Cómo la lucha de una familia por ayudar a su hijo dio lugar a un polémico gigante de setas alucinógenas que promete curar la depresión

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Compass Pathways está llevando a cabo un ensayo clínico para convertir una sustancia psicodélica en un medicamento aprobado.

Anna Kim/Insider

  • Ekaterina Malievskaia y George Goldsmith crearon una organización sin ánimo de lucro para transformar una sustancia psicodélica en un medicamento para tratar trastornos mentales.
  • Compass Pathways está realizando un ensayo clínico masivo que probablemente le ayudará a convertir una sustancia psicodélica en un medicamento aprobado. Puede ser el primer paso para una nueva era.

Allan Malievsky necesitaba un descanso.

Estudiante de segundo curso de la Universidad George Washington, Malievsky luchaba contra la depresión, la ansiedad y el trastorno obsesivo-compulsivo. Se estaba esforzando por aprobar el semestre, pero un día, mientras la luz del sol de primavera entraba por su ventana, se dio cuenta de que no tenía fuerzas para seguir.

Era mayo de 2012 y Malievsky regresó a casa de sus padres en Boston. Ellos lo dejaron todo para intentar ayudarle.

"Me dije, '¿Cómo de difícil puede ser?'", explica Ekaterina Malievskaia, su madre, a Business Insider. "Es un trastorno obsesivo-compulsivo y una depresión. Le daremos la mejor ayuda", se dijo la mujer.

Pero nada parecía funcionar. Los meses pasaban mientras Malievskaia, que es médica, estudiaba detenidamente todo aquello que creía que podría dar respuestas. 

Entonces, en febrero de 2013, encontró un pequeño estudio que le puso los pelos de punta. La investigación, basada en un estudio con solo 9 pacientes y publicado años antes, en 2006, sugería que la psilocibina, la sustancia de las setas alucinógenas, podría funcionar como tratamiento para el TOC. 

Se preguntó si también podría ayudar a su hijo.

Ella y su marido, George Goldsmith, empezaron a reunirse con investigadores, académicos y filántropos que estudiaban los psicodélicos. A través de esa red conocieron a un guía psicodélico clandestino que podía supervisar a Malievsky durante una sesión de terapia con psilocibina.

Varios meses después, Malievsky entró en una habitación grande y poco iluminada, adornada con iconografía religiosa oriental. Se tumbó en una cómoda esterilla en el suelo mientras sonaba música de fondo: un intenso ritmo atmosférico que concluía con una melancólica pieza de piano.

El joven se tomó la psilocibina preparada en un té. Durante 6 horas, pudo sentir cómo una "inquietud profundamente incómoda" se agitaba en su interior y crecía hasta que, finalmente, el miedo y la ansiedad que sentía dieron paso a algo más suave: una sensación de asombro.

"Esa fue la clave. Al final, me sentí agradecido por haber vislumbrado al menos el camino hacia el bienestar", cuenta.

El impacto fue espectacular. Después de esa única sesión, Malievsky volvió a ver a sus amigos. Empezó a centrarse en su forma física. Volvió a la universidad. "Recuperé mi vida", confiesa. 

Malievsky afirma que su entorno, incluidos sus padres, lo veían como un caso milagroso.

Ana Maiques
George Goldsmith y Allan Malievsky.
George Goldsmith y Allan Malievsky.

George Goldsmith

Compass se enfrenta a un año decisivo

Inspirados por el cambio que presenciaron en Malievsky, Malievskaia y Goldsmith siguieron adentrándose en la industria de los fármacos psicodélicos. Donaron cientos de miles de euros a organizaciones sin ánimo de lucro dedicadas a la investigación y, finalmente, fundaron la suya propia. 

Hoy, Compass Pathways, la empresa que lanzaron en 2016, cotiza en el Nasdaq y está valorada en unos 400 millones de dólares (375 millones de euros).

