Por qué los niños parecen lidiar mejor con el COVID-19 que los adultos: la ciencia apunta a un sistema inmunitario innato más efectivo

2 niños y un adulto, con mascarillas por COVID-19

Peter Nicholl/Reuters

  • La necesidad de priorizar a otros grupos más vulnerables, la limitada existencia de dosis o los indicios de que, en general, a los niños parecía afectarles menos el COVID-19 (con muchos de ellos asintomáticos o con síntomas leves) llevó a retrasar la vacunación de los menores.
  • La posibilidad de que los niños lidien mejor con los peores efectos del COVID-19 que los adultos contrasta con otros virus respiratorios, por lo que ha supuesto un misterio que la ciencia ha ido intentando desvelar.
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Llevó tiempo decidir si los niños también debían vacunarse contra el COVID-19 y conseguir la dosis y la aprobación, pero se logró: desde el pasado diciembre, en España está aprobada la vacunación contra el coronavirus de los menores con 5 a 11 años.

En el tiempo transcurrido hasta entonces, el 56,9% de este grupo de edad ha recibido al menos una dosis, mientras que el 13,6% cuenta con la pauta completa, según datos de Sanidad publicados este lunes 21.

En la decisión de vacunar a menores de 12 años han podido jugar un papel destacado 2 motivos: la importancia de proteger a los niños con inmunodeficiencias y el objetivo de contribuir a que el coronavirus se propague menos, explica Margarita del Val en una entrevista a Business Insider España.

De hecho, tanto en el momento de la aprobación en diciembre como en la actualidad, los españoles más jóvenes presentan las mayores tasas de incidencia acumulada: los adolescentes tienen ahora una incidencia acumulada de 1.181 en los últimos 14 días, seguidos de los niños con 11 años o menos, con 957 casos por cada 100.000 habitantes (la media de España es de 786).

En el lado de las dudas sobre la necesidad de esta medida, pesaban argumentos como el de priorizar a otros grupos más vulnerables, la limitada existencia de dosis o los indicios de que, en general, a los niños parecía afectarles menos el COVID-19, con muchos de ellos asintomáticos o con síntomas leves.

¿Están mejor protegidos los niños contra el COVID-19?

La posibilidad de que los niños lidien mejor con los peores efectos del COVID-19 que los adultos entra en contraste con el caso de otros virus respiratorios, como la gripe o el virus respiratorio sincitial, por lo que ha supuesto un misterio que la ciencia ha ido intentando desvelar.

Las respuestas parecen encontrarse en una inmunidad innata más efectiva en el caso de los menores, es decir, la primera línea de defensa del organismo ante una infección, diferente de la inmunidad adaptativa, más específica y de desarrollo más lento.

Si el sistema inmunitario fuese una fortaleza medieval, la inmunidad innata (incluye moco en la nariz y la garganta, para atrapar los microbios dañinos) sería ese primer foso que mantiene alejados a los invasores (virus), así como las balas de cañón (proteínas y células) que lanza.

Tras esa primera línea aparecería el sistema inmunitario adaptativo, con memoria de experiencias previas y que recuerda debilidades específicas gracias a su respuesta con células T y células B (soldados preparados dentro de las murallas).

La imagen metafórica la comparte en The Wall Street Journal el Dr. Kevan Herold, profesor de inmunobiología y medicina interna en la Universidad de Yale (EEUU) y autor de varios estudios relacionados con el tema junto a su mujer, Betsy Herold (especializada en enfermedades infecciosas pediátricas).

Ellos y otros investigadores afirman que los sistemas inmunitarios de los niños tienen niveles más altos de algunas moléculas innatas y mayores respuestas innatas en comparación con los adultos, lo que apuntan como clave para su protección contra el COVID-19.

Los niños y jóvenes infectados por SARS-CoV-2 (coronavirus que causa el COVID-19) presentan una enfermedad más leve que los adultos y una mortalidad escasa, ante lo que "se sugiere que los factores dependientes de la edad pueden modular la respuesta inmunitaria antiviral", comienza diciendo el primer estudio, de 2020.

Tras ver que los niños tuvieron una menor duración de la estancia, una menor necesidad de ventilación mecánica y una menor mortalidad en comparación con los adultos, a pesar de que estos presentaban una respuesta de las células T más robusta a la proteína de la espiga viral, los llevó a descartar un fallo en la generación de respuestas inmunitarias adaptativas en los mayores.

A partir de ahí, con un análisis de hisopos de nariz y garganta en niños y adultos, encontraron que se activaron más genes involucrados en la inmunidad innata en los primeros, que también tenían niveles más altos de citocinas (pequeñas proteínas producidas por varias células que las ayudan a comunicarse entre sí) involucradas en la inmunidad innata.

"Estos hallazgos proporcionan evidencia directa de una respuesta inmune temprana de la mucosa más vigorosa en niños en comparación con adultos y sugieren que esto contribuye a resultados clínicos favorables", concluía la investigación, publicada en abril de 2021.

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A esto se suma otro elemento, en apariencia contradictorio: Amy Chung, investigadora del Instituto Peter Doherty de Infección e Inmunidad de Melbourne (Australia), y sus colegas descubrieron que las personas mayores sanas tenían fuertes respuestas de anticuerpos preexistentes al COVID-19, probablemente porque habían estado expuestas a otros coronavirus, como los que causan el resfriado.

El hecho de que los niños, menos expuestos previamente, no tuvieran una respuesta tan fuerte suponía en realidad una ventaja: cuando su sistema se encuentra con el coronavirus, se moviliza y ataca enseguida las partes esenciales del virus, mientras que el de los adultos se dirige a las zonas que han encontrado antes en otros coronavirus, pero que "no parecen ser tan importantes para detener la infección", explica Chung a WSJ.

Sin embargo, el sistema inmunitario innato no es 100% efectivo, y los niños también pueden enfermarse  de COVID-19, ser hospitalizados, propagar el virus a otras personas o tener síntomas persistentes.

Su tasa de infección del coronavirus es similar a la de los adultos, según otro estudio en EEUU, que añade eso sí que "una mayor proporción de infecciones entre los niños eran asintomáticas". E, incluso, "los niños más pequeños pueden tener un mayor riesgo de transmitir el SARS-CoV-2" en el hogar que los niños mayores, de acuerdo con otra investigación reciente.

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