La última pirueta de Wall Street va a herir gravemente a la economía, a las empresas y al planeta

  • Los grandes bancos y gestores de fondos de Wall Street, como Citi y BlackRock, llegan prácticamente a cualquier rincón de la economía mundial con sus préstamos, inversiones y servicios financieros. Por eso son una poderosa fuerza para reducir las emisiones de efecto invernadero
  • Aunque algunas de estas empresas están gastando cifras récord en soluciones climáticas, muchas otras se han retirado de las alianzas climáticas y se muestran reacias a tomar medidas contra las empresas petroleras, gasísticas o mineras.
Wall Street.

Edmon de Haro for BI

Catherine Boudreau,

| Traducido por: 

Noelia F. Aceituno

Cuando un pequeño grupo de manifestantes climáticos se conectó a principios de julio a una reunión por Zoom para hablar con los altos cargos de sostenibilidad de Citibank, sus emociones oscilaron desde el optimismo cauteloso al escepticismo. 

Manifestantes de grupos como Stop the Money Pipeline (una coalición de más de 200 organizaciones involucradas en la lucha por el cambio climático), Climate Organizing Hub (defensora de la abolición de la industria de los combustibles fósiles), and Planet Over Profit (un movimiento juvenil por la justicia climática) pasaron semanas atrincherados a las puertas de la sede del banco, en Nueva York, como parte de su campaña "Summer of Heat on Wall Street" (Verano caliente en Wall Street).  

Después de una serie de protestas y confrontaciones con los empleados, todas coincidentes con tres olas de calor abrasador, recibieron una invitación para hablar. Los organizadores de los grupos climáticos vieron el encuentro como una oportunidad para hablar de manera sincera con los ejecutivos de Citi sobre su papel en la crisis climática. Sin embargo, los activistas dijeron que la cita solo subrayó la brecha entre las medidas de Wall Street y las grandes promesas que hizo la industria en 2021 para reducir la huella de carbón en sus carteras. 

La directora de organización de Climate Organizing Hub y Climate Defenders, Marlena Fontes, habla de un intercambio sobre las nuevas terminales de gas natural licuado (GNL) que se están construyendo en la costa del Golfo. "Sabemos que estos puertos de GNL son como bombas de carbono gigantes", apunta Fontes. "Les preguntamos: '¿Os comprometeréis a dejar de financiar su construcción?' y nos dijeron que no hablarían sobre ninguno de sus proyectos actuales o de financiación. Se negaron a responder", agrega. 

Un portavoz de Citi asegura que los grupos de activistas han tenido "muchas maneras de aportar constructivamente, pero en lugar de eso han seguido con sus actos de intimidación, allanamiento y vandalismo". Esta misma fuente defiende los esfuerzos climáticos del banco: "Trabajamos con nuestros clientes para descarbonizar sus negocios y, al mismo tiempo, satisfacer las necesidades de energía". 

Activistas climáticos en la sede de Citibank, en Nueva York (EE.UU.).

Yuki Iwamura/Getty Images

El cara a cara fue un microcosmos del reciente retroceso de Wall Street en sus ambiciones climáticas. Los grandes bancos y gestores de fondos, como Citi y BlackRock, llegan prácticamente a cualquier rincón de la economía mundial con sus préstamos, inversiones y otros servicios financieros. 

Esto les convierte en una poderosa fuerza para reducir las emisiones de efecto invernadero. Los CEO de las grandes compañías de Wall Street asumieron ese papel entre 2020 y 2021. Advirtieron de los riesgos de la crisis climática y se comprometieron a usar su influencia financiera para avanzar mundialmente hacia las cero emisiones. 

Aunque algunas de estas empresas están gastando cifras récord en soluciones climáticas, como las energías renovables, otras se han retirado de las alianzas climáticas y se muestran reacias a tomar medidas contra las empresas petroleras, gasísticas o mineras, y están construyendo nuevas infraestructuras para ellas por todo el mundo. 

