Esta startup está combinando el blockchain y el reciclaje para terminar con la pobreza y la contaminación convirtiendo al plástico en moneda de cambio

Una recolectora de Plastic Bank
Una recolectora de Plastic Bank
  • La startup Plastic Bank combina el el blockchain y el reciclaje para intentar dar una solución al problema de la contaminación por plásticos y reducir la pobreza.
  • Fundada por David Katz, cuenta con una red de tiendas en las comunidades más pobres y promueven la recogida de residuos plásticos por parte de los ciudadanos que luego intercambian por créditos con los que comprar en sus establecimientos. 
  • La iniciativa ya está operativa en Haití, Filipinas e Indonesia y tienen previsto dar sus próximos pasos en Etiopía y la India.
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Océanos de plástico, islas de plástico, olas de plástico: todos estos términos, tan gráficos que hasta ahora ni nos imaginábamos, se han convertido en una realidad, sin metáforas. El problema de la contaminación por plásticos adquiere cada vez más protagonismo. “Hay una catástrofe en el océano que afecta a la vida marina y a las aves”, con esta advertencia arrancó su intervención David Katz, CEO de Plastic Bank, en el evento Henkel X que tuvo lugar en Barcelona. 

“Hay que hacer algo con los océanos”, introdujo el emprendedor. Pero ese algo en la cabeza de Katz, no empieza por limpiar los mares, como cabría esperar, sino por la monetización del reciclaje de plásticos. Su símil es sencillo, si un diamante no tiene valor no se puede intercambiar por nada. No había nada por lo que intercambiar el plástico. Hasta ahora. 

La disruptiva propuesta de este emprendedor es la conjugación de la vanguardia tecnológica y la transformación hacia la economía circular. La startup Plastic Bank se articula como un proyecto en el que convergen el blockchain y el reciclaje para intentar dar una solución al problema de la contaminación por plásticos y reducir la pobreza. Casi nada.  

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Lo que ha hecho este emprendedor es construir toda una red de recogida para dar una segunda vida al plástico e incentivos económicos para quienes contribuyan a cerrar el círculo. Katz ha convertido el reciclaje de plásticos en moneda de cambio para las comunidades menos favorecidas  ya que el de la contaminación por plásticos es un problema que presenta especial incidencia en las comunidades más pobres del planeta.

La suya “es la tienda de los pobres”, explica el fundador de Plastic Bank, “donde es posible comprar de todo a cambio de plásticos: desde seguros de salud, a energía, comida, teléfonos móviles, estufas o combustible para cocinar. Y continuamos añadiendo artículos que la gente quiere comprar”.

De esta forma, el plástico funciona como moneda de cambio. Los miembros de estas comunidades pueden intercambiarlo por una suerte de divisas digitales con las que comprar productos en las tiendas de Social Plastic. “El valor de este material se transfiere a las vidas de la gente a través de economía circular”, explica Katz. “Trabajamos en la inclusión financiera utilizando el plástico como moneda de cambio. Cambian plástico por créditos digitales”.

Katz defiende que con este sistema se crean nuevas oportunidades para las comunidades con menos recursos  y presenta un fuerte impacto en las regiones pobres que sufren niveles de contaminación de plástico extremos.

Por la parte que le toca al plástico: se recicla y las empresas colaboradoras de Social Plastic lo reutilizan, cerrando el ciclo.  Social Plastic vende este plástico a grandes compañías, como Marks and Spencer o Henkel, que han autorizado el uso de Social Plastic en sus productos. Con estos acuerdos cierran el círculo: “Henkel se ha comprometido a utilizar más de 100 millones de kilos de este material cada año”, explicó Kazt. “Esto pondrá cientos de miles de dólares en manos de pobres en economías emergentes”.  

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La iniciativa ya está operativa en Haití, Filipinas e Indonesia y tienen previsto dar sus próximos pasos en Etiopía y la India. “En Haití funcionan casi como centros comunitarios donde, por ejemplo, una de nuestras recolectoras ha tenido la posibilidad de ganarse la vida recogiendo plásticos de puerta a puerta, de las calles y de los negocios. Al final del día nos trae el plástico recogido. Miramos la calidad, lo pesamos y transferimos el valor a su cuenta”, explica el funcionamiento el emprendedor. 

Detrás de la plataforma bancaria de blockchain de la start up se encuentra, también, la mano de IMB. La compañía de Katz se apoya en una plataforma de blockchain como la que utilizan los bancos para las transacciones y con un mecanismo similar al utilizado para cualquier intercambio de divisa. Ese valor transferido a la cuenta de los recolectores se transforma en un activo con el que puede obtener crédito, además de comprar productos en las tiendas de la red. 

Son cuatro tipos de plásticos en los que trabaja esta iniciativa: HDPE, que es el de los envases de leche, de detergente, y los tapones de refrescos. El LDPE que es el de las bolsas de plástico y el plástico de burbujas, el PET, de los envases de bebidas de plástico y de las prendas de poliéster y PP, de baterías y contenedores.

Y es que para terminar con  la contaminación de plásticos no se puede empezar limpiando los océanos, antes hay que llegar a ser "neutros en plástico igual que intentamos ser neutros en carbono".

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