El lado oscuro del coche autónomo: investigadores del MIT descubren que sus ordenadores pueden contaminar más que toda Argentina

Coche autónomo

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  • Los coches autónomos no son ninguna panacea para el medio ambiente: un nuevo estudio destapa la enorme huella de carbono tras los ordenadores responsables de su funcionamiento. 
  • Según han descubierto investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts, estos vehículos podrían producir más emisiones de gases de efecto invernadero al año que Argentina en la actualidad. 
  • En el futuro, la energía necesaria para la flota mundial de vehículos autónomos podría equipararse a todos los centros de datos del mundo actual. 

Los coches autónomos no son el remedio a todos los males de la industria automotriz actual, ni van a acabar con la elevada carga de emisiones asociadas a la industria de los combustibles fósiles. Científicos del MIT han averiguado que los potentes ordenadores necesarios para su funcionamiento son una grave amenaza para la sostenibilidad global. 

Según este nuevo estudio realizado por investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts, estos vehículos podrían producir más emisiones de gases de efecto invernadero al año que Argentina en la actualidad. 

Para funcionar de forma autónoma, estos coches sin conductor dependen de una amplia infraestructura informática que alimenta las cámaras y los algoritmos responsables de la conducción.

Tantos gases de efecto invernadero como todos los centros de datos del mundo o la huella de carbono total de Argentina

Al percatarse de que no se ha puesto la lupa sobre la huella potencial de los vehículos autónomos, los investigadores del MIT construyeron un modelo estadístico para estudiar el problema. 

Entre sus conclusiones, determinaron que 1.000 millones de vehículos autónomos, cada uno de ellos conduciendo durante una hora al día con un ordenador que consumiera 840 vatios, consumirían energía suficiente para generar aproximadamente la misma cantidad de emisiones que los centros de datos en la actualidad.

La energía necesaria para alimentar los ordenadores emitiría más de 200 millones de toneladas de dióxido de carbono al año.

Dicho de otro modo, los autores calcularon que si se generalizase el uso de estos vehículos,  los ordenadores que los alimentan generarán tantos gases de efecto invernadero como todos los centros de datos del mundo, lo que equivale aproximadamente al 0,3% de las emisiones mundiales o a la huella de carbono total de Argentina, según datos de la Agencia Internacional de la Energía. 

 

Los investigadores también descubrieron que en más del 90% de los escenarios modelados, para evitar que las emisiones de los vehículos autónomos superen las emisiones actuales de los centros de datos, cada vehículo debería utilizar menos de 1,2 kilovatios de potencia para la computación, lo que requeriría un hardware más eficiente. 

El artículo apunta a que, en un hipotético escenario —en el que el 95% de la flota mundial de vehículos fuese autónoma en 2050, las cargas de trabajo computacionales se duplican cada tres años y el mundo sigue descarbonizándose al ritmo actual—, la eficiencia del hardware tendría que duplicarse más rápido que cada 1,1 años para mantener las emisiones por debajo de esos niveles.

"Si mantenemos las tendencias habituales de descarbonización y el ritmo actual de mejora de la eficiencia del hardware, no parece que vaya a ser suficiente para limitar las emisiones de la informática a bordo de los vehículos autónomos" afirma Soumya Sudhakar, estudiante de postgrado en aeronáutica y astronáutica. 

La solución es diseñar coches más eficientes y con una menor huella de carbono desde el comienzo. Todavía hay un amplio margen por delante: en la actualidad existen más de 30 millones de coches sin conductor en el mundo, aunque los analistas prevén un crecimiento exponencial. 

El reto para la transición ecológica y la descarbonización de la movilidad tiene dimensiones colosales: en la actualidad, el transporte representa alrededor del 30% de las emisiones mundiales de carbono y de ellas, el 72% provienen de los vehículos de combustibles fósiles.

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