Hay cadáveres en Portugal momificándose: los científicos están desconcertados y se teme que haya una crisis de espacio en los cementerios

Marianne Guenot,
Cementerio en Braga, al norte de Portugal.
Cementerio en Braga, al norte de Portugal.

Angela Silva Bessa

  • Los cementerios de Portugal se están quedando sin espacio, en parte porque hay cadáveres que no se están descomponiendo como se espera.
  • Este inquietante fenómeno de momificación natural ha puesto de manifiesto lo poco que se sabe sobre la descomposición humana y alerta a los científicos. 

En Portugal se han dado cuenta de que existe otra pandemia, pero en los cementerios. Los cadáveres de algunos cementerios no se están descomponiendo, sino que están sufriendo un proceso de momificación natural tras ser enterrados. 

En virtud de las leyes locales aplicadas para ahorrar espacio, los cuerpos deben ser exhumados de forma rutinaria para que los restos óseos puedan reposar en contenedores más pequeños. 

El problema que han descubierto es que muchos de ellos no se descomponen, lo que provoca, además de una crisis de espacio en los cementerios, un trauma para las familias que ven a sus seres queridos ser desenterrados para luego ser devueltos otra vez. 

Los científicos portugueses trabajan ahora para descubrir la causa de estas extrañas momificaciones. 

Reciclaje de tumbas para luchar contra el hacinamiento

Ante el hacinamiento de unos cementerios urbanos atestados de personas, Portugal introdujo el concepto de tumbas temporales a principios de la década de 1960.

La idea era sencilla: un cuerpo descompuesto ocupa menos espacio. Los huesos pueden meterse en un ataúd de menor tamaño y trasladarse a otro lugar, como los cajones de las paredes de los cementerios. 

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"No tenemos espacio para crear nuevos cementerios o mejorar los que ya existen en las ciudades", afirma Angela Silva Bessa, antropóloga forense de la Universidad de Coimbra, que ha estudiado los cementerios portugueses. 

Un cementerio en Mértola, al sureste de Portugal.
Un cementerio en Mértola, al sureste de Portugal.

Angela Silva Bessa

Los cuerpos se niegan a pudrirse

3 años después del entierro, la familia del difunto suele recibir una carta en la que se le advierte de que los restos serán trasladados en breve. 

Según la ley, el cuerpo solo puede ser trasladado si se ha descompuesto, de manera que los restos sean huesos, sin ningún tipo de tejido blando. 

Para comprobarlo, los sepultureros tienen que desenterrar el cuerpo para verlo. Si no está lo suficientemente descompuesto, se vuelve a enterrar y el proceso se repite cada 2 años hasta que lo esté. 

Un estudio realizado en los cementerios de Oporto, la segunda ciudad más grande de Portugal, ha descubierto que entre el 55% y el 64% de los cuerpos que fueron enterrados entre 2006 y 2015 no estaban completamente descompuestos tras su primera exhumación. 

Paulo Carreira, propietario de una funeraria y director ejecutivo de la asociación de funerarias de Portugal, ha explicado a Business Insider que las familias suelen afrontar bastante bien la primera notificación. 

Pero los desenterramientos repetidos resultan dañinos emocionalmente. 

En algunos casos pueden pasar décadas de repetidos entierros y exhumaciones hasta que el cuerpo llega a un lugar en el que descansar finalmente, cuenta Carreira. Para un subconjunto de esos cuerpos, el proceso es interminable. En otras palabras, se momifican. 

A diferencia de las momias egipcias, conservadas a propósito, esto ocurre de forma espontánea. La momificación natural suele ocurrir cuando un cuerpo se seca tan rápidamente que la descomposición simplemente se detiene. Se ha observado en entornos extremos, como desiertos o glaciares, o en condiciones de calor y frío intensos. 

La razón por la que se está produciendo con frecuencia en las tumbas portuguesas ha resultado hasta ahora imprecisa e incluso desconocida. 

