Un médico de la CIA que investiga el misterioso síndrome de La Habana confiesa que él mismo tuvo síntomas de la enfermedad

Marianne Guenot,
La embajada de Estados Unidos en La Habana, Cuba, donde se confirmaron los primeros síntomas.

Gary Hershorn/Getty

Un médico de la CIA ha confesado que presentó los mismos síntomas del misterioso síndrome que estaba investigando, el llamado "síndrome de La Habana". 

El especialista, que utilizó un seudónimo de doctor Paul Andrews en una entrevista con la CNN, fue uno de los primeros enviados a la capital cubana para estudiar la misteriosa dolencia que ha afectado a funcionarios estadounidenses en el extranjero. 

Cinco años después de los primeros síntomas, Andrews sigue luchando contra ellos, según ha declarado al doctor Sanjay Gupta en un reportaje especial de la CNN

Los informes de la investigación sobre el apodado "síndrome de La Habana", por el lugar donde aparecieron los primeros síntomas a finales de 2016, lo declaran de forma oficial como "incidentes sanitarios anómalos (ISA)". 

Desde 2017, se han notificado cientos de casos de ISA entre el personal de las agencias estadounidenses, diplomáticos y funcionarios.

La causa exacta del síndrome sigue siendo desconocida, pero los expertos ya han descartado las primeras hipótesis como la psicosis masiva, los ruidosos grillos y los ataques sonoros.

 

Andrews se despertó por la noche por un fuerte ruido repentino

El médico ha explicado a la CNN que se quedó "incrédulo" cuando empezó a experimentar los síntomas. 

Mientras estaba en Cuba, recuerda que una noche se despertó alrededor de las 5 de la mañana por un dolor agudo en el oído derecho, acompañado de náuseas y un fuerte dolor de cabeza. 

Afirma también haber oído un chasquido, un ruido revelador del que hablan otros pacientes del síndrome. 

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En aquel momento la principal teoría era que los síntomas podían estar relacionados con algún tipo de arma sónica, por lo que Andrews se puso auriculares durante 45 minutos en un intento de contrarrestar el impacto. 

Una hora después, como los síntomas no mejoraban, decidió salir de su habitación. Afirma que se sentía confuso, hasta el punto de que le costaba hacer las maletas y abrir las puertas. Su equilibrio también se vio afectado. 

Cinco años después, Andrews ha confesado que sigue teniendo problemas de equilibrio y visión. Hacer senderismo y correr la provoca náuseas y se marea cuando gira la cabeza a los lados, según cuenta a la CNN. 

Los médicos han detectado daños en sus estructuras vestibulares, la parte del oído interno que interviene el equilibrio y que le indica al cuerpo dónde están los espacios. 

"Es muy frustrante que todas esas cosas que quieres hacer, no las puedes hacer", afirma. 

¿Ondas electromagnéticas?

El llamado síndrome de La Habana ha sido objeto de un intenso escrutinio en los últimos años, ya que cada vez se han registrado más casos en Estados Unidos.

En 2021, el presidente estadounidense Joe Biden encargó dos comités para que investigaran el síndrome y asignó 30 millones de dólares para las víctimas de la enfermedad en el gasto de defensa del país para ese año. 

Según un informe de 2020 de las Academias Nacionales de Ciencia y Medicina (NASEM, por sus siglas en inglés), los síntomas del síndrome de La Habana incluyen:

  • Escuchar un ruido fuerte de forma repentina, sobre todo procedente de una dirección. 
  • Sentir una intensa presión o vibración en la cabeza. 
  • Dolor de oído o de cabeza. 
  • Algunos pacientes también experimentan pitidos en los oídos, pérdida de audición, mareos, problemas para caminar y problemas de vista. 

A largo plazo, algunos pacientes pueden experimentar síntomas como niebla cerebral, insomnio y dolores de cabeza. 

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Los expertos siguen buscando una causa plausible, pero hasta ahora la causa de esta enfermedad sigue siendo un misterio.

La principal teoría defendida por el informe de la NASEM y por un informe del pasado febrero de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional, es que la energía electromagnética pulsada o las microondas pueden causar el síndrome. 

No todos los expertos están de acuerdo con esta teoría. 

"La evidencia estaría en el exterior de su cuerpo", contó en su día Cheryl Rofer a Business Insider, química jubilada del Laboratorio Nacional de Los Álamos. 

"Sería como una quemadura térmica, si se quiere ser realmente espeluznante".  

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