La nueva estafa del mundo de las criptomonedas: la 'tokenización' de los bonos de carbono

Paris Marx,
Nuevas startups se están dedicado a 'tokenizar' los bonos de carbono para ganar dinero mientras, supuestamente, ayudan al planeta.
Nuevas startups se están dedicado a 'tokenizar' los bonos de carbono para ganar dinero mientras, supuestamente, ayudan al planeta.

Rachel Mendelson/Insider

Quizás te acuerdes de Adam Neumann, cofundador de WeWork, y de cómo se derrumbó su castillo de naipes en 2019 tras afirmar que su misión era "elevar la conciencia del mundo" a través de los espacios de coworking. Finalmente, el intento de la empresa de salir a bolsa fue un fiasco.

Ahora, tras malgastar miles de millones y ser expulsado de la compañía que fundó, Neumann ha vuelto. En esta ocasión, pretende salvar el mundo a través de las criptomonedas.

Junto a su mujer, Rebekah, ha fundado Flowcarbon, una empresa que tiene como objetivo hacer frente a la crisis climática con la promesa de "crear un acceso democratizado a las compensaciones e incentivar proyectos de alto impacto para mitigar los efectos del cambio climático". Traducción: la empresa planea vender una criptodivisa respaldada por bonos de carbono. La llaman Goddess Nature Token (El token de la madre naturaleza, en español). 

Flowcarbon afirma que su criptomoneda ayudará a financiar más proyectos destinados a descarbonizar el mundo y luchar contra la crisis climática. Sin embargo, es difícil no darse cuenta de que este negocio no es más que un intento de utilizar el ecosistema criptográfico, en gran medida no regulado, para sacar provecho de una industria en auge, cuyo papel para detener el desastre climático es, ya de por sí, dudoso.

La pista falsa del cambio climático

Tras décadas de retraso en la toma de decisiones, el empeoramiento de la realidad climática está obligando a muchas de las mayores empresas del mundo a responder comprometiéndose a reducir sus emisiones. En algunos casos, esto implica cambios en la forma de hacer negocios. No obstante, muchas compañías parecen estar más interesadas en proyectar una buena imagen con este compromiso, que en descarbonizar realmente sus operaciones.

Los bonos de carbono. La idea, que surgió en la década de 1990, es que las empresas pueden pagar para "compensar" sus propias emisiones de carbono mediante la compra de bonos, que luego se utilizan para reducir las emisiones o almacenar carbono en otro lugar del mundo. Sus defensores sostienen que son una herramienta clave para hacer llegar el dinero a proyectos que desempeñan un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático, como por ejemplo la protección de los bosques contra la tala. 

Permitir que las compañías paguen para reducir las emisiones de otros en vez de abordar las suyas, ha convertido los bonos de carbono en un gran negocio. McKinsey calcula que este mercado podría alcanzar los 50.000 millones de dólares en 2030 (unos 49.300 millones de euros).

Si todo esto te parece demasiado bueno para ser verdad, es porque lo es. Una serie de investigaciones ha descubierto que muchas de estas compensaciones no hacen mucho para ayudar realmente al medio ambiente. Entre ellas, un informe de la Unión Europea de 2016 concluía que el 85% de los proyectos de compensación que estudiaron tenían una "baja probabilidad" de ofrecer una reducción real de las emisiones. 

Además, los proyectos más comunes, que son los que implican la preservación de los bosques, tienen un largo historial de beneficios cuestionables. En 2019, ProPublica publicó una extensa investigación sobre las compensaciones por preservar bosques, demostrando que muchos de esos bonos iban destinados a bosques que no estaba en peligro real. Por si fuera poco, en los casos en que sí se protegían zonas en peligro, quienes recibían los beneficios podían talar los árboles más adelante sin ninguna penalización. 

En 2014, por ejemplo, la FIFA compró bonos para compensar las emisiones del Mundial de Brasil, supuestamente protegiendo los bosques del oeste del país. Pero después de los partidos, se talaron más árboles en el lugar protegido que todos los bonos que se vendieron, según ProPublica.

Los bonos de carbono suelen venderse para proteger los bosques, que acababan siendo talados igualmente.
Los bonos de carbono suelen venderse para proteger los bosques, que acababan siendo talados igualmente.

Florian Plaucheur/AFP/Getty Images

Del mismo modo, un proyecto puesto en marcha en 2008 con financiación de la Fundación Clinton pretendía proteger 13 zonas forestales en Camboya, pero las imágenes por satélite revelaron que la cubierta forestal en esas áreas se redujo en realidad a casi la mitad entre 2008 y 2017. Una de las zonas protegidas, de hecho, se había quedado totalmente vacía por la tala, aunque en 2019, los responsables seguían recibiendo la compensación de bonos certificados por Verra, una empresa sin ánimo de lucro.

Una investigación de Bloomberg en 2020 descubrió que los proyectos de compensación gestionados por Nature Conservancy tampoco cumplían con sus afirmaciones. La organización medioambiental vendía bonos de carbono a grandes empresas como JPMorgan, Disney y BlackRock, que podían presumir de compensar su huella sin reducir realmente sus propias emisiones. Pero al revisar cientos de documentos y entrevistar a los propietarios de las tierras, Bloomberg descubrió que los proyectos "solían reservar tierras boscosas que no necesitan esta iniciativa", ya que algunas llevaban años protegidas.