Silva Bessa analizando las propiedades de las muestras de suelo cogidas en una tumba.
Silva Bessa analizando las propiedades de las muestras de suelo cogidas en una tumba.

Angela Solva Bessa

Una búsqueda para entender la muerte

Silva Bessa y sus compañeros han estado investigando cuál podría ser la causa que está retrasando la descomposición de los cuerpos en Portugal como parte de su proyecto de tesis doctoral. Un estudio inédito en el campo. 

Con el consentimiento de las familias, ha recogido muestras de los cuerpos y de la tierra que los rodea en 5 cementerios. 

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"Es sorprendente", explica a Business Insider. "En la misma sección del cementerio, tengo diferentes etapas de descomposición". 

Alguno de los cuerpos son solo restos de huesos, mientras que otros aún se están descomponiendo, afirma. Otros están momificados de pies a cabeza. 

"Incluso en el mismo cuerpo, puedo tener la mayor parte del cuerpo descompuestos, pero la zona de la pelvis aún en proceso de putrefacción y las manos momificadas. Así que se puede encontrar un poco de todo". 

Silva Bessa ha analizado 8 propiedades del suelo que podrían afectar a la descomposición, como la temperatura, la acidez, la humedad, la densidad, la contaminación por metales pesados y la materia orgánica. 

Hasta ahora, no ha encontrado ningún resultado significativo. "Pensé que al menos encontraría una relación entre las propiedades del suelo y el estado de composición del cuerpo", explica, "pero no lo he hecho". 

Su siguiente paso será comprobar si las sustancias que las personas tomaron durante su vida, como el tabaco o ciertos medicamentos, podrían tener relación con el proceso de momificación, ya que estos comportamientos podrían ser un factor explicativo.

Silva Bessa analizando las propiedades de las muestras de suelo tomadas en una tumba.

Angela Silva Bessa

La descomposición de los cuerpos sigue siendo un misterio 

Tristan Krap, profesor de ciencias forenses que estudia la descomposición de los cadáveres en la Universidad de Maastricht, Países Bajos, afirma que no le sorprende que los cuerpos no se hayan descompuesto completamente en 3 años. 

Según él, un "cuerpo normal" en una tumba tarda unos 5 años en descomponerse, aunque admitió que eran más bien conjeturas. 

Científicos como Krap utilizan instalaciones que tienen acceso a cuerpos donados para estudiar la descomposición, las llamadas granjas de cuerpos. 

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Sin embargo, estas instalaciones suelen centrarse en lo que le ocurre al cuerpo por encima del suelo, lo que resulta útil en casos como las investigaciones de asesinatos, pero es menos útil para entender los entierros normales. 

No hay muchos trabajos que se centren en el cuerpo después de ser enterrado en la tumba, lo que probablemente resulte mucho más complejo. El cuerpo es como una "enorme bomba biológica" que crea bacterias, tejidos y diversos líquidos en el suelo, que a su vez tiene su propio ecosistema, explica Krap. 

Uno de los factores, según el profesor forense, podría ser las variaciones entre los cuerpos de las personas, como el tamaño general, la masa muscular y los niveles de grasa. 

Puedes leer más sobre el proceso de descomposición aquí

Un efecto duradero en la cultura, y el dolor

"Esto tiene un impacto social, que es muy importante para Portugal", cuenta Silva Bessa.

Ante la escasez de tumbas, la gente ha recurrido a la cremación, explica Carreira, y el negocio se ha adaptado a ella.

"Hace 15 años teníamos 4 crematorios. Hoy tenemos 38", afirma. Hasta cierto punto funciona: si todo el mundo fuese incinerado no habría problemas.

Pero como Silva Bessa señala, para los portugueses "es toda una tradición enterrar los cuerpos y no incinerarlos". Por ahora, la falta de espacio y la enorme falta de conocimiento por parte de la ciencia, están minando esa tradición. 

De momento, sigue trabajando, decidida a encontrar un parámetro que pueda explicar este fenómeno de momificación natural.

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