Netflix podrá predecir tus gustos antes de que lo pienses: la unión de informática y neurociencia abre la puerta a la era de la "computación consciente"

Fotograma del capítulo 'Hang the DJ' de 'Black Mirror'.
Fotograma del capítulo 'Hang the DJ' de 'Black Mirror'.

Netflix

  • De una forma u otra, la humanidad ha permitido convivir a diferentes tecnologías que predicen su propio comportamiento, como los algoritmos o la inteligencia artificial.
  • Con este estudio, se abre la puerta a una nueva era, la de la computación consciente, en la que el algoritmo será capaz de adelantarse a los gustos de un ser humano, con que este solo lo piense.
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Hasta ahora, los algoritmos y la inteligencia artificial (IA) han sido las tecnologías responsables de recomendar contenidos en las diferentes plataformas como Netflix, HBO o YouTube, más allá de los clics y valoraciones explícitas que los usuarios hayan dado.

Sin embargo, esto podría cambiar en una década si a todo el paradigma informático y matemático se le añaden tintes del lado de la neurociencia cognitiva. Es decir, que la IA complemente su aprendizaje automático realizando una especie de lectura cerebral, con el objetivo de sentir prácticamente lo mismo que un usuario que está reproduciendo un vídeo, escuchando una canción o solamente eligiendo un nuevo contenido para entretenerse.

Algo parecido estudió un equipo de científicos de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) y la Universidad de Helsinki (Finlandia), quienes unieron neurociencia e informática para demostrar que es plausible conocer las preferencias individuales de una persona, relacionando estas con las de respuestas de las demás.

Para poder visualizar esto de manera práctica, lo mejor será echar un vistazo al método que utilizaron los investigadores en dicho estudio, publicado en la librería digital de ACM.

Un paso más allá en el filtrado colaborativo

Al bucear por el contenido de las plataformas de streaming, habrás podido observar que existen diferentes filtros que puedes seleccionar, de tal forma que te resulte más sencillo encontrar lo que estás buscando. Esto es el resultado de lo que se conoce como filtrado colaborativo.

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Este mismo está basado en algoritmos, en función de valores demográficos (sexo, etnia, lugar geográfico), la popularidad (las votaciones de un contenido) o el del propio contenido (género, duración, etc.). Es decir, que nada es casual, sino que ha sido estudiado previamente para que gastes el mínimo tiempo posible de elección de un producto.

Para observar si la neurociencia cognitiva tiene algo que decir al respecto, los investigadores colocaron un electroencefalograma (EEG) en la cabeza de los participantes, les mostraron diferentes imágenes de rostros y, a partir de aquí, el aprendizaje automático de la IA se encargó de identificar la actividad eléctrica que se podía traducir como los rostros más atractivos para los sujetos.

BCI, cerebro ordenador computadora neurociencia

Reuters

"Al comparar la actividad cerebral de otros, ahora también hemos descubierto que es posible predecir las caras que cada participante encontraría atractivas antes de verlas", aseguró Tuuka Ruotsalo, autor principal del estudio de la Universidad de Copenhague, en un comunicado de prensa. "De esta manera, podemos hacer recomendaciones confiables para los usuarios, al igual que los servicios de transmisión sugieren nuevas películas o series basadas en el historial de los usuarios".

Finalmente, hicieron uso de un algoritmo para que el patrón de respuestas cerebrales de un individuo coincidiera con el de las demás, con lo que lograron predecir la atracción por una persona, incluso antes de que el sujeto la hubiera ni tan siquiera visto. Aunque resulte escalofriante, si se hace un uso indebido de esta tecnología, esto abre el paso a una nueva era, la de la "computación consciente".

La era de la "computación consciente"

Los neurocientíficos saben que la información contenida en los cerebros humanos es muy valiosa, más aún si esta se traslada al plano virtual. "La actividad eléctrica en nuestros cerebros es una fuente de información alternativa y bastante desaprovechada. A largo plazo, el método probablemente se pueda utilizar para proporcionar información mucho más matizada de lo que es posible en la actualidad, sobre las preferencias de las personas", agregó Ruotsalo. 

Sin embargo, cabe destacar que, en paralelo, ya existen interfaces cerebro-ordenador (BCI, por sus siglas en inglés) que han permitido a monos jugar a videojuegos e, incluso, a pacientes con problemas neurológicos escribir con el pensamiento. Por lo que, a pesar de que los investigadores aseguren que aún queda una década, las diferentes industrias interesadas comiencen a invertir en este sentido. Más incluso cuando los usuarios mienten en cuanto a sus preferencias.

"Debido a normas sociales u otros factores, es posible que los usuarios no revelen sus preferencias reales a través de su comportamiento en línea", añadió Michiel Spapé, coautor del estudio. "Por lo tanto, el comportamiento explícito puede estar sesgado. Las señales cerebrales que investigamos se detectaron muy pronto después de verlas, por lo que están más relacionadas con impresiones inmediatas que un comportamiento cuidadosamente considerado".

En este sentido, el futuro ya está aquí y no hace falta visualizarlo en la imaginación. Ha llegado el inicio de una nueva era, la de la "computación consciente". "Considero nuestro estudio como un paso hacia una era a la que algunos se refieren como computación consciente, en la que, mediante el uso de una combinación de ordenadores y técnicas de neurociencia, los usuarios podrán acceder a información única sobre sí mismos", concluyó Keith Davis, autor de la investigación. 

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