Si quieres una semana laboral de cuatro días, estas son las pruebas que necesitas para convencer a tu jefe de que es una decisión inteligente

Aki Ito
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Bolt ha dado a sus empleados los viernes libres de forma permanente.
Bolt ha dado a sus empleados los viernes libres de forma permanente.

Doug Chayka para Business Insider

En España, la jornada laboral es de 40 horas semanales, generalmente repartida en 5 días semanales, aunque hay excepciones. Los horarios de oficina abarcan los días de lunes a viernes. No obstante, hace algún tiempo el Gobierno llegó a un acuerdo con Más País, la formación política liderada por Íñigo Errejón para llevar a cabo un proyecto piloto que reduzca la semana laboral a 4 días, es decir, 32 horas.

Las ventajas de acortar la jornada podemos verlas en Bolt, una empresa tecnológica estadounidense con base en San Francisco que ha decidido sumar el viernes a los días libres de sus casi 700 empleados.

A lo largo de la pandemia, los empresarios de todo el mundo han modificado casi todo lo relacionado con los trabajos de oficina. En primer lugar, implantaron la opción de teletrabajo, en algunos casos obligatoria y en otros con posibilidad de elegir. Aparte de esto, en algunos casos han prohibido las reuniones en determinados días, han dado permisos o días libres por temas de salud mental e incluso han permitido que sus empleados se trasladen a cientos de kilómetros de distancia de sus antiguas oficinas. No obstante, y a pesar de sus esfuerzos por retener el talento, la mayoría se resiste a implantar la semana laboral de 4 días. Como sucede en España, en la mayoría de trabajos la semana laboral durante la crisis del COVID ha seguido siendo de lunes a viernes.

De modo que, cuando Bolt anunció el verano pasado que iba a implantar una semana laboral de 4 días en toda la empresa, me llamó mucho la atención. No se trataba de una pequeña empresa tecnológica, sino de una valorada en unos 10.000 millones de euros, con cientos de empleados proporcionando software a clientes como Forever 21 y Lucky Brand. ¿Podría una empresa líder de Silicon Valley, sujeta a las exigencias de los inversores en un sector hipercompetitivo, hacer que funcione una semana laboral más corta? Y, si es así, ¿qué podría significar para el resto de nosotros?

Para responder a estas preguntas, he hablado con los empleados de Bolt durante los últimos meses. Algunos son empleados de la plantilla; otros son responsables de ayudar a aplicar esta nueva política. Sus funciones van desde la ingeniería y el departamento jurídico hasta los recursos humanos y la atención al cliente. Las conversaciones me han hecho ser optimista sobre la posibilidad de ampliar el fin de semana a 3 días en muchas profesiones, de revolucionar el horario laboral desde que la semana laboral de 40 horas se convirtió en ley en 1940 en EEUU. Pero, si la experiencia de Bolt es un ejemplo, esa transición requerirá un replanteamiento mucho más profundo de nuestra forma de trabajar.

Todo lo que debes saber de la semana laboral de 4 días: dónde se aplica, qué ventajas tiene y qué posibilidades tienes de disfrutarla

Pocas cosas tienen un impacto tan universal en la vida moderna como el trabajo de lunes a viernes. No sólo dicta cuándo trabajamos, sino que determina cuándo desayunamos, nos vestimos y nos lavamos los dientes. Controla cuándo se abren los colegios, cómo fluye el tráfico y los horarios de los restaurantes, las tiendas de alimentación y los cines. Regula a quiénes podemos ver y cuándo podemos verlos. No sólo moldea nuestro trabajo. Establece los límites de nuestra libertad.

Durante la pandemia, el teletrabajo ha proporcionado a millones de personas un grado de flexibilidad sin precedentes a la hora de establecer sus propios horarios. No obstante, tomarse el día libre de forma puntual no es comparable a trabajar 4 días a la semana, al igual que faltar a clase no es lo mismo que irse un día de excursión. Claro que puedes faltar al trabajo para hacer algunos recados. Pero tu jefe no. Si lo hiciera, los correos electrónicos seguirían llegando, y los plazos siguen estando ahí. El cambio a una verdadera semana laboral de 4 días no es algo que pueda establecerse sin más, sino que requeriría una sincronización a nivel masivo.

En Bolt, la semana laboral de 4 días comenzó con el agotamiento como consecuencia. El verano pasado, al preparar una ronda de recaudación de fondos y una adquisición, los empleados de la empresa estaban extremadamente cansados. Habían trabajado demasiadas noches y fines de semana, según han hecho saber a su departamento de RRHH en encuestas y conversaciones.

