Por qué los gigantes tecnológicos pueden ser los nuevos alcaldes de las ciudades

Cristina Mateo Rebollo,
Un hombre con un smartphone
  • Google, Apple, Facebook o Amazon están transformando las ciudades con innovaciones como el coche autónomo o el uso de drones. 
  • Estos cuatro gigante tecnológicos tienen una fuerza laboral combinada de más de 400.000 personas.
  • Uno de los proyectos de Alphabet, la matriz de Google, es crear una comunidad residencial y comercial mixta en la costa este de Toronto (Canadá) en colaboración con la agencia gubernamental Waterfront Toronto. 

Nuevos actores globales como Google, Apple, Facebook, Amazon, Airbnb o Tesla están redefiniendo aspectos clave de las sociedades, como el trabajo, la movilidad, el ocio o incluso la forma de vida. Nuestras ciudades son los campos de prueba de un sinfín de innovaciones. Se espera que aproximadamente el 70% de la población mundial viva en ciudades en 2050 y que el 95% de todo el crecimiento de la población urbana se concentre en los países en vías de desarrollo.

Apple, Google, Amazon y Facebook tienen una fuerza laboral combinada de más de 400.000 personas y una capitalización de mercado combinada de 2.300 millones de dólares, aproximadamente el PIB de Francia. Sin embargo, lejos de demonizarlos por su excesivo poder, ¿sabemos cómo contribuyen a nuestra experiencia urbana?

No hay duda de que tras los grandes gurús tecnológicos hay experimentos urbanos. Belmont es una ciudad futurista en el suroeste de Arizona, concebida con una “visión de vanguardia” por Bill Gates.

Oakland, en California, es otro campo de experimentación social, en el que otro emprendedor de Silicon Valley, Sam Altman, se ha implicado para analizar los efectos sociales que conlleva garantizar una renta básica universal a sus residentes.

Pero, más allá de estos ejercicios de acupuntura urbana, lo que es importante es saber quién está al frente de las decisiones que definen el día a día de nuestras ciudades. Nuestra experiencia cotidiana nos lleva a oscilar sin transición aparente entre la realidad digital y la analógica, entre lo físico y lo virtual. Y eso, unido a la rapidez e impacto de los cambios, hace que saber quién manda en nuestras urbes sea una obligación. Aquí se avanzan algunas iniciativas:

Apple, o cómo interactuar en la ciudad

Apple Michigan Avenue, en Chicago
Apple Michigan Avenue, en Chicago

Apple está construyendo paradigmáticas tiendas en las que han redefinido la experiencia de ir de compras. De la transacción a la excitación de adentrarse en un espacio-evento en el que siempre pasa algo auspiciado por el wifi gratuito. Lo que allí pasa es algo similar a la recreación de una plaza pública con control de acceso. Un lugar en el que se espera un repertorio de interacciones entre las que, por supuesto, no se descarta la compra.

Así, la nueva tienda en Carnegie Library, Washington DC, que se abrirá en breve bajo la atenta mirada de Foster + Partners, ocupará el espacio antes reservado a los usuarios de dicha biblioteca, que ahora podrán olfatear el aroma del último iPhone mientras miran qué pasa en el escenario.

Google, el primer vecindario del mundo construido con datos

Sidewalk Labs Quayside project
Sidewalk Labs Quayside project

Sidewalk Toronto es la entidad que aglutina a Waterfront Toronto (agencia gubernamental) y Sidewalk Labs, perteneciente a Alphabet, es decir, Google. Una entidad que tiene como objeto la creación de una comunidad residencial y comercial mixta en la costa este de Toronto, en Canadá. Una ciudad bien elegida, como diría el economista y urbanista Richard Florida al hablar de los territorios más aptos para la innovación, porque en ella se dan las tres tes: tecnología, tolerancia y talento.

Y desde hace tiempo Toronto acumula una clase creativa culturalmente diversa, en un clustercluster altamente tecnológico, dato que no ha pasado desapercibido para ubicar allí la primera ciudad “de internet hacia arriba”. El miedo por la apropiación de datos de todos los residentes parece mitigarse, ya que recientemente se ha anunciado que se entregarán a una organización independiente, llamada Civic Data Trust. Mientras tanto, el mundo sigue la iniciativa con fascinación.

