Así inventó Coca-Cola la Fanta en la Alemania nazi: usando sobras de otros alimentos

  • La Fanta es uno de los refrescos más populares del mundo.
  • Aunque ahora la reconoces por sus llamativos colores y sus sabores, por lo general más atrevidos, originalmente estaba hecha con restos de comida.
  • La sede alemana de Coca-Cola desarrolló la Fanta durante la Segunda Guerra Mundial debido a los fuertes embargos que impedían la importación de Coca-Cola.
  • La Fanta moderna es una evolución de la Fanta que se introdujo en Italia en 1955. Esta FatnaFanta ya se producía con productos locales tales como cítricos. 
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Esta es la transcripción del vídeo

Narrador: Esto es Fanta, uno de los refrescos más populares del mundo. Es fácilmente identificable por sus colores brillantes y sus originales anuncios, que a menudo presentan a un grupo diverso de personas bailando al ritmo de música enérgica y alegre.
 
La marca se presenta como un producto multicultural y amante de la diversión, y atrae a los consumidores con la promesa de sabores frescos y atrevidos. ¿Pero te creerías que la primera botella de Fanta se hizo con restos de comida? ¿O que fue inventada en la Alemania nazi? Entonces, ¿cómo hemos llegado a aquí... desde aquí?
 
En el libro Dios, Patria y Coca-Cola, Mark Pendergrast cuenta la historia de cómo surgió la Fanta. Comenzó en 1923, cuando Robert Woodruff fue elegido presidente de The Coca-Cola Company. Tenía grandes ideas para expandir la marca y su alcance global. En los años anteriores, la producción internacional de Coca-Cola era un tanto imprudente. Los fabricantes franceses de Coca-Cola enfermaron accidentalmente a los consumidores con embotellamientos antihigiénicos. Y la demanda internacional de Coca-Cola era relativamente baja.
 
Pero bajo la dirección de Woodruff, la compañía estableció el Departamento de Asuntos Exteriores, que más tarde se conoció como The Coca-Cola Export Corporation. Esto estableció plantas embotelladoras oficiales en más de 27 países distintos y permitió a Coca-Cola supervisarlas todas. Mientras que Coca-Cola proporcionaba el sabor, cada país aportaba sus propias máquinas embotelladoras y el azúcar para su propia producción. Esto impulsó un auge global. Coca-Cola patrocinó los Juegos Olímpicos de verano de 1928 en Ámsterdam, donde personas de todo el mundo se familiarizaron con el logotipo de Coca-Cola, que estaba presente en todo, desde sombreros y anuncios, hasta en las paredes de las calles de la ciudad. Coca-Cola se asoció rápidamente con la vida ideal de Estados Unidos y se hizo conocida internacionalmente como un icono patriótico estadounidense.
 
Coca-Cola se expandió por toda Europa, donde finalmente llegó a Alemania. Un expatriado estadounidense llamado Ray Rivington Powers fue puesto a cargo de la subsidiaria alemana. Era una figura carismática y un excelente vendedor que a menudo prometía a sus clientes potenciales que serían ricos y que serían dueños de villas en Florida solo por comprar Coca-Cola. Las ventas de las potenciales se dispararon de 6.000 cajas al año a unas 100.000 utilizando esta técnica.
 
Pero a pesar de la astuta habilidad de Powers para vender, no le importaban los detalles de la contabilidad financiera y a menudo dejaba facturas sin pagar y extractos de cuentas bancarias sin abrir. Como resultado, la filial alemana era un desastre financiero, y las cuentas pedían a gritos una gestión más atenta. Luego, en 1933, Adolf Hitler subió al poder y comenzó el reinado del Tercer Reich, marcando una nueva era para Alemania y para Coca-Cola.

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Entra Max Keith, un hombre nacido en Alemania con un aire más dominante y una lealtad inquebrantable a Coca-Cola. A menudo descrito como un líder imponente y nato, Keith estaba decidido a salvar las cuentas de la subsidiaria. Con el auge de la economía alemana, tomó medidas para vender la bebida a la clase trabajadora de su país. En ese momento, esto significaba reestablecer la reputación de Coca-Cola, no como un icono americano, sino como una marca apta para el consumo alemán.
 
Y al igual que los Juegos Olímpicos de Ámsterdam, los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 fueron la oportunidad de marketing perfecta para Coca-Cola. Una vez más, se encargó de proveer a los Juegos. Al igual que la mayoría de las marcas activas en Alemania en ese momento, apareció junto a pancartas con esvásticas blasonadas. Después de eso, el logo de Coca-Cola fue visto en varias competencias atléticas en Alemania y más tarde incluso en camiones en los mítines de las Juventudes Hitlerianas. Y la novena convención anual de empresas terminó con nuevas odas a Coca-Cola encabezadas por Keith y un conmovedores “¡Sieg heil!”
 
