¿Por qué se llama tinto de verano? La culpa la tienen el calor y el flamenco

Tinto de verano

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Calor, pincho de tortilla, unas aceitunas y al fresco de la terraza... la bebida refrescante más colorida, o el cóctel español veraniego por excelencia. ¿Sabes por qué se llama tinto de verano a este popular refrigerio que se despacha tan a menudo en los meses más cálidos?

El vino tinto no se suele tomar frío, sino a temperatura ambiente. Los especialistas recomiendan servir aquellos con cuerpo, y que tienen un contenido de alcohol más bien alto, a temperaturas entre los 14 y los 18 °C. De hecho, no se recomienda guardar la botella en una nevera convencional, sino en una vinoteca.

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Los grados adecuados a la hora de servir el vino tinto permiten apreciar los olores y sabores en toda su esencia. Sin embargo, en verano apetecen más las bebidas frías, por lo que el tinto de verano es una gran opción para disfrutar del regusto del vino con el poder refrescante del hielo y el toque cítrico.

La bebida es muy sencilla, ya que combina el tinto de mesa con gaseosa o refresco de limón y una rodajita del popular cítrico, además de varias piedras del hielo. Esta es la historia del cóctel más emblemático de los meses estivales. 

El peculiar origen del tinto de verano: érase una vez en Córdoba

A comienzos del pasado siglo, en el primer tercio del XX, había en Córdoba una popular venta en la carretera del Brillante, frente al camino que conducía al Cañito Bazán, hoy Avenida de la Arruzafa. 

Por el nombre de su dueño, Antonio Vargas del Moral, el enclave se conocía como la Venta de Vargas, y se convirtió en un punto clave de la cultura flamenca cordobesa.  Allí acudían guitarristas, bailarines o cantaores a dar buena muestra de su arte, charlar, bailar y como no, beber unos tragos.

"Venta de Vargas, guitarra suena", dice para confirmarlo un viejo pasodoble. Incluso en 1959 se estrenó una película con su nombre, protagonizada por la mismísima Lola Flores. 

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Pues bien, para refrescarse en las asfixiantes noches veraniegas —en Andalucía, muchas de ellas tropicales—, los cordobeses daban cuenta de vino tinto con gaseosa y hielo, que pronto empezó a conocerse bajo el nombre de la propia venta. "¡Vámonos al Brillante a tomar un vargas!", decían antes de ir a empinar el codo.

Otra de las hipótesis es que al pedir un vino tinto Valdepeñas con un refresco de gaseosa, la expresión se acortase hasta llegar a Val-gas. Por derivación, la letra ele pasaría a ser erre y el término se convertiría en Vargas. Sea como fuere, ya estamos en época de disfrutar de un rico tinto de verano.

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