Así que en agosto, siguiendo la tendencia en auge de las empresas que buscan formas de permitir a su personal trabajar menos, Bolt puso en marcha unos paros en toda la empresa que denominó "días de bienestar". Al comprobar que nada se venía abajo, el fundador de la empresa y entonces CEO, Ryan Breslow, decidió ir más allá. Probó a instaurar una jornada de 4 días durante 3 meses, para ver qué pasaba.

Una empresa más grande y madura como Google, habría pasado un año deliberando este tipo de medida. Pero a Breslow, un apasionado de los recursos humanos de 27 años, le encanta probar cosas nuevas con respecto a la política laboral que a cualquier otro le parecería una locura

A principios de este año, los veteranos del sector se horrorizaron cuando Breslow anunció que la empresa estaba prestando dinero a los empleados que querían comprar acciones de Bolt. Se trataba de algo que podía ponerlos en un riesgo financiero considerable. En enero, Breslow fue también criticado por tuitear sobre un importante competidor y sus patrocinadores refiriéndose a ellos como "la mafia". 

Sin embargo, el fundador de Bolt también ha demostrado ser previsor: en medio de la pandemia, Breslow implantó el teletrabajo y equiparó los salarios de todo EEUU, para facilitar que sus trabajadores pudieran mudarse sin perder poder adquisitivo. Para él, la semana de 4 días era el siguiente paso lógico.

Sera Yang, ingeniera de Bolt, dedica los viernes a hacer la colada o entrenar. Ese tiempo de inactividad le sirve para socializar más los sábados y domingos.
Sera Yang, ingeniera de Bolt, dedica los viernes a hacer la colada o entrenar. Ese tiempo de inactividad le sirve para socializar más los sábados y domingos.

Jason Henry for Insider

Cuando Breslow envió un mensaje de Slack para dar a conocer el programa piloto de 3 meses, muchos empleados se mostraron especialmente contentos. Sera Yang, una ingeniera de 23 años, salió corriendo de su habitación para decirle a sus compañeros de piso que iba a tener los próximos 12 viernes libres. "Dios mío, era una locura. Estaba súper emocionada", recuerda que pensó. Matt Greenwald, gestor de programas de 26 años recién incorporado a Bolt, se preguntó si era algún tipo de broma. "Me dije, ¿es el día de los inocentes?", cuenta. La prensa también se sumó al entusiasmo. Fast Company, CNBC, Forbes y Bloomberg fueron algunos de los que cubrieron la noticia.

No obstante, un sector de la compañía continuaba siendo escéptico: los directivos. "Mi preocupación inicial era cómo afectaría esto a mi equipo" dice Kincy Clark, director de apoyo de Bolt. "Vivimos en un mundo donde la jornada es de 5 días. Interactuamos con los clientes y tenemos obligación de dar soporte en ese horario", defiende Usman Ismail, director de ingeniería, que se oponía a la política. 

El personal directivo tenía derecho a preocuparse, porque la política se instauró con un asterisco significativo. Aunque Breslow acababa de acortar la semana de todos en un 20%, seguía esperando la misma cantidad de trabajo. Los objetivos de rendimiento no iban a cambiar. El negocio seguiría siendo igual de ambicioso. Su apuesta era que todo el mundo sería capaz de mantener la misma productividad trabajando un día menos.

Lo primero que se eliminó fueron las reuniones. Los directivos revisaron las reuniones permanentes de sus equipos y se preguntaron si eran realmente necesarias. Algunas se cancelaron, otras cambiaron a una frecuencia mensual o bimensual, o se redujeron a reuniones de 15 minutos. La empresa también pidió a los empleados que examinaran rigurosamente las reuniones a las que se les invitaba y que se retiraran de las que consideraran innecesarias. Pronto, incluso los trabajadores más jóvenes empezaron a rechazar el reunirse.

Namanh Kapur, un ingeniero de 23 años, se ponía nervioso al dejar de asistir a sus primeras reuniones. Preocupado por la posibilidad de ofender a sus compañeros, se esforzó por adjuntar notas a cada invitación del calendario que rechazaba, explicando sus motivos. "Cuando me di cuenta de que no afectaba a la relación con mis compañeros, me sentí lo bastante seguro como para rechazar todas aquellas reuniones que no considerara necesarias", relata.