Los defensores climáticos dicen que el giro de Wall Street se reduce principalmente a sus políticas y sus beneficios. Las compañías estadounidenses están tratando de librarse de los ataques de los políticos republicanos que despotrican contra el capitalismo "woke". Para numerosos republicanos, la participación de Wall Street en determinadas alianzas climáticas choca con los combustibles fósiles y es una violación de las leyes antimonopolio. 

Mientras tanto, los beneficios a corto plazo reinan en Wall Street, y la industria del gas y el petróleo sigue siendo de alto riesgo y alta recompensa. Después de la guerra de Ucrania en 2022, los precios del gas se dispararon y eso llevó a Europa a pedir suministro de fuel a Estados Unidos, lo que dio unos beneficios récord de 200.000 millones de dólares (unos 180.400 millones de euros, según el tipo de cambio actual) para las compañías petroleras y gasistas. 

Teniendo en cuenta estos factores, no sorprende que algunas compañías estén reculando, comenta Adair Turner, presidente de la Comisión de Transiciones Energéticas, un think tank centrado en el clima y el crecimiento económico que tiene entre sus miembros a bancos como HSBC y Bank of America.

"Las empresas pueden ser motores de cambio muy poderosos, y pueden ayudar a convencer a los políticos de que es posible", sostiene Turner. "Pero si hay un gran retroceso político, también lo habrá en el empresarial. Ese es el mundo en el que vivimos", agrega. 

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Henry Blodget

Cuando las grandes compañías de Wall Street hicieron sus promesas de cero emisiones, a la industria energética no le iba muy bien. Los confinamientos por la pandemia desencadenaron la tercera mayor caída de los precios de la energía en doce años en América, y las empresas estadounidenses se dieron cuenta de los riesgos que los desastres provocados por el cambio climático suponían para sus inversiones.  

En 2020, en su carta anual a los accionistas, el CEO de BlackRock, Larry Fink, cuya firma gestiona más de 10 billones de dólares en activos y es una de las principales accionistas en muchas compañías, dijo que su empresa estaba poniendo los riesgos climáticos y la sostenibilidad en el centro de su enfoque de inversión y que responsabilizarían cada vez más a los consejos de administración por no revelar y gestionar los riesgos climáticos.  

Bank of America se ganó las simpatías de los activistas climáticos cuando dijo que dejaría de financiar directamente minas de carbón, centrales eléctricas de carbón o proyectos de perforación en el Ártico. Jane Fraser, CEO de Citi, dijo a The Wall Street Journal en diciembre de 2021 que los objetivos de cero emisiones podía significar dejar algunos clientes. 

Más allá de los esfuerzos individuales, Wall Street adoptó iniciativas climáticas en conjunto. El grupo de inversores Climate Action 100+ presionó a las compañías para revelar sus riesgos climáticos y sus emisiones. 

La Glasgow Financial Alliance for Net Zero (GFANZ) se reunió en 2021 y pidió a sus miembros comprometerse con las cero emisiones, tener un plan con evidencia científica para conseguirlo y presentar progresos de forma regular. Suscribieron 40 compañías que representaban el 40% de los activos financieros mundiales, como Citi, JPMorgan Chase, Bank of America (BofA), BlackRock, State Street y Vanguard.

Pero comenzaron a aparecer grietas. Ese año, la GFANZ abandonó el requisito de que sus miembros se alinearan con la campaña de la ONU "Race to Zero", después de que Naciones Unidas pidiera acciones climáticas más agresivas, incluyendo la eliminación gradual de la financiación de nuevos activos de combustible fósil que no estuvieran emparejados con tecnología de captura de carbono. Fuentes conocedoras aseguran a Business Insider que los miembros de la GFANZ se vieron sorprendidos por los cambios y no quisieron someterse a los criterios de un pequeño grupo de expertos de la ONU.

