Víctimas del mordisco de la inflación: por qué los jóvenes tienen más problemas para llegar a fin de mes

Un grupo de jóvenes durante una sentada contra el encarecimiento de la vivienda en Barcelona

"Del conjunto de la sociedad, el grupo de los jóvenes es el más vulnerable a las repercusiones del estancamiento económico, ya que es el primero en sentir los efectos de las crisis". 

Hace 40 años que la Unesco hizo esta declaración, pero valdría perfectamente para definir el eterno drama de los jóvenes, un colectivo que, sea la época que sea, sufre al cuadrado los problemas que afectan a la economía. 

Ahora, con una inflacióngalopante que se come el poder adquisitivo del consumidor, no iba a ser una excepción. Si la subida de precios agujerea el bolsillo de los hogares españoles, los jóvenes ya lo tienen desgarrado.

"En cada crisis vemos cómo los jóvenes sufren más. Ya tenemos una generación con 2 crisis a sus espaldas y ahora podría llegar una tercera", lamenta Marcel Jansen, profesor titular de Economía en la Universidad Autónoma de Madrid e investigador asociado en Fedea.

"Creo que, en un contexto de elevada inflación, los jóvenes se pueden ver particularmente afectados por múltiples vías", coincide Carlos Victoria, consultor de protección social y trabajo en el Banco Mundial y economista investigador en EsadeEcPol.

Altas tasas de temporalidad y de paro, salarios bajos e inestabilidad, dificultades para emanciparse... Hay un cóctel de razones que explican por qué los jóvenes tienen todas las papeletas para sufrir doblemente la subida de precios que hace más complicado llegar a fin de mes.

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Temporalidad y desempleo: una combinación letal 

Los jóvenes no sólo tienen dificultades para encontrar trabajo: es que cuando al fin lo consiguen, lo más probable es que se trate de un contrato temporal. 

En 2022, un 26% de todos los parados en España y uno de cada 3 trabajadores temporales tienen menos de 29 años, según datos del INE.

"El efecto de la inflación sobre los jóvenes es potente si sumas tasa de paro más empleos precarios. La tasa de desempleo entre los jóvenes es muy amplia y también la temporalidad.", señala Jesús Ruiz-Huerta, director de Laboratorio de la Fundación Alternativas.

Una mayor tasa de temporalidad y de paro deja a los jóvenes en primera línea de impacto cuando golpea la inflación porque implica menores ingresos con los que hacer frente al encarecimiento de la vida y una alta incertidumbre cuando el contrato temporal con la empresa de turno llegue a su fin.

En promedio, "un empleado fijo cobra un 40% más que uno temporal", explica Gonzalo Bernardos, profesor titular de Economía de la Universidad de Barcelona. Es como si existiera una doble escala salarial: una para indefinidos y otra para el resto.

En España, el 18% de los jóvenes de entre 25 y 29 años está en paro, porcentaje que supera el 26% en el caso de los menores de 24 años. Pero es que, entre los que sí han encontrado empleo, la gran mayoría sufre el lastre de la temporalidad.

En el primer trimestre de 2022, 2 de cada 3 menores de 24 años con trabajo tienen contrato temporal y el panorama no mejora mucho en la franja de 25 a 29 años: la tasa de temporalidad está en el 42%. 

"Cuando la economía se ve impactada por un shock negativo, lo primero que ocurre es la destrucción empleos temporales. Esto sitúa a los jóvenes entre los colectivos más afectados, al sufrir mayores tasas de temporalidad. Con la pandemia, a pesar de los ERTE, hubo destrucción de empleo temporal", apunta Victoria.

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No llegar a cobrar ni el salario mínimo

La inflación no distingue de rentas... a medias. Cuando el coste de vida sube, todos los hogares sufren el mordisco en sus ingresos pero, en aquellos con una renta más baja, la mordida de la inflación duele más. Y resulta que los jóvenes son multitud entre el colectivo de menores ingresos.

"En la medida que los jóvenes están sobrerrepresentados en las rentas bajas, aquellos que viven de manera independiente están entre los hogares más afectados", apunta Jansen.

Según datos de la Agencia Tributaria, el salario medio bruto de los menores de 25 años fue de 7.252 euros al año en 2020 y de 16.137 euros en el caso de los menores de 35 años, lo que significa que más del 80% de los empleados menores de 24 años cobran el salario mínimo o incluso menos.

Esto se debe a que, además de la elevada temporalidad, muchos jóvenes tienen contratos a jornada parcial. Uno de cada cuatro empleados con jornada parcial tienen menos de 29 años.

Los contratos a jornada parcial llevan aparejados menos horas de trabajo y, por ende, salarios más bajos. Si el salario mínimo ahora mismo está en 1.000 euros brutos, para un trabajador a media jornada suponen sólo 500 euros al mes.

"Los contratos a tiempo parcial han generado pobreza laboral. Cuando miras la retribución anual, muchas personas no llegan a salir del umbral de pobreza", lamenta Florentino Felgueroso, investigador asociado de Fedea.

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"Los jóvenes ocupados en trabajos más inestables y peor remunerados se verán más perjudicados por el aumento de la inflación que los trabajadores de mayor edad, en buena medida porque sus remuneraciones crecerán menos", coincide Juan Ramón García, economista principal para España de BBVA Research.

Entre 2006 y 2020, los salarios de los empleados de entre 16 y 34 años son los que menos han aumentado. Es más, desde 2006, la inflación acumula una subida del 16,7%, lo que significa que los menores de 24 años son los únicos que han perdido poder adquisitivo.

"Es el colectivo que afronta las peores condiciones laborales relativas, sufren niveles de precariedad insoportablemente altos", señala CCOO en un estudio sobre precariedad laboral.

Los salarios, critica Jansen, no van a estar indexados a la inflación, pero las pensiones sí: "Esto es un agravio comparativo; los jóvenes ya tienen salarios muy bajos en relación a las pensiones".

Problemas para cubrir necesidades básicas

"El problema con salarios bajos es que no puedes atender a tus necesidades", lamenta Ruiz-Huerta.

La subida de la inflación está afectando principalmente a productos de primera necesidad que se consumen a diario: pagar el alquiler, afrontar la subida de la factura energética, echar gasolina, hacer la compra... Pero, para unos, el esfuerzo financiero para hacerles frente puede llegar a ser un mundo.

Esto se debe, como señala Raymond Torres, director de Coyuntura Económica de Funcas, a que "la proporción de la cesta de la compra que representan estos productos es muy alta para las rentas bajas, en relación con otras rentas".

Por ejemplo, según cálculos de Bank of America, la energía representa 4 veces más de la renta de las clases bajas que para la parte alta. 

"La energía, los alimentos e incluso el alquiler son componentes muy importantes en la cesta de los jóvenes", añade Jansen.

"Los jóvenes viven en alquiler y les afecta más la indexación de los contratos de arrendamiento al IPC, lo que beneficia a los propietarios", apuntan desde BBVA Research.

No se trata de que los jóvenes, por el mero hecho de ser jóvenes, sufran más el mordisco de la inflación. Lo que hace que este colectivo tenga cada vez más problemas para llegar a fin de mes tiene que ver con que encarnan la mayoría de males que arrastra la economía: temporalidad, paro, precariedad.

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