Así puede afectar la crisis de Gobierno en Cataluña al resto de España: un anticipo electoral pillará a pie cambiado a PSOE, Sumar y a Ciudadanos

El presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès.
El presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès.

REUTERS/Albert Gea

La tensión política en Cataluña vuelve a subir, y lo hace en pleno choque entre las dos principales fuerzas independentistas que hasta ahora gobernaban juntas la región. El 14 de febrero del año pasado las elecciones las ganó el PSC con el exministro de Sanidad Salvador Illa como candidato, pero la mayoría para formar el Govern la conquistaron ERC con Junts.

Illa obtuvo 33 escaños en el Parlament, la misma cifra que lograron los republicanos de Esquerra con Pere Aragonès, hoy presidente de la Generalitat. Pudo formar su gabinete después de contar con el respaldo de Junts per Catalunya, cuya candidatura fue coencabezada por Laura Borràs y Carles Puigdemont, la primera hoy suspendida como diputada, el segundo todavía fuera de España.

El Govern comenzó su legislatura hace ya un año y medio pero las tensiones como las que hoy vive han sido una constante todos estos meses. Sin embargo, las costuras del Govern de coalición están a punto de estallar. 

Todo comenzó este verano con la suspensión de Borràs, después de que el Tribunal Superior catalán iniciara un procedimiento por un supuesto fraccionamiento de contratos que beneficiaría a un amigo suyo. Desde entonces, la presidencia del Parlament la ostenta una diputada de ERC, y no de Junts: Alba Vergés.

El conflicto tuvo un nuevo giro cuando hace apenas unos días el portavoz parlamentario de Junts, Albert Batet, exigió al presidente Aragonès que aclarara si pensaba cumplir con los tres puntos del pacto que ambas formaciones firmaron para formar el Govern, y le instó a someterse a una cuestión de confianza.

Una cuestión de confianza se puede explicar como una suerte de moción de censura a la inversa. En lugar de ser presentada por los grupos de la oposición, esta cuestión la presenta el propio presidente de la Generalitat, que se somete voluntariamente ante la Cámara para comprobar si cuenta con el respaldo del resto de grupos presentes en la misma.

La respuesta de Aragonès fue exigir a Junts la "estabilidad" que a su juicio necesita el Govern. Muchos de los conflictos que ambas organizaciones viven y escenifican hoy se puede explicar con la estrategia seguida por el Govern catalán y su anhelado proceso independentista: ERC está dispuesta a pactar con el Estado un referéndum. Junts, no.

Por supuesto, hay muchos matices en esta historia y a nivel interno Junts también convulsiona. Tras la petición de una cuestión de confianza a Aragonès, el president catalán, republicano, cesó a su vicepresidente, Jordi Puigneró. Borràs y Puigdemont exigían a Junts contundencia en su respuesta. Finalmente, el partido ha convocado una consulta a sus militantes.

Preguntarán a las bases qué hacer los próximos 6 y 7 de octubre: abandonar el Govern o no. Si los militantes de Junts exigen a su cúpula que abandonen el Govern, ERC estaría sola en el Parlament con sus 33 escaños, empatada con el PSC, y se abriría la puerta a un adelanto electoral.

¿Qué implicaciones tiene?

Un posible adelanto electoral que pocos quieren...

Una de las principales organizaciones soberanistas, la Assemblea Nacional Catalana (ANC) lanzó un pulso al Govern el 11 de septiembre, el día nacional de Cataluña. "O independencia o elecciones". Lo sorpresivo aquí es que Laura Borràs, ya fuera del Parlament, respaldó la exigencia, que ERC, como principal fuerza del Ejecutivo catalán tildó de "irresponsable".

Ahora la posibilidad de unas elecciones anticipadas no se antoja tan remota, aunque los socialistas y comunes catalanes tratan de rechazar la idea, alumbrando la posibilidad de que ERC continúe la legislatura, como está previsto, al menos, hasta 2025. Sin embargo, el escenario ahora es más volátil que antes y todavía no se sabe si finalmente Junts dejará el Govern.

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El punto de inflexión que supuso el cese de Puigneró como vicepresidente de la Generalitat ha provocado reacciones de todo tipo, y aunque la mayoría de fuerzas políticas tratan de guardar silencio a la expectativa de lo que decidan los militantes de Junts, desde Moncloa el diputado de ERC Gabriel Rufián ya ha manifestado su apoyo a su compañero de filas, Aragonès.