Los bancos particulares también han ajustado algunas de sus políticas climáticas. A finales de 2023, Bank of America fue abandonando lentamente su política sobre el carbón y las perforaciones en el ártico y dijo que, en su lugar, sometería esos proyectos a una "debida diligencia reforzada". Ese mismo año, BlackRock incorporó a su consejo al CEO de Saudi Aramco, Amin Nasser. "Debemos abandonar la fantasía de eliminar la financiación del petróleo y el gas", había dicho previamente.

Incluso Fink, en su última carta a los inversores, subrayó el "pragmatismo energético", con el que los países no tienen que elegir entre energías renovables o combustibles fósiles porque pueden tener ambos, aunque menos de lo segundo. A comienzos de este año, BlackRock redujo su presencia en Climate Action 100+ y transfirió su participación a una filial subsidiaria. 

Por su parte, J.P. Morgan Asset Management, State Street y Goldman Sachs Asset Management dejaron el grupo, para iniciar una estrategia de "fase dos" centrada en que los inversores pidieran a las compañías reducir las emisiones. 

En general, Wall Street considera que las peticiones de los activistas son poco realistas y un pobre reflejo de la economía real. Las empresas alegan que una institución financiera privada no tiene mucho que hacer si la mayoría de los Gobiernos no toman medidas para reducir drásticamente la demanda de combustibles fósiles.  Además, los bancos tampoco pueden determinar cómo y cuando decidan descarbonizar las compañías. Los gestores de fondos invierten dinero en nombre de sus clientes, que pueden decidir o no si la crisis climática es un factor determinante a la hora de invertir. 

El CEO de JPMorgan, Jamie Dimon, escribió una carta a sus accionistas en abril en la que señalaba que parar los proyectos de gas y petróleo era "erróneo" y "enormemente inocente", en alusión a la decisión del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de paralizar la aprobación de nuevas terminales de GNL. Dimon defendió que reemplazar el carbón, más contaminante, por gas licuado es una de las mejores maneras de reducir las emisiones de carbono, en tanto que las exportaciones de GNL rerpesentan un boom económico para Estados Unidos.

Aunque estas declaraciones no sorprendieron, ya que Dimon lleva tiempo defendiendo que el petróleo y el gas se seguirán necesitando a medida que se produzca la transición del sector energético, su visión de los compromisos climáticos levantó algunas cejas de los analistas. Dimon señaló que JPMorgan usaría menos la palabra "compromiso" cuando discutiera sus objetivos climáticos, y se fijaría más en "aspiraciones", en parte porque el sector financiero no podría hacer más sin una acción gubernamental.  

Esas palabras sugirieron que JPMorgan estaba dando marcha atrás en la lucha contra la crisis climática, lo que hizo saltar las alarmas entre inversores de impacto, defensores climáticos y senadores demócratas, que enviaron una carta acusando a Dimon de perder la fe en la capacidad del sector privado para solucionar problemas y le pidieron una explicación pública. 

Preguntados al respecto, JPMorgan, Bank of America, Citi, y BlackRock han asegurado a Business Insider que siguen comprometidos con el plan de cero emisiones. En su carta de abril, Dimon dijo que JPMorgan había abandonado Climate Action 100+ porque el banco ya contaba con sus propios expertos medioambientales, sociales y de gobernanza. BlackRock, por su parte, señaló en febrero que la mayoría de sus clientes con cero emisiones estaban en su negocio internacional. 

En junio, a raíz de las protestas, Citi envió en una carta a sus cartas a sus empleados. En ella, aseguraba que había desplegado 440.000 millones de dólares (396.000 millones de euros) en financiación sostenible en una amplia variedad de áreas, incluyendo la energía renovable, con el objetivo de llegar a 1 billón (902.179 millones de euros) en 2030. También señaló que las emisiones vinculadas a su cartera de energía habían caído. 

"El papel central de los bancos en la economía y en la transición energética es facilitar el acceso al capital", explica un portavoz de JPMorgan, y alude al objetivo del billón para 2030. "Estamos orgullosos de nuestra habilidad para apoyar a nuestros clientes en sus esfuerzos hacia un futuro de bajas emisiones y rico energéticamente", precisa.

