Un estudio encuentra que los perros pueden distinguir la intención de las acciones humanas

mujer haciendo foto a un perro
  • Un estudio publicado en Nature ha confirmado que los perros pueden distinguir la intención de las acciones humanas.
  • Su comportamiento fue" claramente de manera diferente" dependiendo de si las acciones de un experimentador humano eran intencionales o no. 
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Si tienes un perro seguro que en más de una ocasión has pensado que su capacidad para entender tus estados mentales es asombrosa.

Sabe cuándo no estás de humor para jugar, cuando puede permitirse mendigar comida y sobre todo cuando te lleva la ira por haberla liado y mejor no hacer acto de presencia. 

Pero, ¿hasta que punto tu perro es capaz de entender las acciones de un humano? ¿No será que a todos los dueños su mascota les parece el animal más brillantes de la Tierra?

Lo cierto es que a tenor de un reciente estudio publicado en Nature, tu perro al menos es capaz de distinguir cuando tus actos son intencionales o no, y comportarse de manera diferente en función de ello.

Para llegar a estas conclusiones, investigadores alemanes de psicología llevaron a cabo un experimento sobre 51 perros (27 hembras y 24 machos) de varias razas y edades. Todos ellos eran animales de compañía que no habían recibido ningún tipo de entrenamiento especial.

Con el objetivo de explorar su capacidad para distinguir las acciones intencionales de las no intencionales, el estudio adaptó el siguiente paradigma: "No dispuesto frente a incapaz".

Los perros fueron, de uno en uno, separados de una investigadora por un tabique transparente con una pequeña abertura. A través de esta la persona les administró recompensas.

En la condición de renuencia, la persona retiró repentinamente la recompensa del perro con un movimiento intencional, mientras soltaba una risa.

Mientras que en el lado de la incapacidad-torpeza, fingió tratar de dársela, pero "accidentalmente" se le caía de la mano antes pasarla por el hueco. En otro de los actos no podía administrársela porque la abertura estaba bloqueada. 

En los 3 casos, la investigadora dejó las recompensas en el suelo frente a ella después de no administrarla a los animales.

Por lo tanto, todas las condiciones mostraron un resultado similar, en el sentido de que una recompensa se acerca al perro, pero ésta nunca pasa a través del espacio. Solo diferían en si esta acción se realizó de manera intencional o involuntaria.

De manera generalizada, los perros esperaron más para acercarse a las recompensas cuando habían sido retenidas intencionalmente que cuando se hizo sin querer. 

Si el animal detectaba que la persona estaba guardando la golosina a propósito, con mayor frecuencia se sentaba o se acostaba y dejaba de mover la cola.

Sin embargo, cuando pensaba que estaba siendo torpe, reteniendo accidentalmente la golosina, con más probabilidad se ponía de pie y agitaba la cola.

"Por lo tanto, los perros pudieron distinguir entre las acciones intencionales y no intencionales de la investigadora", concluye el estudio.

De acuerdo a las posibles explicaciones a esto dadas por los investigadores, algunos perros pudieron interpretar el acto de retener intencionalmente la comida como amenazante o confuso.

Por ello, el gesto de sentarse o tumbarse podría interpretarse como una señal de calma empleada por el perro para apaciguar al humano.

Otra posibilidad, remarca el estudio, es que la retención de la recompensa tuviera un efecto de activación por el cual los perros entendieron que alguna forma de acción aprendida podría convencer a la persona para que les diera el premio. 

Por lo tanto, "probaron los comportamientos comúnmente premiados de sentarse o tumbarse" normalmente vinculados a una emoción positiva en humanos, afirman los autores.

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