La promesa de los viernes libres motivó mucho a la gente a realizar su trabajo con diligencia. Muchos se dieron cuenta de que buscaban formas de concentrarse en su trabajo. Ismail, el director de ingeniería, instó a su equipo a utilizar un complemento del calendario llamado Clockwise que reprograma las reuniones para que se agrupen una detrás de otra. De este modo, sus ingenieros disponían de más tiempo sin interrupciones para concentrarse en su trabajo. La semana reducida también obligó a los empleados a priorizar las tareas más importantes, ya que no podían llegar a todo. 

Kincy Clark, director de apoyo, opta por trabajar unas horas los viernes libres, para liberar el resto del fin de semana y pasar tiempo con su familia
Kincy Clark, director de apoyo, opta por trabajar unas horas los viernes libres, para liberar el resto del fin de semana y pasar tiempo con su familia

Jason Henry para Business Insider

Toda esa reestructuración del trabajo tuvo un poderoso efecto. La cuestión de la productividad se resolvió: ninguna de las personas con las que he hablado opina que los días se le hiciesen más largos. Unos pocos han indicado que sí han notado la carga de trabajo, pero la mayoría no.

La única excepción es el departamento de atención al cliente, dirigido por Clark. Ahí es donde la transición a una semana de 4 días ha requerido más planificación y, a diferencia de otros departamentos, más presupuesto. Los equipos de Clark trabajan por turnos para garantizar que los que utilizan el software de Bolt puedan ponerse en contacto con un representante durante el horario laboral habitual. El servicio de atención al cliente no puede tener los viernes libres, porque los clientes no los tienen.

Primero, Clark intentó dividir el departamento en 2 grupos. Uno tenía los viernes libres, como el resto de Bolt, y el otro los lunes. Pero incluso así, estaba claro que los equipos de Clark tendrían que aumentar el personal en un 20% para que la nueva política funcionara. "No puedo cambiar las prioridades. No puedo decir, bueno, quizá no necesitemos esas 2 personas más. No puedo permitirme ese lujo. Es un déficit de cobertura del 20% que tienes que compensar con más gente. No hay otra forma de evitarlo", aclara.

Los ejecutivos de Bolt lo entendieron. Le dieron a Clark el visto bueno para adelantar las contrataciones que tenía previstas para finales de año a principios del otoño pasado. También le han dado un nuevo presupuesto para este año teniendo en cuenta que su departamento sí debe funcionar de lunes a viernes. Bolt estaba dispuesta a aumentar su plantilla para que funcionara la semana laboral de 4 días.

He trabajado casi 2 años con la semana laboral de 4 días: soy más feliz, estoy menos quemado y soy más productivo que nunca

A finales del año pasado, los directivos hicieron balance de su experimento para decidir si querían volver a la semana de 5 días o hacer permanente la semana más corta. La decisión se redujo a 2 factores. En primer lugar, la política hace felices a los empleados. En toda la empresa, el 84% afirma que mejora el equilibrio entre la vida laboral y la personal y los hace más productivos. Incluso los directivos, inicialmente escépticos, se muestran favorables a la política, con un 93% de ellos a favor de mantenerla. El aumento de la satisfacción de los empleados de Bolt coincide con una serie de estudios que indican que una semana laboral más corta mejora el sueño, disminuye la fatiga y reduce el estrés.

Igual de importante es que esa felicidad no se produzca a expensas de la empresa. El 86% de los directivos afirma que sus equipos cumplen sus objetivos con la nueva política, y el 88% dice haber mantenido la productividad y los niveles de servicio para los clientes y las partes interesadas. "No vemos ninguna razón desde el punto de vista empresarial para no continuar", indica Adam McBain, vicepresidente de operaciones de personal. En enero, la empresa comunicó a los empleados que su horario de 4 días había llegado para quedarse.

Cuando empecé a hablar con los empleados de Bolt, mi mayor duda sobre la jornada reducida era si los trabajadores cogerían los viernes libres o seguirían trabajando de todos modos, como hacemos muchos de nosotros los fines de semana. Una cosa es que tu jefe te diga que te vayas. Otra cosa es dejar de lado el trabajo durante un día, sobre todo cuando ya estás en casa.

Lo que descubrí fue que, en una empresa de Silicon Valley llena de gente que siempre ha sido muy productiva, la transición a una semana laboral de 4 días requiere un tiempo de adaptación, así como una buena cantidad de empujones. Yang, la ingeniera, dice que al principio no paraba de abrir su portátil los viernes y revisar Slack, hasta que se dio cuenta de que no llegaban nuevos mensajes.