Desde BlackRock, un portavoz asegura que el papel de la compañía es ayudar a sus clientes a encontrar objetivos de inversión y que los activos en las estrategias de sostenibilidad de BlackRock han crecido más de un 760% en los últimos cinco años. La compañía lanzó en julio una opción para los clientes que quieran alinear su dinero con la descarbonización

Por su parte, un portavoz de BofA insiste en que la compañía apoya a clientes de los sectores tradicionales y de las energías renovables y les ayuda a conseguir sus objetivos de transición. BofA ha destinado 560.000 millones de dólares (506.000 millones de euros) en financiación sostenible, con el objetivo de 1,5 billones para 2030. 

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Trilema de Europa

Los activistas climáticos creen que esta vuelta atrás es profundamente alarmante, mientras que otros mantienen que se trata de una estrategia para atenuar las críticas de los políticos de derechas, que podrían tener más poder si el expresidente Donald Trump gana en las elecciones de noviembre. En cualquier caso, Wall Street no está actuando demasiado rápido y está gastando mucho tiempo promocionando sus inversiones verdes mientras ignora su falta de voluntad para dejar de financiar los combustibles fósiles, dicen. 

"He visto a muchas de estas empresas emocionarse mucho por aumentar sus inversiones en soluciones climáticas y perder de vista la importancia de reducir las emisiones de combustibles fósiles", detalla el contralor de Nueva York, Brad Lander, cuya oficina vigila la inversión de 242.000 millones en fondos de pensiones de la ciudad.

"Esto es especialmente desagradable para una empresa como BlackRock, porque son los principales actores de los mercados públicos. Son uno de los principales inversores en las compañías de altas emisiones. Necesitan exigir un progreso real", completa Lander.

Lander comenta que se siente alentado por los acuerdos alcanzados este año entre su oficina y JPMorgan, Citi y Royal Bank of Canada, para que estos bancos desvelen la ratio de dinero que destinan a energías limpias frente a combustibles fósiles. Según las estimaciones de la Agencia de la Energía, para evitar que el calentamiento del planeta alcance niveles catastróficos, la inversión global en energías renovables debe superar en una proporción de 4-1 a las fósiles esta década. 

En junio, la agencia apuntó que esta proporción en las instituciones financieras globales sería de 2-1 este año, a favor de las renovables. En 2022, la proporción de los bancos estadounidenses era de 0,7 a 1, según BloombergNEF, la proporción en los bancos norteamericanos en 2022 era de 0,7 a 1. 

Tras las exenciones fiscales de la Ley de Reducción de la Inflación en Estados Unidos, es probable que haya cambiado, ya que el objetivo era atraer cientos de miles de dólares a la inversión en transición energética. Sin embargo, es difícil saber en qué medida, porque los bancos no comparten sus datos.  

En opinión de Lander, los nuevos acuerdos facilitarán saber qué bancos están en vías de cumplir sus compromisos de reducción de emisiones y cuáles no. Esto, a su vez, podría ayudar a los fondos de pensiones de la ciudad a conseguir emisiones netas cero en sus carteras.

Ya se observan algunas señalas incipientes de que Wall Street puede estar dando un giro. Los 60 bancos más grandes del mundo concedieron menos préstamos y servicios financieros a la industria de los combustibles fósiles durante 2022 y 2023, según el informe Banking on Climate Chaos, elaborado por una red de grupos climáticos.

Sin embargo, April Merleaux, directora de investigación de Rainforest Action Network, que encabeza el informe, se mostró escéptica sobre el mantenimiento de esta tendencia. La razón que esgrimió fue que casi la mitad de los bancos aumentaron la financiación entre 2022 y 2023. Además, durante esos años las empresas del sector energético no necesitaron recurrir a la financiación bancaria porque disponían de mucho efectivo después de la crisis energética mundial. 

