Una segunda vida para 'Second Life': expertos del ESIC y la Universitat Jaume I proponen una plataforma virtual parecida a este antiguo videojuego para atraer a estudiantes chinos

Captura de pantalla de la plataforma virtual propuesta por el ESIC y la Universitat Jaume I.
Captura de pantalla de la plataforma virtual propuesta por el ESIC y la Universitat Jaume I.

ESIC/Universitat Jaume I

  • Investigadores del ESIC y la Universitat Jaume I proponen una plataforma virtual para atraer a estudiantes chinos mientras se normalizan los viajes.
  • El proyecto supone un punto intermedio entre la presencialidad que reclaman muchos alumnos y la modalidad online por la que optan algunos docentes.
  • La pandemia no ha acabado con el interés de la comunidad china por el español: más de un 90% de los encuestados por estas dos instituciones tienen el mismo o más interés por este idioma.
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Puede que muchos ya no lo recuerden, pero hace 18 años el futuro tenía un nombre y un apellido: Second Life. Antes de TikTok, de Intagram y de Twitter, antes incluso de Facebook, el ser humano observó por primera vez su reflejo virtual en un mundo online que ofrecía a sus jugadores algo que aún hoy resulta irrechazable: ser quienes ellos quisieran a través de sus avatares en un mundo tan irreal como desearan y tan real como permitieran sus tarjetas gráficas.

La empresa californiana Linden Lab lo presentó en sociedad en 2003. A pesar de la buena acogida inicial, el experimento tardó poco en venirse abajo, tal y como recordó El País en 2007.

A grandes rasgos, los jugadores tardaron poco en dividirse entre quienes trataban de sacar algún rédito económico especulando con la moneda virtual del juego y quienes utilizaban la plataforma para dar rienda suelta a sus más oscuras fantasías sexuales. Entre medias, una legión de jugadores que, tras entrar una vez, no volvían a hacerlo nunca más.

Aunque le empresa presumió aquel 2007 de cifras cercanas a los 8 millones de usuarios registrados en todo el mundo, era raro ver jugar a la vez a más de 50.000. Una cantidad insuficiente, sobre todo, para las empresas que habían depositado en Second Life la esperanza de poder llegar a un público global a cambio de una inversión mínima. Todas acabaron fuera.

Casi dos décadas después, no está claro aún si la imagen que devolvió aquel espejo de ceros y unos es algo muy bueno o muy malo, pero caben pocas dudas de que aquello fue el germen de todo lo que vino después: las redes sociales, el imperio de la comunicación y de la imagen y la confusión entre vida privada y vida pública.

Ahora, la escuela de negocios ESIC y la Universidad Jaume I proponen recuperar algo de aquella idea para, tras limar muchos de los defectos de esa primera experiencia, crear un mundo virtual con un propósito mucho más noble: recuperar alumnos extranjeros, especialmente chinos, para escuelas de negocio y universidades españolas al menos hasta que los viajes vuelvan a normalizarse tras la pandemia.

El interés de la comunidad china por el español se mantiene

La propuesta, presentada a principios del pasado mes de julio en el VII Congreso Internacional de Innovación Aplicada de Valencia, se encuentra todavía dando sus primeros pasos, pero ya se ve sustentada por un informe.

Este, elaborado con encuestas realizadas a cerca de 200 profesores, alumnos, agentes (personas que hacen de intermediarios para que los alumnos puedan estudiar fuera de China) y funcionarios chinos, trata de orientar al menos sobre un par de cuestiones: ¿qué pasó con ellos tras la fatídica primavera de 2020 y cuáles son ahora sus planes?

"Quisimos saber cómo se atendió a quienes se quedaron aquí y qué se mueve actualmente entre quienes están allí. China es el país que que más estudiantes manda al extranjero, así que está claro que las universidades que consigan atraerlos serán muy fuertes", cuenta por teléfono a Business Insider Beatriz Irún, profesora de Marketing en el ESIC y experta conocedora del mercado chino tras residir en el gigante asiático durante un decenio.