Uber, la movilidad como servicio y el futuro del trabajo

Un coche autónomo de Uber en San Francisco.
Un coche autónomo de Uber en San Francisco.By Dllu - Own work, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=57938047

Cuando Uber anunció que se iba a poner a repartir comida de Uber Eatsmediante drones, todos alzamos la vista al cielo. El advenimiento de la conducción sin conductor es hoy por hoy una realidad, y Uber uno de sus grandes exploradores. En el cuartel general de Pittsburgh, situado en Robotics Row junto a las sedes de otras compañías de robótica, el edificio de Uber parece discreto desde el exterior. De sus proximidades entran y salen constantemente unos 200 coches Volvo de alta tecnología, equipados con cámaras LIDAR giratorias de 360 grados, recogiendo datos y acumulando unidades de prueba con pasajeros reales de Uber.

Uber, en línea con lo que se está investigando en Países Bajos, China o Suiza, trabaja con opciones de transporte público autónomo, transbordadores eléctricos sin conductor con capacidad de hasta nueve personas, y también autobuses sin conductor, opciones que podrían redefinir el tráfico en nuestros días y, sobre todo, el diseño de nuestras ciudades.

En todo esto hay cambios importantes sin aparente conexión entre sí. La proximidad de un inmueble a un nodo de transporte público como valor en alza, y la reducción de las fuentes de ingresos de los ayuntamientos son dos de ellos, pero también la transformación del futuro del trabajo, de conductor a gestor de la movilidad…

Las propiedades inmobiliarias, ya sean oficinas o viviendas, se empiezan a valorar al alza cuanto más cerca están de un nodo de transporte público.

A su vez, los gobiernos locales están empezando a ver que sus hasta ahora garantizados ingresos por impuestos de circulación, multas de tráfico y estacionamiento, pueden verse reducidos dramáticamente. Si los millennials ya no quieren tener coche, y la movilidad es un servicio básico como la electricidad, hay que explorar nuevas oportunidades en las que la ciudadanía debe implicarse.

Las 'Olimpiadas' de Amazon

Fachada de la tienda Amazon Go en Seattle (Estados Unidos).
Fachada de la tienda Amazon Go en Seattle (Estados Unidos).

El gigante del comercio electrónico utiliza su sede de Seattle como laboratorio en el que testar desde nuevos modelos de comercio minorista a opciones de logística, como Amazon Go, Pickup Storefront, etc. Y, mientras lo ha estado haciendo, se ha fraguado a la vista de todos un proceso de selección al más puro estilo olímpico.

La candidatura para ser la segunda sede de Amazon, el HQ2, como se ha venido a llamar, se ha decidido hace unos días. Tras casi un año de incertidumbre, durante el que el alcalde de Frisco (Texas) prometía construir el 40% de una ciudad sin terminar una vez que Amazon se asentara allí, o el de Stonecrest (Georgia), que estaba dispuesto a que la ciudad se llamara Amazon, o el de Nueva Jersey, que ofrecía bajada de impuestos, la sede ha ido salomónicamente a parar a Crystal City (Norte de Virginia) y a Long Island (Nueva York). Una dualidad que se justifica nuevamente, en relación con las tres T antes mencionadas.

Definitivamente, soplan vientos de cambio. Hubo un tiempo en que los gobiernos invertían en infraestructuras y los ciudadanos tenían voz en los problemas locales. Ahora Apple nos dice cómo interactuar en la ciudad, Google controla nuestros datos, Uber redefine el transporte como servicio, y Amazon si una ciudad es apta o no para albergar su sede. ¿Son estas empresas nuestros nuevos alcaldes?

 

Este artículo ha sido publicado originalmente por The Conversation por Cristina Mateo Rebollo, Executive Director, IE School of Architecture and Design. 
IE University aporta financiación como miembro de The Conversation AU. Lee el original.

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