Estudiar es bueno para tu intestino, no solo para tu cerebro (y este estudio te explica por qué)

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  • Una investigación publicada en la revista International Journal of Molecular Sciences señala la relación entre una mejor educación y un riesgo más bajo de sufrir trastornos intestinales.
  • El análisis reveló una "correlación genética global inversa fuerte y muy significativa" entre los rasgos cognitivos y la mayoría de los trastornos intestinales

Todo en el cuerpo está relacionado, y cada vez se tienen más evidencias de los complejos vínculos entre el cerebro y el intestino. De hecho, este se ha apodado como "segundo cerebro", entre otros datos, porque registra la actividad de millones de neuronas.

Ahora, una nueva investigación publicada en la revista International Journal of Molecular Sciences apunta a la posible relación entre una mejor educación y un menor riesgo de padecer trastornos intestinales.

 

Los investigadores de la Universidad de Perth en Australia trabajaron con la evidencia previa de la conexión existente entre los sistemas nervioso y digestivo: en un estudio anterior llevado a cabo con casi 800.000 personas se descubrió una asociación genética entre los problemas de salud del tracto gastrointestinal y el alzhéimer.

"Es posible que los trastornos intestinales y el Alzheimer no sólo compartan una predisposición genética común, sino que también estén influidos por las variaciones genéticas que subyacen al nivel educativo", apunta a Science Alert el genetista Simon Laws, de la Universidad Edith Cowan de Australia.

Correlación genética entre rasgos cognitivos y trastornos intestinales

Tras recopilar datos de 766.345 sujetos con su genoma completo, se analizaron las relaciones entre el alzhéimer, los rasgos cognitivos específicos y una serie de trastornos intestinales, incluyendo úlcera péptica, la gastritis-duodenitis, la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), el síndrome del intestino irritable, la diverticulosis y la enfermedad inflamatoria intestinal (EII).

El análisis reveló una "correlación genética global inversa fuerte y muy significativa" entre los rasgos cognitivos y la mayoría de los trastornos intestinales, salvo en el caso de la enfermedad inflamatoria intestinal. 

El vínculo podría depender de efectos en partes específicas del genoma, y también se descubrió un solapamiento genético de los rasgos cognitivos con la demencia y los trastornos gastrointestinales. 

Los investigadores creen que el vínculo podría ser directo: aplicando el análisis de aleatorización mendeliana, demostraron que resulta posible que factores como la educación y una mayor inteligencia redujeran el riesgo de padecer ciertos trastornos intestinales.

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La relación podría ser en ambos sentidos, ya que también se encontraron indicios de que la enfermedad por reflujo gastroesofágico podría ser un factor de riesgo de deterioro cognitivo en rasgos como la cualificación y la inteligencia, por lo que también es importante que los profesionales sanitarios busquen disfunción cognitiva en pacientes con este problema. 

Es otro estudio que apuntala la potente conexión entre el sistema digestivo y el cerebral: cualquier problema en un extremo de la cadena puede desencadenar un efecto mariposa en el otro. 

Buena muestra de ello es la alimentación: existen estudios que avalan la ingesta de alimentos fermentados o ricos en fibra para reducir potencialmente los niveles de estrés o la segregación de la hormona cortisol. 

La nueva investigación apoya la educación y la inversión de las políticas gubernamentales en ella para reducir el riesgo de trastornos intestinales. "Por ejemplo, fomentando un mayor nivel educativo o un posible aumento de la duración de la escolarización", afirma Adewuyi.

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