Las perspectivas para la universidad española no son malas. Según los datos del estudio, más de un 90% de quienes forman parte de la comunidad china sienten, por ejemplo, un interés igual o mayor por el castellano que antes de la pandemia. Con respecto a la modalidad, división de opiniones: un 52% quiere clases online, un 36% las prefiere presenciales y para un 11% valen ambas. Estos últimos resultados dieron a los investigadores una pista.

"Observamos que la mayoría de los profesores preferían la modalidad online, mientras que los alumnos quieren clases presenciales aunque, sin son online, se adaptan. Entendimos que lo que necesitan unos y otros son herramientas nuevas, diferentes, capaces de romper con estas clases en las que hay muchos alumnos aunque sepamos ya que no todo el mundo aprende al mismo ritmo", cuenta Irún. 

Una plataforma inmersiva para aprender online

Son muchos los inventos que llegan antes de tiempo. En Japón, por ejemplo, los palos selfi que causaron furor en Occidente en 2014 (la revista Time lo incluyó como uno de los inventos de aquel año) llegaron en 1980, cuando las redes sociales no eran ni siquiera un concepto inteligible. Fue un absoluto fracaso. ¿Puede ser que ocurriera lo mismo con Second Life y que la sociedad sí esté ahora preparada para sacar todo el provecho a un entorno virtual compartido?

Avatar creado en el entorno virtual del proyecto del ESIC y la Universitat Jaume I.
Avatar creado en el entorno virtual del proyecto del ESIC y la Universitat Jaume I.

ESIC/Univiersitat Jaume I

Desde el ESIC y la Universidad Jaume I están dispuestos a explorar esta posibilidad, aunque con cambios sustanciales. Para empezar, el mundo virtual que proponen para aunar el formato online y el presencial debe limitarse a reproducir un campus universitario: jardines, edificios y aulas por los que pasean alumnos y profesores.

Además, cada universidad debe ser responsable de su propio campus, que tendrá carácter exclusivo para sus estudiantes. Esto quiere decir que deben evitar en todo momento la entrada a este espacio de elementos externos que desvirtúen la finalidad del mismo: la transmisión de conocimiento. 

Por lo demás, el proyecto no cambia demasiado con respecto a cualquier universidad o escuela al uso: los alumnos acuden libremente a clases y talleres de todo tipo y de todos los niveles y los profesores enseñan lo que saben, por ejemplo, acerca de cómo funcionan las empresas en España o sobre cuáles son las expresiones en castellano más adecuadas para encarrilar una negociación.

De igual manera, existen espacios de encuentro como las cafeterías donde los alumnos pueden acudir, reunirse y hablar sobre sus inquietudes. 

"Esperamos que los estudiantes estén muy motivados y que la metodología genere un buen ambiente en la clase para que se puedan desarrollar competencias clave hoy en día como el trabajo en equipo, o las habilidades comunicativas", detalla el informe.

La lengua vehicular, en principio, es el inglés, pero dado que la idea es atraer estudiantes chinos a España, los investigadores contemplan la posibilidad de que, con el tiempo, se impartan clases de castellano y en castellano.

La creación de un entorno virtual con características más propias de un videojuego que de entornos académicos como Moodle está lejos de ser un brindis al sol. Esta viene más bien forzada por el perfil que se quiere atraer, estudiantes acostumbrados a lo digital de 20 años que en sus ratos libres son gamers. Por supuesto, también influyen las circunstancias.

"Hay que recordar que los alumnos chinos, por ejemplo, no tienen acceso a Google, a Zoom ni a Whatsapp. Para atraerlos a través de plataformas online y juntarlos con otros alumnos extranjeros, o aprendemos todos a usar las versiones chinas de estas aplicaciones o hay que proponer herramientas que les resulten amables", explica Irún.

Tras presentarlo a principios de verano, anticipa esta investigadora, por ahora, la idea ha quedado pendiente de desarrollarse a partir de septiembre, cuando empiece a suscitar interés entre universidades y escuelas de negocio que quieran transitar el camino que abren el ESIC y la Universitat Jaume I. "El tema da mucho de sí, desde luego. Como mínimo, para otro informe", concluye Irún.

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