A pesar de estos profundos defectos, las empresas siguen utilizando estos proyectos para promover su credibilidad climática. Apple, por ejemplo, lanzó su Fondo Restore el año pasado para canalizar 200 millones de dólares (o 197 millones de euros) en "proyectos forestales para eliminar el carbono de la atmósfera". Amazon, por su parte, está invirtiendo en proyectos para salvar bosques y demostrar lo mucho que se preocupa por el medio ambiente, incluso cuando las propias emisiones de la empresa aumentaron un 15% en 2019, y luego otro 19% en 2020. ¿Su socio en la iniciativa? Nada menos que Nature Conservancy.

El giro criptográfico de los bonos de carbono

A pesar de que la abrumadora evidencia indica que los bonos de carbono no ayudan realmente al medio ambiente, inversores como los Neumann intentan sacar provecho de este creciente y lucrativo mercado. Y lo hacen vinculando los bonos de carbono a una herramienta financiera igualmente sospechosa: las criptomonedas.

El auge de las criptodivisas en los últimos 2 años ha dado lugar a un ciclo de publicidad en la industria de la tecnología, en el que una serie de empresas e inversores de capital riesgo han afirmado que la blockchain, la tecnología en la que se basan las monedas digitales, es la solución a casi todos los males del mundo. Pero en vez de arreglar las cosas, esta tecnología se ha utilizado para robar miles de millones a sus usuarios, generando a la vez emisiones de carbono tan altas como las de muchos países de tamaño medio.

Ahora, algunas personalidades vinculadas a las cripto, como los Neumann, quieren que las empresas compren bonos de carbono con criptomonedas, combinando lo peor de ambos mundos. Flowcarbon, que ha recaudado recientemente 70 millones de dólares (casi 69 millones de euros), afirma que su token arrojará luz sobre la "opaca y fracturada infraestructura del mercado" de los bonos de carbono. La empresa convierte los bonos en monedas digitales, que la gente puede comprar y vender en su plataforma, afirmando que la "tokenización" facilitará su comercialización, permitirá saber quién es el propietario de cada bono y ayudará a los proyectos de compensación a acceder a la financiación más fácilmente. 

Sin embargo, los expertos difieren, afirmado que todo este entramado no servirá de nada si los proyectos subyacentes no colaboran realmente en la lucha contra el cambio climático. Flowcarbon puede ganar dinero vendiendo sus tokens, pero si están respaldados por los mismos bonos que ya hay en el mercado, la empresa no hará nada para frenar la contaminación.

El fundador de WeWork, Adam Neumann, y su mujer, Rebekah, se enfrentan a la crisis climática convirtiendo los bonos de carbono en criptodivisas.
El fundador de WeWork, Adam Neumann, y su mujer, Rebekah, se enfrentan a la crisis climática convirtiendo los bonos de carbono en criptodivisas.

Taylor Hill/Getty Images

Los Neumann no son los únicos que entran en el juego. En abril, el Financial Times publicó que casi 20 millones de bonos de carbono se han convertido ya en criptomonedas, en particular en la criptodivisa klima. El planteamiento de Klima es similar al de Flowcarbon, pero ha quedado claro que muchos de los implicados solo buscan obtener beneficio rápido. Varios expertos afirmaron al Financial Times que, en lugar de ayudar a impulsar la demanda de bonos de alta calidad, muchos se limitan a especular para ganar dinero.

El tiempo se agota

El problema de estas compensaciones no es realmente si son lo suficientemente accesibles o si hay bastantes incentivos para que las empresas las compren. De lo que se trata es de si funcionan como se promete. Poner los bonos de carbono en la cadena de bloques permite que se especule más fácilmente, pero en esencia se trata de vender algo que no funciona. "Los proyectos de compensación no ofrecen lo que necesitamos: una reducción de las emisiones de carbono que entran en la atmósfera. No son más que una distracción de las verdaderas soluciones al cambio climático", ha explicado Greenpeace.

A medida que startups de criptomonedas como Flowcarbon entran en el mercado de los bonos de carbono, se nos plantea una gran pregunta: ¿Se trata realmente de abordar la amenaza existencial a la que nos enfrentamos como especie? ¿O se trata de crear un nuevo medio para que los inversores, los traders y la industria financiera obtengan beneficios mientras se hunde el barco? Adrienne Buller, miembro de Common Wealth, compara los el medio ambiente en 2020 con las hipotecas de alto riesgo de la década de los 2000.

Lo que estamos presenciando, según Buller, es la aparición de la "naturaleza como activo", un nuevo sistema financiero que implica "la transformación del mundo natural en un nuevo conjunto de activos negociables". Empresas como Flowcarbon intentan básicamente comercializar con la desaparición de la Tierra, intercambiando tokens mientras el planeta arde, tokens que a su vez producen cantidades masivas de contaminación por carbono. A estas alturas es bastante evidente que no se puede detener el cambio climático con criptomonedas. Pero puedes beneficiarte convenciendo a muchos inversores de comprar tu "criptomoneda de la madre naturaleza".

Conoce cómo trabajamos en Business Insider.