Alesya Nasimova, abogada, fue incluso peor, ignorando de plano el nuevo edicto. "Hay mucho trabajo por hacer, especialmente para los abogados", comenta. Pero entonces empezó a notar que sus compañeros rechazaban sus invitaciones a las reuniones de los viernes. Le pedían que pasara las reuniones al lunes. Así que se puso en contacto con su jefe, el consejero general de Bolt, para que la orientara. La instó a participar en el experimento.

Ahora, 6 meses después de su nueva semana laboral, muchos empleados afirman que rara vez encienden sus portátiles los viernes. Algunos, sobre todo los más veteranos, cuentan que suelen dedicar unas cuantas horas a su nuevo día libre, aprovechando el tiempo de tranquilidad para realizar el trabajo que requiere más concentración, tareas que solían abordar los sábados o los domingos. 

Para ellos, sus nuevos horarios no son tanto semanas de 4 días como semanas de 4 días y medio, al igual que sus anteriores semanas de 5 días eran realmente semanas de 5 días y medio. Sin embargo, es una gran mejora, porque ahora tienen el fin de semana normal para pasar con sus familias. "Mi mujer puede contar conmigo para hacer cosas los sábados y domingos, mientras que antes siempre era una incógnita", explica Clark.

"Algunas veces siento que 4 días a la semana es poco tiempo de trabajo, pero me motiva ya que me permite tener 3 días libres para hacer lo que quiera", Satoko Ayabe sobre el horario de Bolt.
"Algunas veces siento que 4 días a la semana es poco tiempo de trabajo, pero me motiva ya que me permite tener 3 días libres para hacer lo que quiera", Satoko Ayabe sobre el horario de Bolt.

Jason Henry para Business Insider

Otra de las cosas que afrontaron los empleados, fue la de valorar cómo aprovechar al máximo su nuevo tiempo libre.

 Una joven ingeniera explica que a veces se reunía con otros trabajadores de Bolt (ya que sus otros amigos siguen trabajando los viernes) y comían juntos el fin de semana. Aunque, la mayoría, se refiere al viernes como un día para estar solo y dedicar a uno mismo. Algunos se sumergen en aficiones que requieren mucho tiempo. Ayabe, la ingeniera, aprovecha los viernes para dibujar pegatinas a mano, que ha empezado a vender en Etsy. Kapur lanzó un canal de YouTube para hablar de la vida de las startups, y utiliza sus viernes para grabar y editar los vídeos. "Cuando solo tienes libres los sábados y los domingos, es difícil encontrar el tiempo. Todo el mundo sigue trabajando los viernes, pero yo tengo este tiempo para mí, y no me siento presionado para dedicarlo a socializar", dice Kapur.

Casi todo el mundo dedica los viernes a tareas del hogar. Parece aburrido, pero tiene la ventaja de liberar los sábados y domingos para disfrutar de la familia y los amigos. Además, les da la oportunidad de relajarse.

Aun así, y por mi labor de periodista, he insistido mucho para que me hablen de los sacrificios que supone esta medida. Un ingeniero comenta que reducir la jornada ha supuesto también tener menos tiempo para charlar con los compañeros. No lo considera negativo, pero sí se da cuenta de que hay personas que echan en falta socializar más en el entorno laboral. Uno de los directivos comenta que le preocupaba reducir la orientación y supervisión de los trabajadores con menos experiencia.

La vida en la oficina se está desmoronando y la generación Z quiere mayoritariamente tener la libertad de trabajar a distancia: su reto es aprender a ser adultos a través de Zoom

Casualmente, estas son las mismas preocupaciones que provoca el trabajo a distancia. En cierto sentido, la semana laboral de 4 días es como el teletrabajo llevado a un extremo más coordinado: es más productivo que una semana de 5 días, con menos distracciones, pero también adquiere un carácter más transaccional. La apuesta de Bolt es que los beneficios actuales superarán cualquier inconveniente futuro. Es lo conocido frente a lo desconocido: una semana de 40 horas que tiene casi un siglo de precedentes, frente a una semana de 32 horas que básicamente no tiene ninguno.

La pregunta es: ¿podría funcionar realmente la semana laboral de 4 días, más allá de esta única y peculiar empresa? Las conversaciones con los miembros de la plantilla de Bolt me han hecho ser muy optimista. Como el informático y escritor Cal Newport lleva años argumentando, los trabajos profesionales se han hinchado con reuniones innecesarias e hilos de correos electrónicos interminables. Si pudiéramos diseñar el trabajo desde cero en 2022, es poco probable que alguien llegara al sistema que tenemos hoy. 

