Júpiter también se comió a sus hijos: el gigante gaseoso devoró a los planetas más pequeños de su alrededor

Imagen de Júpiter tomada por la sonda espacial Juno de la NASA en 2018.
Imagen de Júpiter tomada por la sonda espacial Juno de la NASA en 2018.

Reuters

En algunas ocasiones, el mito y lo real tienden a confundirse y algo muy parecido ocurre con los planetas y los dioses grecolatinos. Aunque se conoce muy bien la historia de Saturno devorando a sus hijos, a Júpiter parece que le ocurrió un hecho bastante similar.

Aunque esta vez en el firmamento y no en la imaginación de los terrestres de milenios de historia. Un nuevo estudio publicado en Astronomy & Astrophysics ha concluido que Júpiter es tan grande porque se comió a los planetas bebés de su entorno.

El equipo ha utilizado datos gravitacionales recopilados por la sonda Juno de la NASA, lo que ha ayudado a poder trazar un mapa de la composición química de Júpiter. Así han podido observar que el gigante gaseoso consiguió su tamaño devorando planetesimales.

Estos no son otra cosa que la materia desde la que se forman los planetas, aunque Júpiter no les dio la posibilidad de seguir aumentando y los devoró.

"Juno proporcionó datos de gravedad muy precisos que nos ayudaron a restringir la distribución del material en el interior de Júpiter", ha asegurado a Live Science Yamila Miguel, astrofísica de la Universidad de Leiden (Países Bajos). "Son datos muy singulares que solo podemos obtener con una nave espacial que orbita alrededor del planeta". 

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Sin embargo, poco se conoce sobre la formación inicial de Júpiter, el planeta más importante en el desarrollo del Sistema Solar. Pero existen algunas teorías.

En primer lugar, se cree que el material rocoso inicial para su creación provino de los bautizados como guijarros, rocas espaciales más pequeñas que el gigante atrapó para sí.

En segundo lugar, y en el lado opuesto, aparece la teoría que plantea el estudio sobre los planetesimales que, de no haber quedado atrapados por Júpiter, habrían podido formar otros planetas como la Tierra o Marte.

"Debido a que no podemos observar directamente cómo se formó Júpiter, tenemos que juntar las piezas con la información que tenemos a día hoy", ha añadido Miguel. "Y esto no es tarea fácil".

Según ha incidido Miguel, la teoría de los guijarros queda refutada con esta nueva investigación, ya que con la misma no podría haber una concentración tan alta de elementos pesados en Júpiter, algo estudiado por el equipo.

De momento, poco se sabe sobre los mundos gaseosos y el conocimiento más detallado sobre Júpiter puede ayudar al futuro de la investigación del telescopio espacial Jamess Webb, además de saber más en detalle cómo se formaron otros planetas como Saturno, Urano y Neptuno.

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