... Y que introduciría a España ya en un vertiginoso ciclo electoral hasta finales de 2023

Lo cierto es que si finalmente Cataluña convoca elecciones anticipadas en virtud del artículo 75 del Estatut, estas podrían celebrarse tan pronto como finales de este año o principios del que viene. Solo deben transcurrir 54 días, casi dos meses, desde que se disuelve la Cámara hasta que se abren los colegios.

De darse este escenario, España entraría antes de lo esperado en ciclo electoral. Las elecciones catalanas serían la antesala de las elecciones municipales —y autonómicas en varias comunidades— que se convocarán para mayo de 2023. Estas, a su vez, son la previa de las elecciones generales que se convocarán a finales del año que viene.

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Esto pondría en un brete tanto los planes de la propia Moncloa, que ha anunciado una serie de novedades en materia tributaria este año para ganarse el favor de buena parte de su electorado, como de otras fuerzas. Ciudadanos, por ejemplo, se está sumergiendo en un proceso de refundación. Un adelanto electoral en Cataluña podría dejarles fuera de juego: hoy mantienen a 6 diputados.

Lo mismo sucede con el espacio de los comunes –la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, todavía está configurando el nuevo espacio de Sumar— o incluso con el partido de ultraderecha, Vox, que estos últimos días ha vivido una intensa controversia entre sus actuales líderes y la exdiputada y candidata a la presidencia de la Junta de Andalucía, Macarena Olona, que podría crear un nuevo partido.

La tensión catalana podría llegar al Congreso

A principios de 2020, cuando Pedro Sánchez superó la sesión de investidura, era prácticamente imposible presagiar que la legislatura iba a estar marcada por una pandemia y años después por una guerra en el este de Europa. Entonces, se sospechaba que el período político continuaría marcado por el problema catalán.

Antes de que estallase la emergencia sanitaria, Sánchez y los republicanos catalanes lograron concretar cómo sería la esperada Mesa de Diálogo. La primera de ellas tenía a Quim Torra, de Junts, como president de la Generalitat. Las tornas desde entonces han cambiado: si antes el Govern era de Junts y ERC, desde hace más de un año el Govern es de ERC y Junts.

De hecho, esa Mesa se ha reunido siempre a instancias y exigencias casi siempre de los republicanos, que llegaron a condicionar el apoyo a los presupuestos de 2021 a su convocatoria. Que el Govern se rompa no quiere decir que la Mesa se deje de convocar, pero sí puede hacer naufragar sus avances en caso de que la tensión electoral crezca de nuevo en Barcelona.

También afectaría a Madrid, ante un contexto preelectoral en el que los grupos de la oposición en el Congreso (PP y Vox) siempre han criticado lo que han entendido como "cesiones" a los independentistas.

 

Una ventana de oportunidad que podrían aprovechar algunos partidos

De la misma manera que un hipotético anticipo electoral o un crecimiento de la tensión en Cataluña podría pillar a muchas organizaciones y espacios electorales con el pie cambiado —sin ir más lejos, a las fuerzas que conforman el Gobierno de coalición de toda España—, hay otras organizaciones políticas que podrían aprovecharlo como una nueva ventana de oportunidad.

Es el caso de la ultraderecha de Vox. Los de Santiago Abascal crecían convocatoria electoral tras convocatoria electoral, alcanzando le hito de entrar en un gobierno autonómico tras las elecciones castellanoleonesas de principios de año, pero lo que sucedió a las puertas de verano en Andalucía frenó muchas de sus aspiraciones.

Con Macarena Olona como candidata y una campaña triunfalista en la que incluso la propia alicantina llegó a ofrecer a Juan Manuel Moreno Bonilla un puesto como vicepresidente, finalmente el escrutinio supuso un jarro de agua fría para la organización. Moreno Bonilla revalidó su victoria con una mayoría absoluta.

Vox, sin embargo, solo mejoró su presencia en el Parlamento andaluz en dos escaños más, pasando de 12 a 14.

Que el conflicto territorial vuelva a resonar en toda España a meses de las generales podría desembocar en un aumento de oportunidad electoral para Vox, a pesar de que lleva semanas enzarzado en una polémica con Olona, que abandonó la política y ahora sugiere su propio regreso.

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