El Mobile World Congress vuelve a ser foco de protestas políticas: "¿Y si nos quedamos sin nada?"

Ada Colau anunció que no participará en el recibimiento oficial al Rey Felipe VI en los actos de inauguración del Mobile World Congress (MWC)
Ada Colau anunció que no participará en el recibimiento oficial al Rey Felipe VI en los actos de inauguración del Mobile World Congress (MWC)
  • La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, no recibirá el Rey durante la inauguración este domingo del Mobile World Congress y los independentistas de Òmnium harán una cacerolada.
  • El Mobile World Congress es el gran evento del año en la ciudad: aunque éste se esperaba tranquilo, en todas las ediciones hay protestas.
  • "La organización nos ha transmitido que este año tiene que salir perfecto, no vaya a ser que Barcelona se quede sin Mobile", explica un trabajador del congreso.

Un año más, Barcelona se convertirá durante cuatro días en el foco del mundo tecnológico y empresarial debido al Mobile World Congress. Y un año más, los grupos que tienen algo que reivindicar convocan protestas: saben que todos los ojos están puestos en la ciudad y que es el mejor momento para llamar la atención.

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, anunció ayer que no irá a la recepción con el Rey Felipe VI durante la inauguración del congreso. Su ausencia se producirá en el contexto del largo 'procés' de Cataluña: durante el referéndum del 1 de octubre la policía cargó contra quienes fueron a votar, el Rey mostró "cero empatía" con quienes sufrieron esas cargas y Colau ha decidido plantarle por "responsabilidad institucional" ante esas personas y por la falta de normalidad política en la región (a la que el Gobierno tiene intervenida mediante el artículo 155 de la Constitución), según declaró a la prensa. 

Òmnium Cultural, una de las principales asociaciones independentistas de Cataluña, también protestará: con una cacerolada nocturna a las nueve de la noche del domingo (día previo a la inauguración del Mobile)

"Parecía que esta edición iba a ser tranquila", explica un trabajador de la oficina de turismo de Barcelona que vive cada año la afluencia de asistentes a la ciudad. "No hay huelga de transporte ni de taxis. Siempre la hacen porque al tener Barcelona un foco internacional, la gente hace más caso. Este año, lo único será la cacerolada de los independentistas".

El gesto de Colau y la cacerolada de Òmnium se producen en el año más políticamente caldeado para el Mobile de Barcelona, en el que el entorno exige que los organizadores se vayan contentos y la ciudad no se quede sin Mobile. El evento le supone cerca de 500 millones de euros de impacto económico anuales. 

Pero las protestas durante su celebración son más que habituales: los sectores del transporte (por la falta de acuerdos laborales) y del taxi (por su guerra contra Uber y Cabify) llevan años aprovechando las señaladas fechas para presionar a la Administración.

 

Taxistas enfadados con Uber y Cabify

2017 fue el año del taxi: pocas semanas antes de la celebración del congreso los taxistas de Barcelona, encabezados por la principal asociación del sector (Elite Taxi), amenazaban con reventar el encuentro yendo a la huelga. Pedían mejorar la gestión de su carril (por el que van autobuses y taxis, separado del de los coches) y eliminar la publicidad de Cabify, empresa a la que siguen considerando competencia desleal.

Este año están moderados: los taxistas han llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento para que les habilite un carril exclusivo que, prevén, se notará en los accesos al recinto (que suelen colapsarse). Los avances de la Autoridad Metropolitana de Barcelona (AMB) en la regulación de los coches con licencia VTC también han calmado los ánimos.

El portavoz de Élite Taxi ha asegurado, en declaraciones a La Vanguardia, que el gremio hará todo lo que esté en su mano para que la feria vaya bien: “no podemos perder el Mobile. Si se marchan, también lo harán otras ferias y entonces todos acabaremos comiendo alfalfa".

 

Una protesta de taxistas contra Uber.
Una protesta de taxistas contra Uber.

 

Huelga de metro, tren y bus

En 2016, la guerra estuvo en el transporte público: los trabajadores de Metro de Barcelona fueron a la huelga durante los días de feria y la red se colapsó. A los paros se sumaron varios sindicatos de autobús y los trabajadores de Renfe. El impacto en metro, tren y bus fue tan notable que el organizador del congreso (el consejero delegado de GSMA, John Hoffman) se manifestó publicamente sobre el tema y dijo estar "muy decepcionado".

Ese mismo año hubo otra protesta en un barrio cercano al recinto del Mobile, la Zona Franca, una de las más aisladas de la red. Sus vecinos llevan 30 años esperando a que llegue el metro, que está previsto con la Línea 10.

Pocos días antes del congreso, el Ayuntamiento y la Generalitat inauguraron otro tramo de metro: el de la Línea 9 que conecta el Aeropuerto con la Fira de Montjuic (donde se celebra el MWC). La organización había puesto esta apertura como condición para renovar el contrato con Barcelona: sin metro al aeropuerto no habría Mobile, así que la ciudad aceleró para inaugurarlo y los vecinos de Zona Franca protestaron por la desigualdad en el trato.

Políticos contra la prostitución

La hostelería y restauración hacen su agosto durante el Mobile tanto como las salas de masajes (que aumentan precios y abren toda la noche), las prostitutas independientes y los clubs de alterne, que multiplican por cinco su facturación.

Con este caldo de cultivo, en 2015 se manifestaron a la puerta del congreso las Juventudes Socialistas de Catalunya. Protestaban contra el "turismo de negocios sexual" y buscaban concienciar a los congresistas de que "los hombres de verdad no compran mujeres" con una campaña que equiparaba la prostitución a la trata.

 

JSC hace campaña contra el turismo de negocios sexual
JSC hace campaña contra el turismo de negocios sexual

 

"Este año tiene que salir todo bien"

Salvo la cacerolada de Òmnium (que no se prevé que tenga mucho impacto al ser el domingo por la noche), este año ningún sector ha convocado protestas. El ambiente, afirma un trabajador del Mobile World Congress, es de que todo tiene que salir bien para que la organización quede contenta y el Mobile no se vaya de Barcelona. El contrato está firmado hasta 2023. 

"Este año se juegan casi todo por lo que ha pasado en Barcelona", concluye. "Había rumores de que se iban a Dubái. La empresa nos inculca que quiere que salga todo perfecto. Lo hacen todos los años, pero éste tiene presión añadida. Se nota en el ambiente: en general la gente está un poco así de 'uf, ¿y si nos quedamos sin nada?'"

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