El punto de no retorno para llegar a un apocalipsis abrasador en la Tierra está cada vez más cerca, según un grupo de científicos

Pavel Ramírez
lava en un volcan

El punto de no retorno para llegar a un apocalipsis abrasador en la Tierra está cada vez más cerca. Eso es, al menos, lo que opina un grupo de científicos que se plantea un futuro en el que el cambio climático ha transformado nuestro planeta y ha hecho casi imposible la vida.

Lo llaman la "Tierra invernadero", un lugar en el que las temperaturas globales habrían aumentado en torno a los 4 ó 5 grados centígrados respecto a la era preindustrial y en el que el nivel de los océanos sería de entre 10 y 60 metros más alto que hoy en día, tal y como detallan en su artículo titulado Las 9 principales maneras del fin de la Tierra, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

En ese escenario, que sitúan alrededor del año 2300, la climatología del planeta se habría vuelto más extrema, con huracanes capaces de arrancar rascacielos del suelo, y en el que las sequías y los incendios forestales durarían años enteros. De hecho, paradójicamente, el último refugio del ser humano serían los polos que hoy se derriten sin remisión.

Si la temperatura global aumenta dos grados podría significar un punto de no retorno

Aunque suene algo apocalíptico, lo cierto es que los efectos de un aumento global de las temperaturas son tan impredecibles como temibles.

Por eso, la Unión Europea al completo y 179 países en total firmaron en 2016 el Acuerdo de París, a través del cual se comprometieron a luchar contra el cambio climático y, en concreto, a impedir que la temperatura global suba por encima de los 2 grados centígrados respecto a los niveles preindustriales.

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Una referencia de temperatura (2 grados centígrados) que para los científicos que firman el artículo puede significar un punto de no retorno en la Tierra hacia un futuro en el que el ecosistema natural del planeta sea incapaz de autorregularse y termine por convertir nuestra casa en un horno insoportable.

El problema es que, con la salida en 2017 de EE.UU. del tratado, el incumplimiento del mismo por parte de China en determinados aspectos y que de momento no hay evidencias de grandes avances en la disminución de las emisión de carbono, parece que la raza humana está condenada a presenciar los efectos de su participación en el cambio climático.

La evidencia de la acción humana en el cambio climático

Por increíble que parezca, hasta hace relativamente poco no se ha producido un consenso científico respecto a la implicación del ser humano en la aceleración del cambio climático.

Se debe, principalmente, a que la época en la que vivimos ─llamada Holoceno─ representa un período natural de desglaciación en la Tierra. Esto significa que desde hace 12.000 años aproximadamente nuestro planeta ha iniciado un ciclo cálido que ha sucedido a la anterior glaciación, conocida comúnmente como edad de hielo.

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Estos ciclos se llevan produciendo desde los inicios de los tiempos de forma natural, independientemente de la acción humana. Sin embargo, las evidencias científicas respecto al aumento de las temperaturas globales en los últimos 150 años, el aumento del nivel del mar y la desaparición de especies animales y vegetales, han terminado por constatar los efectos de la acción humana en ese cambio climático natural.

Las emisiones de carbono, las de gases de efecto invernadero, la destrucción de la capa de ozono ─que, a pesar de su reciente mejoría, sigue suponiendo un peligro, especialmente en el Antártico─ o la contaminación de los océanos son algunas de esas acciones que están transformando la Tierra, tal y como denuncia Greenpeace.

Por eso, algunos efectos ya visibles como la rápida deforestación de algunos países tradicionalmente verdes, como en el caso de España, empiezan a preocupar seriamente a la comunidad científica, la cual continúa advirtiendo sobre las consecuencias catastróficas de no cambiar nuestro estilo de vida consumista. Por suerte, aún estamos a tiempo.

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