Esto es lo que pasaría si los humanos intentaran aterrizar en el mismísimo Sol

  • La primera parada en nuestro viaje hipotético y ficticio está en corona, la capa más externa del Sol. Está a un millón de grados centígrados. ¡Eso es 900 veces más caliente que la propia lava!
  • También pasaremos por la cromosfera y la fotosfera, donde podremos ver manchas y erupciones solares. 
  • El sol no tiene una superficie solar propiamente dicha, así que en el momento en el que intentemos aterrizar caeremos hacia su interior. Así, pasaremos por diversas zonas radiactivas hasta el propio núcleo que es, en esencia, el mayor reactor nuclear del sistema solar. 
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Esta es la transcripción del vídeo.

En estos momentos, la NASA está explorando el espacio exterior como nunca lo había hecho antes. En 2018, lanzó la Sonda Solar Parker, que está orbitando a 6,2 millones de kilómetros de la superficie del Sol lo más cerca que hemos estado nunca. Pero, ¿y si quisiéramos tener una visión aún más cercana?
 
Nuestra primera parada está bastante caliente. Entre 7 y 10 millones de kilómetros por encima de la superficie del Sol, llegamos a la corona, la capa más exterior del Sol. Está a un millón de grados centígrados, casi 900 veces más caliente que la propia lava. Y es decenas de miles de veces más brillante aquí que en la Tierra.
 
Ahora, el escudo térmico de la sonda funciona como un gran espejo, reflejando el 99,9% de la luz que le entra. Pero necesitaremos algo aún mejor a medida que nos vayamos acercando. A unos 3.000 kilómetros por encima de la superficie, llegamos a la cromosfera, la segunda capa del sol. ¿Ves este enorme penacho?
 
A esto se le lama prominencia solar. Estos bucles de gas se mantienen suspendidos alrededor gracias a un poderoso campo magnético y se extiende a través de decenas de miles de kilómetros más allá del propio Sol. Y pueden alcanzar más de 10.000 grados centígrados, son exactamente el tipo de obstáculo que querrías evitar al volar con una nave espacial hacia el Sol. Y la siguiente capa es igual de peligrosa: la fotosfera.
 
Esta es la superficie del Sol que vemos todos los días. Si estás por aquí abajo, te empezarás a sentar bastante mal, porque la gravedad del Sol es tan fuerte que una persona de unas 150 libras (68 kg) en la tierra pesarías unas 4.000 libras (1.814 kg) aquí. Eso es casi lo mismo que un rinoceronte. Si pudieras aterrizar aquí, todo este peso extra aplastaría tus huesos y pulverizaría tus órganos internos. Pero si miras alrededor, no hay nada aquí para que puedas aterrizar, porque el sol no tiene ni una superficie sólida de la que puedas hablar.
 
Es solo una bola gigante de gas hidrógeno y helio. Así que, en lugar de aterrizar en la fotosfera, te vas a hundir en ella. Uno de los mayores peligros de la fotosfera proviene de estos enormes puntos negros que podrías ver cuando miraras a tu alrededor. Estas se llaman manchas solares. Son regiones más frías de gas, algunas tan grandes como la Tierra entera.
 
Las manchas solares son producidas por poderosos campos magnéticos provenientes del interior del Sol que, por un lado, freirían tus aparatos electrónicos, pero más importante, donde se forma una mancha solar, a menudo le sigue una llamarada solar. Es entonces cuando los campos magnéticos y el gas supercaliente irrumpen violentamente desde la superficie, liberando tanta energía como 10 mil millones de bombas de hidrógeno.
 
Así que, alejémonos de estas regiones activas y abramos camino hacia el interior del Sol. Justo debajo de la superficie está la zona convectiva. Aquí, las temperaturas alcanzan los 2 millones de grados centígrados. Eso es más caliente de lo que tu escudo térmico fue diseñado para soportar. De hecho, no hay material en la Tierra que pueda soportar ese calor. Lo mejor que tenemos es un compuesto llamado carburo de tántalo, que puede soportar unos 4.000 grados centígrados como máximo.

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En la Tierra, lo usamos para recubrir las aspas de los motores a reacción. Así que, incluso si llegáramos hasta aquí, no podríamos sobrevivir aquí abajo. Pero, solo por curiosidad, sigamos adelante. A 200.000 kilómetros de profundidad, llegamos a la zona de radiación. Esta es la capa más gruesa del Sol. Constituye casi la mitad de todo el radio, así que pasaremos algún tiempo por aquí, lo cual no es gran cosa, porque la presión es al menos 100 millones de veces mayor que la del nivel del mar en la Tierra.
 
Debido a que es tan densa, no hay mucho espacio para que las ondas de la luz viajen, lo que significa que aquí abajo se está muy oscuro. En lugar de viajar a través de la zona de radiación e impactar en tus ojos, las ondas de luz chocan contra los electrones y otras partículas de plasma. Y algunas incluso rebotan hacia adentro a medida que nos acercamos a la última parada, el núcleo. A 500.000 kilómetros bajo la superficie, el centro del sol constituye casi un cuarto de su radio.
 
Aquí abajo, la presión ha aumentado a más de 200.000 millones de veces la presión del nivel del mar en la Tierra, presionando los átomos circundantes tan cerca entre sí que es unas 10 veces más densa que el hierro. Además, tiene una temperatura de 15 millones de grados centígrados, lo que lo convierte en el punto más caliente de todo el sistema solar. Lo que no tiene sentido, porque casi toda la inmensa energía del sol se produce en el núcleo. Así es, estamos viajando a través de la central eléctrica del propio sol.
 
Ahora, contrariamente a la creencia popular, el sol no está realmente en llamas. En lugar de eso, toda esa energía se crea a través de una reacción nuclear, que junta los átomos de hidrógeno para crear átomos de helio más grandes y algo de energía extra en el los laterales. Así que, incluso si lograras sobrevivir al calor abrasador, a las llamaradas solares y a la presión aplastante, tendrías que salir del reactor nuclear más grande del sistema solar. Digamos que las probabilidades no están a tu favor… Tal vez nuestro contacto más cercano con el Sol debería ser en la playa.

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