El problema es que a los empleados les resulta difícil renunciar a esas ineficiencias por sí mismos

En Bolt, un mandato de toda la empresa para acortar la semana obligó a todo el mundo a replantearse los hábitos y las normas que los atascaban, y a sustituirlos por enfoques más productivos. Creo que eso también sería posible en muchos otros trabajos de oficina. 

En una serie de pruebas realizadas entre 2015 y 2019, Islandia recortó la semana laboral de algunos empleados públicos hasta 35 horas. Los resultados fueron sorprendentes. Los tiempos de tramitación de la inmigración se mantuvieron más o menos igual. También lo hizo el número de casos abiertos en los servicios de protección de la infancia. Los contables de la ciudad de Reikiavik acabaron introduciendo más facturas a la semana que antes.

Dicho esto, la reestructuración necesaria es un trabajo duro. En Bolt, ha hecho falta nada menos que un compromiso concertado por parte de todos, desde los altos ejecutivos hasta el personal más joven. Ha ayudado a que los empleados de la empresa, que eligieron trabajar en una startup, se acostumbraran a la experimentación y al cambio. También ha resultado útil el hecho de que la empresa ya trabajara en su momento para crear una cultura de valoración del equilibrio entre la vida laboral y la personal

He oído hablar de muchas iniciativas contra el estrés en otras empresas que no han llegado a ninguna parte, ya sea porque los directivos no apoyaron esas nuevas políticas o porque los trabajadores se negaron a participar.

Para las empresas y organizaciones que emplean por turnos, pasar a una semana laboral de 4 días supondría un mayor gasto en mano de obra. En Islandia, la semana reducida para los funcionarios cuesta al Gobierno unos 31 millones de euros al año, una pequeña fracción de su presupuesto anual. Pero la necesidad de aumentar el personal podría ser un obstáculo para instituciones como los hospitales, que requieren personal las 24 horas del día, sobre todo ahora que hay puestos de trabajo sin cubrir en todas partes.

Aun así, el mayor obstáculo para la semana laboral de 4 días es el hecho de que seguimos viviendo en un mundo de 5 días. Implantar una jornada reducida es un riesgo que muchos no están dispuestos a asumir, ya que los clientes van a seguir demandando atención los viernes, algo que sitúa a cualquier empresa en desventaja con respecto a sus competidores.

Matt Greenwald pasa los viernes explorando San Francisco.
Matt Greenwald pasa los viernes explorando San Francisco.

Jason Henry para Business Insider

Sin embargo, vale la pena reflexionar acerca de cómo se llegó en su momento a implantar la jornada de 40 horas. En España, se acabó cediendo a las presiones sindicales en abril del año 1919.

En EEUU, los empresarios se oponían fervientemente a este cambio, pero entonces llegó la Gran Depresión. La causa de la reducción de horas se transformó de repente en un imperativo patriótico, una forma de salvar la economía obligando a las empresas a contratar más personal. En 1938, el presidente Franklin D. Roosevelt firmó la Ley de Normas Laborales Justas, que obligaba a los empresarios a pagar las horas extraordinarias a los empleados que trabajaban más de 44 horas a la semana. 

En 1940, el umbral se redujo a 40 horas. La semana laboral se redujo drásticamente en todos los sectores en los años siguientes. Y a pesar de todas las quejas sobre el exceso de tiempo libre que destruye el capitalismo, la reducción tuvo en realidad el efecto contrario. Resulta que si se da más tiempo libre a la gente, se le da también más tiempo para gastar. El fin de semana de 2 días avivó la demanda de toda una nueva gama de bienes y servicios para entretener a los estadounidenses, creando mercados donde antes no existían. Lo mismo pasó en el resto de países.

Great Depression

En Islandia, los exitosos experimentos del gobierno con una semana laboral más corta han estimulado un cambio a nivel nacional. En la actualidad, el 86% de la población activa del país trabaja una semana más corta o tiene derecho a solicitarla. Tanto en el sector privado como en el público, los empleados no suelen trabajar más de 36 horas a la semana, y algunos, como las enfermeras, trabajan solo 32 horas. 

Cabe destacar que, en el primer trimestre de este año, se han cuadruplicado las solicitudes para trabajar en Bolt. Muchos de los empleados con los que he hablado afirman que muchos amigos les piden recomendaciones para entrar en la empresa. 

¿Será esto posible también en España? Habrá que ver los resultados de los primeros experimentos al respecto.

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