A pesar de que nunca se unió al Partido Nazi, Keith estaba dispuesto a trabajar con el Tercer Reich para mantener la compañía a flote, escribía Pendergrast. En unas declaraciones, Coca-Cola dijo a Business Insider que no hay indicios de que Keith colaborara con el Tercer Reich. Woodruff, por su parte, mantuvo estrechas relaciones con Keith antes de la guerra. Para ambos hombres, la máxima prioridad era asegurar la prosperidad de Coca-Cola.
 
A medida que la guerra se recrudecía, también lo hacían las tensiones económicas. El gobierno alemán comenzó a castigar a las empresas extranjeras. Cuando Hitler invadió Polonia en 1939 y declaró la guerra a Europa, Keith temió que su negocio, de propiedad estadounidense, fuera confiscado por el gobierno.
 
Entonces la guerra entró en un una nueva etapa. Con el ataque a Pearl Harbor, Estados Unidos entró formalmente en la Segunda Guerra Mundial y declaró a Alemania como enemigo. Utilizó la Ley de Comercio con el Enemigo de 1917 para hacer cumplir un embargo total sobre los poderes del Eje. Woodruff y Keith fueron finalmente forzados a cortar lazos, y el flujo constante de jarabe de cola de Keith se detuvo. Keith se quedó parado.
 
Mientras que otras empresas multinacionales que operaban en Alemania en ese momento no podían fabricar productos, Keith estaba decidido a seguir produciendo algo. Así que tomó una decisión táctica. Supervisó la creación de un refresco exclusivamente alemán.

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Keith hizo que los químicos prepararan un refresco de soda que era vagamente similar a la Coca-Cola, con cafeína y con una mezcla de sabores no identificable. Pero en lugar de ser elaborado con la receta secreta de Coca-Cola 7X, este producto se elaboró con las sobras de otras industrias alimentarias, en su mayoría sobras de los mercados de frutas y verduras. Normalmente se trataba de pulpa de fruta, como las fibras de manzana procedentes del prensado de la sidra y el suero de leche, el subproducto líquido de la cuajada del queso. El líquido resultante era un beige translúcido que parecía más al ginger ale actual. Keith le pidió a su equipo de ventas que explorasen sus “fantasías” mientras inventaban un nombre, y la bebida fue llamada… Fanta. El nombre fue un éxito.
 
En ese momento, Fanta era todo lo que tenían para mantener la compañía a flote. Afortunadamente para Keith, Fanta también era todo lo que tenía Alemania. Con pocas alternativas en los refrescos, su popularidad se multiplicó. Su prominencia le permitió eludir el racionamiento de azúcar, convirtiéndolo en la bebida más dulce del mercado. Esto lo hizo cada vez más popular como aditivo en sopas y guisos. Las ventas aumentaron gradualmente a medida que se convertía en un producto básico para el hogar.
 
Keith usó sus contactos en el Tercer Reich para ganar posiciones supervisando todas las plantas de Coca-Cola en Alemania y en los territorios que conquistó. Esto le permitió extender la Fanta por toda Europa y evitar el cierre de otras filiales. La sede alemana vendió cerca de 3 millones de cajas de bebida antes de que terminara la guerra.
 
Y cuando los Aliados finalmente marcharon sobre las fábricas alemanas, la producción de Fanta cesó y Keith entregó las ganancias de su creación a las oficinas centrales de Coca-Cola en Atlanta.
 
La versión de la bebida que conocemos hoy en día ha evolucionado gradualmente a partir de su nueva marca, la Fanta Orange, que fue presentada en Italia en 1955. Esta nueva bebida era de un color anaranjado brillante y se producía utilizando ingredientes cítricos locales, en lugar de los restos. De esta manera Coca-Cola continuó fabricando un producto rentable, a la vez que se distanciaba de las asociaciones que tenía con el Tercer Reich. Al menos, en su mayor parte.
 
Coca-Cola lanzó este anuncio para celebrar el 75 aniversario de Fanta en 2015. La compañía se enfrentó a una reacción crítica por su aparente referencia a la Alemania de la Segunda Guerra Mundial como “los buenos tiempos”. Como respuesta, Coca-Cola retiró el vídeo y emitió una disculpa formal. Cuando se le pidieron explicaciones, un representante dijo: “Nuestra marca de ya 75 años no tiene nada que ver ni con Hitler ni con el Partido Nazi”. El origen de Fanta es la historia de lo que sucede cuando la necesidad se encuentra con la ambigüedad moral. Lo que una vez fue un brebaje de restos en el Tercer Reich se convirtió en una bebida gaseosa de colores brillantes en Italia y ahora es una bebida compartida internacionalmente entre todo tipo de personas.

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