La Tierra aniquilará a todos los seres humanos antes de que nosotros la destruyamos a ella: el último vaticinio de James Lovelock, el científico de 102 años creador de la teoría de Gaia

Catástrofe natural

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  • James Lovelock, afamado científico británico de 102 años, augura en un artículo publicado en The Guardian que, ante las agresiones del ser humano, el planeta se defenderá y acabará con la especie antes de que esta acabe con él.
  • Es el principal teórico de lo que se conoce como Hipótesis Gaia, que afirma que la Tierra regula las condiciones de vida de la biosfera para hacer posible la vida.
  • El coronavirus, dice, bien puede haber sido un primer intento de acabar con los humanos, el principal agente que ataca a esta misma biosfera: "Gaia lo intentará con más fuerza la próxima vez".
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Desde hace décadas, expertos ecologistas de todo el mundo advierten de que el ser humano está acabando con el planeta. La emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, explican, está calentando la Tierra, un lugar que solo puede asistir impotente a su destrucción.

Se trata de una idea correcta, pero incompleta, opina James Lovelock, afamado científico británico de 102 años que postuló por primera vez hace 60 años lo que después ha dado en llamarse Hipótesis Gaia

Esta viene a decir que la biosfera actúa como un sistema donde los seres vivos interactúan entre sí garantizándose la supervivencia. 

En otras palabras, Gaia, la Tierra, regula de forma natural las condiciones de vida de esta misma biosfera para conseguir unas condiciones de vida habitables en su interior. Para lograrlo, pone en marcha todo tipo de mecanismos. 

Dado que, por ejemplo, el Sol calienta más cuanto más envejece, a lo largo de cientos de millones de años Gaia ha creado bosques y casquetes polares que ayudan a regular la temperatura de la Tierra.

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Desde que se postuló por primera vez en los años 60 del siglo XX, pasaron décadas hasta que esta teoría empezó a calar entre el resto de expertos. 

En plena vorágine de teorías neodarwinistas que entendían que la evolución de las especies responde al esfuerzo adaptativo de estas por encajar en su ambiente, muchos científicos fueron reacios entonces a reconocer que ese vínculo podía darse también al revés, con la biosfera haciendo lo suyo por ser un lugar más agradable.

No fue hasta mediados los años 80, cuando Lovelock se unió a la bióloga estadounidense Lynn Margulis, que la Hipótesis Gaia cobró fuerza de verdad.

Posteriormente, la propia Margulis terminaría rechazando la idea, tan extendida, de que la teoría contempla a Gaia como es un ser vivo.

Pero aunque no lo es (o no lo es, al menos, tal y como cabe imaginar habitualmente a los seres vivos), Gaia premia y castiga

Lejos de la visión de una Tierra impotente ante la acción humana que presentan muchos ecologistas, Lovelock, en un artículo publicado esta semana en The Guardian, ha lanzado esta semana una advertencia definitiva: Gaia se vengará.

No se trata, precisa, de un repentino instinto asesino despertado recientemente debido a la irresponsable acción del hombre (aunque algo de eso también hay)

Es solo su mecanismo ancestral. Para regular la biosfera, el planeta debe acabar con el agente que la está alterando a toda velocidad, es decir, el ser humano.

"Las advertencias que antes parecían escenarios catastróficos propios de la ciencia ficción se están haciendo realidad. Estamos entrando en una era de calor en la que la temperatura y el nivel del mar irán subiendo década a década hasta que el mundo se vuelva irreconocible", explica Lovelock.

"También podríamos llevarnos más sorpresas. La naturaleza es no lineal e imprevisible, especialmente en el actual momento de transición. Reducir estos riesgos y adaptarse a los que ya no podemos evitar exigirá una movilización de recursos de la magnitud de una economía de guerra".

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Las recomendaciones de Lovelock no acaban aquí. Para empezar, explica, la COP 26 está errando el tiro. 

Al hablar del encuentro de líderes mundiales y medio ambiente que se está celebrando estos días en la localidad escocesa de Glasgow, Lovelock observa una importante equivocación de base.

"No sé si es demasiado tarde para que la humanidad evite una catástrofe climática, pero estoy seguro de que no hay ninguna posibilidad si seguimos tratando el calentamiento global y la destrucción de la naturaleza como problemas separados. Este es el enfoque equivocado de Naciones Unidas", dice Lovelock.

El segundo gran error del COP 26 es a ojos de Lovelock, no apostar por la energía nuclear.

"No tenemos más remedio que reducir la quema de combustibles fósiles o enfrentarnos a consecuencias aún peores. Pero tampoco debemos depender en exceso de la energía renovable, lo que nos dejará un vacío energético. Para superarlo, hay que construir más centrales nucleares, aunque los ecologistas tendrán que superar primero sus exagerados temores a la radiación", comenta.

"Los peligros no son, ni de lejos, tan graves como los pintan. He viajado millones de kilómetros en avión, y en todo ese tiempo he estado expuesto a niveles de radiación diez veces mayores que a nivel del suelo. Los peligros se han exagerado".

Siguiendo los postulados de la Hipótesis Gaia, Lovelock no descarta incluso que la reciente pandemia de coronavirus, que ha matado a más de 5 millones de personas en el mundo y cuyo origen concreto todavía se desconoce, sea en realidad un mecanismo más de Gaia.

Esta, apunta Lovelock, en su afán por regularse, como ha hecho desde el nacimiento mismo del planeta, está tratando de librarse de la especie que está contribuyendo de manera decisiva a acabar con su equilibrio.

"Mis congéneres deben aprender a vivir en colaboración con la Tierra. De lo contrario, el resto de la creación, como parte de Gaia, llevará inconscientemente a la Tierra a un nuevo estado en el que los humanos ya no serán bienvenidos. El virus COVID-19 puede haber sido una retroalimentación negativa. Gaia se esforzará más la próxima vez con algo aún más desagradable", vaticina el científico.

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