peso, el dolor y la diarrea como síndrome del intestino irritable y le dio una medicación. Un mes después, Teague volvió con la misma lista de síntomas, junto con la aparición de heces con sangre

Pero como sus análisis de sangre resultaron normales y, según la enfermera, "parecía sana", se le denegó la colonoscopia. "No realizamos colonoscopias a pacientes menores de 48 años", afirma Teague que le dijo la enfermera. 

En las siguientes visitas al médico, Teague relata que había contado al equipo que su madre, superviviente de un cáncer de riñón y de mama, tenía el síndrome de Lynch. Teague tenía un 50% de probabilidades de heredar la mutación, que deja a las mujeres con un riesgo del 40% al 60% de desarrollar cáncer de colon a lo largo de su vida, según el MD Anderson Cancer Center.  

Pero los médicos no le hicieron pruebas para detectar la enfermedad, declara, y se limitaron a decirle que "dejara la comida picante" y cambiara su dieta, ya que un TAC no había detectado ningún problema.

No fue hasta que Teague se enteró de que a su padre le habían extirpado recientemente unos pólipos cancerosos del colon y se lo contó a sus médicos, cuando le hicieron una colonoscopia por vía rápida. "De repente, todo el mundo se apresuró a decir: 'Tenemos que programarla, tenemos que programarla'", permite saber Teague.

"Recuerdo que mi mundo se detuvo. No oí nada, fue un silencio y un frío", describe sobre el momento en el que se enteró de que el procedimiento, llevado a cabo en diciembre de 2020, había revelado la presencia de cáncer.

Teague se enteró de que tenía el síndrome de Lynch, lo que tuvo su lado positivo

Teague se sometió a una intervención quirúrgica para extirpar más 1,22 metros de su colon de 1,5 metros y fusionar lo que quedaba con su intestino delgado. 

Ashley Teague en el hospital.
Ashley Teague en el hospital.

Ashley Teague

El cirujano también le recomendó que se sometiera a un examen genético para detectar el síndrome de Lynch, que Teague supo que había heredado. 

Se calcula que alrededor de 1 de cada 300 personas en todo el mundo padece esta enfermedad, pero es probable que esté "lamentablemente infradiagnosticada", asegura a Business Insider el doctor Matthew Yurgelun, director del Centro del Síndrome de Lynch del Instituto Oncológico Dana-Farber. 

Para las personas con esta enfermedad, según indica, "hay una gran cantidad de herramientas disponibles que pueden ser extremadamente eficaces para reducir el cáncer, pero tenemos que saber que ese riesgo añadido existe en primer lugar". 

 

Según Yale Medicine, las personas que saben que padecen el síndrome de Lynch suelen empezar a hacerse pruebas de detección de cáncer de colon a los 20 años y las repiten cada uno o dos años. 

Si Teague se hubiera sometido a las pruebas 6 años antes, cuando se lo diagnosticaron a su madre, cree que los médicos habrían detectado el cáncer antes y se podría haber salvado más, si no todo, el colon. 

Sin él, sólo puede digerir una o 2 comidas al día, tiene que ir al baño con frecuencia y la mayoría de las veces sólo logra heces blandas. Pero, dice, "prefiero eso a tener que cambiar una bolsa de colostomía cualquier día". 

Teague también está agradecida, en cierto modo, por tener el síndrome de Lynch, ya que los cánceres que se desarrollan a partir de él tienden a diagnosticarse en etapas más tempranas, incluso si el paciente desconoce que tiene el síndrome, señala Yurgelun. 

Antes de operar, el cirujano de Teague pensó que se trataba de un cáncer en fase 4 debido al tamaño del tumor. Pero Teague afirma que más tarde se enteró de que estaba en fase 2. 

"Algo que debería haberme matado no lo hizo porque tengo el síndrome de Lynch", declara Teague, añadiendo que los médicos le dijeron que había estado viviendo con el cáncer durante más de un año. 

Ahora, Teague, que tiene una página de GoFundMe para sufragar sus gastos médicos, está considerando la posibilidad de someterse a una histerectomía, ya que también tiene un alto riesgo de cáncer de útero. 

Pero primero tiene que decidir si quiere tener más hijos. Sus hijas tienen ahora 10 y 6 años, y se someterán a la prueba de Lynch cuando cumplan 18 años. "Si lo tienen, empezaremos a establecer las revisiones preventivas", añade. 

Los cánceres de intestino están aumentando entre los jóvenes 

En las últimas 3 décadas, las investigaciones han constatado un aumento de las tasas de cáncer de colon y enfermedades relacionadas, como el cáncer de recto, entre los más jóvenes.

Las personas mayores de 50 años siguen teniendo un mayor riesgo de desarrollar este tumor en general. Sin embargo, a los menores de 50 años se les diagnostican con más frecuencia formas avanzadas de la enfermedad, difíciles de tratar.

Los cánceres de intestino pueden ser complejos de diagnosticar porque los síntomas —como el dolor abdominal, el estreñimiento, la diarrea, la pérdida de peso y la fatiga— son comunes con dolencias como las hemorroides, la enfermedad inflamatoria intestinal o el síndrome del intestino irritable. 

Está muy claro que los signos y síntomas que podrían indicar un cáncer colorrectal en los menores de 50 años, y en particular la hemorragia rectal, deben ser evaluados por un profesional de la salud con prontitud y no ser descartados como "sólo hemorroides" o "normal", indicó previamente el doctor David Greenwald de la Escuela de Medicina Icahn del Monte Sinaí.

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Si se detecta a tiempo, el cáncer de colon es muy tratable, y la tasa de supervivencia relativa a 5 años es de aproximadamente el 90% si el cáncer no se extiende, según la Sociedad Americana del Cáncer.

"Tengo tantas ideas y planes que quiero ponerme a defender, que me siento un poco desanimada en este gran mundo, ¿será realmente mi voz la que se escuche?", incide Teague. "Pero alguien tiene que animar a los médicos a tener en cuenta los antecedentes familiares, la historia clínica y los síntomas, y no descartar simplemente a los pacientes por su edad, añade. 

Hacerse las pruebas de detección, señala Teague, al menos puede dar a la gente "tranquilidad".

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