La tecnología para leer la mente humana podría estar más cerca de lo que piensas y Elon Musk o Mark Zuckerberg ya han empezado a tomar posiciones

Elon Musk, CEO de Tesla y cofundador de PayPal, SpaceX, Hyperloop, SolarCity, The Boring Company, Neuralink y OpenAI.

REUTERS/Michele Tantussi

  • La industria que quiere aprender a interpretar el cerebro todavía no ha alcanzado su potencial completo. 
  • Sin embargo, las grandes tecnológicas y un sinfín de startups están desarrollando lo que podría ser el futuro del mercado interfaz-cerebro. 
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¿Puedes imaginarte caminando con un microchip insertado en tu mano que contenga tu información de contacto o tu tarjeta de crédito? 

Es la realidad de Peter Joosten, que se considera un biohacker profesional y está especializado en la ciencia que busca utilizar la tecnología para mejorar el cuerpo humano. 

Hannes Sjöblad también se ha implantado varios sensores en su organismo y ha fundado la Asociación de Cyborgs de Suecia y una agencia llamada DSruptive Subdermals, que prototipa y desarrolla tecnología pensada para el cuerpo humano. 

Son los primeros pasos de una industria que avanza hacia lo que algunos imaginan ya como superhumanos y en la que las grandes tecnológicas ya están creando una hoja de ruta. 

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Recientemente, la compañía de Elon Musk, Neuralink, mostró un vídeo en el que se puede ver a un mono con un chip implantado en el cerebro jugando a un videojuego que controla desde la mente.   

Musk ha hecho declaraciones sobre el futuro que ayudan a prever cómo se imagina el futuro el magnate de la tecnología. 

El CEO asegura que entre las capacidades potenciales de la tecnología que investiga su compañía estaría conducir un coche, jugar a videojuegos, manipular la memoria o hacer caminar de nuevo a personas con daños en la médula espinal.   

Aunque todavía estamos lejos de ese momento, las grandes compañías tecnológicas ya están investigando y desarrollando productos en esa dirección. 

Facebook, la otra gran compañía que también busca hurgar en el cerebro de los usuarios 

Hace ya 4 años que Mark Zuckerberg, CEO de Facebook, reveló que la compañía trabajaba en la manera de comprender mejor el cerebro de los usuarios. 

El CEO presentó algunas posibilidades, como la oportunidad de escribir en un ordenador utilizando solo el pensamiento. 

"Presumiblemente", dijo Zuckerberg durante una entrevista posterior en Harvard, "esto sería algo que alguien elegiría utilizar como producto".

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Para tranquilidad de la audiencia que lo escuchaba en aquel momento, el CEO del gigante tecnológico descartó la posibilidad de un implante cerebral. 

Por lo menos en aquel momento. 

"Si estás tratando de construir cosas que todo el mundo va a utilizar, vas a querer centrarte en las cosas no invasivas", señaló.

Zuckerberg apostaba más por una tecnología externa que descubriera las conexiones entre determinados pensamientos y determinados flujos de sangre o actividad cerebral. 

En septiembre de 2019, Facebook compró CRTL-Labs, que han desarrollado un sistema para descifrar las intenciones de una persona mediante su actividad neuronal. 

La compañía recientemente ha señalado que está trabajando en una tecnología que puede recoger los pensamientos directamente de las neuronas y traducirlos en palabras.

Cada vez más startups se aventuran en este negocio 

La realidad es que la posibilidad de conectarse al cerebro humano y de interpretarlo ha dejado de sonar a ciencia ficción y cada vez más startups desarrollan su actividad en este nicho. 

Hace dos años, Forbes recogía a las 10 startups más destacadas que trabajaban por leer tus pensamientos. 

La lista incluye a Neurolink y a CRTL-Labs, pero también a otros nombres menos dominados por grandes corporaciones; como Neurable —que aplica esta tecnología a personas con discapacidades— o NextMind —que transforma los pensamientos en una orden a cualquier dispositivo. 

La startup francesa Nuro —que nació para devolver la capacidad de comunicarse a las personas que las habían perdido por una lesión— es ahora capaz de adaptarse instantáneamente a una amplia variedad de condiciones fisiopatológicas como accidentes cerebrovasculares, lesiones traumáticas de la médula espinal, enfermedades neuromusculares de fase media y tardía como la ELA, la esclerosis múltiple, la parálisis cerebral o el síndrome de Guillain-Barré y otros. 

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Recientemente, la española Ibrain Neuroelectronics ha cerrado una ronda de financiación de 14,3 millones de euros coliderada por Asabys Partners y Alta Life Science. Inbrain Neuroelectronics está desarrollando una interfaz neuronal poco invasiva e inteligente que quiere interpretar y modular la actividad cerebral con aplicaciones terapéuticas. 

¿Podrán entonces las grandes tecnológicas controlar nuestra mente?

Por mucho que este tipo de investigaciones recuerden a algunos escenarios que podrían verse en la serie de televisión Black Mirror, los expertos se muestran algo escépticos. 

Por mucho poder industrial que alguien como Musk aporte al problema, el neurocientífico Timothy Buschman asegura matemáticamente que la biología, y no la tecnología, es el verdadero cuello de botella, explica el también neurocientífico R. Douglas Fields, en una columna de opinión. 

Frente a los miedos que pueden existir sobre la capacidad de invadir la propia mente, el investigador reconoce que la investigación intensiva en este tema ha demostrado que algunas tecnologías son capaces de identificar en qué está pensando una persona. 

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El neurocientífico cita la investigación en Universidad Carnegie Mellon liderada por Marcel Just y señala que, gracias a las pruebas realizadas, los científicos "pueden saber en qué número está pensando una persona, qué emoción puede estar sintiendo o si tiene pensamientos suicidas". 

Sin embargo, explica el investigador, este tipo de actividad es solo posible con una cooperación total por parte de la persona que participa en el estudio y no imagina poder realizarlo en contra de su voluntad. 

Desmontando los escenarios fantasiosos, R. Douglas Fields quiere, en el fondo, abogar por la tecnología de cerebro-computadora. 

"Puede restaurar la visión y la audición, generar habla sintética y ayudar a tratar trastornos como el trastorno obsesivo-compulsivo, la adicción y la enfermedad de Párkinson", concluye. 

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