Si la situación cambia, los bancos no encontrarán muchas restricciones para volver a aumentar la financiación de los combustibles fósiles, al menos en Estados Unidos En Europa, las leyes ESG (medioambientales, sociales y de gobernanza) son más estrictas y esto ha llevado a los bancos, incluidos ING y BNP Paribas, a establecer políticas más agresivas para eliminar gradualmente la financiación de la exploración y producción de petróleo y gas.

Inundaciones en Surfside, Texas, tras el huracán Beryl.

Brandon Bell/Getty Images.

"Lo que escuchamos de los bancos es que su intención es guiar a los clientes hacia las cero emisiones", detalla Merleaux. "Pero ese tipo de compromiso no es muy firme. Si un cliente no está haciendo reducciones significativas en su negocio de combustibles fósiles, ¿el banco lo abandonará o elevará los tipos de interés de sus préstamos o alguna otra medida que puede tomar un banco? En algunos casos, quizá, pero no hay transparencia", lamenta. 

Citi reconoció a principios de este año que el 42% de sus clientes energéticos no tenían un plan de transición "sustancial", mientras que el 29% sí lo tenía, aunque no estaba claro si podían ejecutar sus estrategias. El banco aseguró que apoyaría a sus clientes para mejorar esos planes.

Mientras tanto, la producción de gas y de petróleo está al alza. Estados Unidos produjo cantidades récord el año pasado y está a punto de duplicar su capacidad de exportación de gas para 2028, con al menos cinco terminales de GNL más. Se han propuesto más de una docena más, sobre todo en la costa del Golfo, en comunidades expuestas desde hace tiempo a infraestructuras contaminantes de petróleo y gas. 

El gas natural licuado se destina a China e India, donde la demanda está creciendo. También a Europa, aunque la energía eólica y solar están desplazando a los combustibles fósiles más rápido de lo previsto. La producción de petróleo y gas debería caer un 15% y un 30%, respectivamente, para 2030, para cumplir con los objetivos climáticos mundiales, según la Agencia Internacional de la Energía.

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Energía Eólica

A medida que aumentan las emisiones junto con la producción de petróleo y gas, también lo hacen los riesgos de destrucción económica. Los huracanes, las inundaciones, los incendios forestales, la sequía y el calor extremo son cada vez más costosos, y han causado cientos de miles de millones de dólares en daños materiales en los últimos años. 

Algunos propietarios de Florida, California y Colorado no pueden encontrar seguros asequibles porque los riesgos son demasiado altos. Los precios del café, el chocolate y el aceite de oliva se han disparado por el aumento de las temperaturas y la imprevisibilidad de las lluvias. Las empresas han sido menos productivas en los últimos años debido a las abrasadoras temperaturas.

En total, el mundo podría perder el 12% de su PIB con cada grado de calentamiento por encima de los niveles de 1950, según un estudio de la Oficina Nacional de Investigación Económica de EEUU. La aseguradora Swiss Re estimó en febrero que la economía de estadounidense había perdido alrededor del 0,4% de su PIB anualmente por las inundaciones y las tormentas. 

La amenaza de pérdidas financieras convierte en paradójico el apoyo de Wall Street a la expansión del petróleo y el gas. Sin un rápido abandono de los combustibles fósiles, sus cuentas de resultados podrían resentirse a largo plazo. Sin embargo, una transición demasiado rápida también conlleva sus propios riesgos, dado que muchos países siguen dependiendo de los combustibles fósiles en sus economías. 

Turner, de la Comisión de Transición Energética de Estados Unidos, afirma que las instituciones financieras quieren hacer lo correcto, pero les preocupa que si rechazan el desarrollo del petróleo y el gas, otro lo financie y se lleve los beneficios. En su opinión, son los Gobiernos quienes tienen que intervenir para forzar el brazo de Wall Street. De lo contrario, continuará un ciclo de promesas y retrocesos, hasta que sea demasiado tarde.

"Las empresas siempre se encontrarán en una situación de tensión entre 'quiero ganar dinero, pero quiero poder mirar a mis nietos a los ojos'", prevé Turner. 

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Etiquetas: Wall Street, Petróleo, Energía, Energías renovables