Las personas tienen un 41% más de probabilidades de sufrir trastornos del sueño después de infectarse de COVID-19, revela un estudio a gran escala

Marianne Guenot,
Soldados del ejército de EEUU

Bryan Woolston/Reuters

Los trastornos del sueño parecen ser mucho más comunes entre quienes han tenido COVID-19, según un estudio sobre una gran cohorte de veteranos estadounidenses. 

El estudio, publicado este jueves 17 en el British Medical Journal, revisado por pares, ha encuestado nuevos diagnósticos de problemas de salud mental en más de 153.000 veteranos (exmilitares) que sobrevivieron al COVID-19 entre el 1 de marzo de 2020 y el 15 de enero de 2021.

La investigación ha averiguado que, dentro del año de la infección, el 2,3% de los sobrevivientes ha obtenido un nuevo diagnóstico para un trastorno del sueño, lo que supone un aumento del 41% en comparación con los que no habían contraído el COVID-19.

Los supervivientes de COVID-19 también tenían un 39% más de probabilidades de ser diagnosticados de depresión y un 35% más de probabilidades de ser diagnosticados de ansiedad, según el estudio. 

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El mismo indica que los efectos de COVID-19 sobre la salud mental pueden ser a largo plazo.

"Las enfermedades de las que hablamos como resultado del COVID-19 a largo plazo son enfermedades crónicas que realmente marcarán a las personas para toda la vida", explica Ziyad Al-Aly, uno de los autores del estudio, en una entrevista con Bloomberg.

Al-Aly es también jefe del servicio de investigación y educación del Sistema de Atención Sanitaria de Asuntos de Veteranos de San Luis (EEUU).

"Si bien todos sufrimos trastornos mentales en esta pandemia, las personas con COVID-19 lo han tenido mucho peor y están experimentando problemas de salud mental hasta un año después de su diagnóstico inicial", afirma.

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Las personas que habían sobrevivido al COVID-19 también eran mucho más propensas a consumir pastillas para lidiar con sus afecciones, ya que un 63% más de las que habían tenido COVID-19 consumían pastillas para dormir después de contraer el coronavirus y un 34% más habían desarrollado un trastorno por consumo de opiáceos. 

Las cifras podrían no ser directamente aplicables a la población estadounidense en general. La cohorte de veteranos utilizada en el estudio está formada principalmente por hombres, la mayoría de los cuales son blancos y mayores, con una edad media de 63 años.

Dado que el estudio incluye a personas que se infectaron hace más de un año, muy pocas se habían vacunado antes de la infección, según The New York Times

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Los científicos se apresuran a entender si el coronavirus puede afectar directamente al cerebro. Algunos sospechan que la infección podría causar inflamación y contribuir a los síntomas de la psicosis, por ejemplo. 

"Los marcadores inflamatorios pueden alterar la capacidad del cerebro para funcionar de muchas maneras, incluida la capacidad del cerebro para producir serotonina, que es fundamental para el estado de ánimo y el sueño", declara a Times Maura Boldrini, profesora de psiquiatría en el Centro Médico de la Universidad de Columbia de Nueva York-Presbyterian (EEUU).

Boldrini añade que el mayor riesgo de enfermedades mentales entre los que tenían COVID-19 se debe probablemente a una combinación de factores biológicos y tensiones psicológicas.

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