Ahora, se enfrenta un año decisivo para ella y para la industria en general. La empresa acaba de iniciar un ensayo clínico a nivel masivo. Si tiene éxito, es probable que convierta a Compass en la primera empresa que transforma una sustancia psicodélica en un medicamento aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (la FDA, por sus siglas en inglés).

Sus resultados podrían ayudar a millones de personas y hacer muy ricos a Malievskaia y Goldsmith, que poseen conjuntamente el 20% de la empresa.

Ekaterina Malievskaia y George Goldsmith.
Ekaterina Malievskaia y George Goldsmith.

Compass Pathways

Por otro lado, su éxito serviría para impulsar las docenas de empresas inspiradas en Compass que se han creado en los últimos años. Según una estimación, si Compass y las 9 empresas que siguen sus pasos tienen éxito, el sector podría llegar a valer 100.000 millones de dólares (casi 94.000 millones de euros).

El auge de Compass Pathways es la historia de la metamorfosis del sector de la psicodelia, que ha pasado de ser un campo popular de supuestos psiconautas y académicos excéntricos a convertirse en un campo repleto de startups respaldadas por capital riesgo y con potencial para generar abundantes fortunas.

Business Insider ha hablado con más de una docena de participantes del sector para trazar el ascenso de Compass Pathways y su papel en el auge de la industria de los fármacos psicodélicos. Además de extensas entrevistas con Malievskaia y Goldsmith, este medio se ha puesto en contacto con amigos, críticos de la empresa y defensores de las terapias psicodélicas.

Esta transformación del sector de la psicodelia ha molestado a algunos de los primeros defensores e investigadores que ayudaron a ponerla en el punto de mira, lo que convierte a Compass en una figura controvertida del sector.

Compass es controvertida en su sector.
Compass es controvertida en su sector.

Marianne Ayala/Insider

Algunos se oponen a aspectos de la estrategia de Compass, como sus esfuerzos por conseguir lo que consideran como patentes extralimitadas relacionadas con su psilocibina, según entrevistas y correos electrónicos revisados por Business Insider. Otros rechazan la idea misma de lucrarse con los fármacos psicodélicos.

Cuando Malievskaia y Goldsmith comenzaron este camino, tenían ambiciones mucho más humildes, según han contado a Business Insider. Solo querían ayudar a su hijo.

"No teníamos ninguna gran visión, ni siquiera teníamos como objetivo fundar una empresa, sino descubrir si había algo útil en este sector y si podía desarrollarse como tratamiento para personas que no tienen otra opción disponible", afirma Malievskaia. 

 

Las sustancias psicodélicas entran de nuevo en escena

Los psicodélicos se han utilizado durante miles de años como medicina y en rituales religiosos.

El peyote es un pequeño cactus que contiene un psicodélico natural llamado mescalina. Los grupos indígenas lo han utilizado como sacramento religioso durante miles de años.
El peyote es un pequeño cactus que contiene un psicodélico natural llamado mescalina. Los grupos indígenas lo han utilizado como sacramento religioso durante miles de años.

Vladimirovic/ iStock /Getty Images Plus

Sin embargo, la investigación científica sobre los psicodélicos comenzó quizá con la creación del LSD en 1938. A mediados del siglo XX, los investigadores estudiaban si estas sustancias podían utilizarse como tratamiento para una serie de dolencias psiquiátricas. Cuando EEUU prohibió los psicodélicos en la década de 1960, el campo se detuvo en seco.

En las últimas décadas, la investigación académica sobre las sustancias psicodélicas comenzó a resurgir, impulsada primero por pequeños estudios y luego por ensayos cada vez más amplios. Muchos ricos filántropos empezaron a respaldar la investigación y a financiar centros académicos centrados en ellos.

Gran parte de esta investigación sobre las sustancias psicodélicas se ha llevado a cabo al margen de la medicina convencional y lejos de los imperativos comerciales de las grandes farmacéuticas

Ahí es donde empezaron Malievskaia y Goldsmith.

A partir de 2013, comenzaron a hacer donaciones a un sinfín de causas relacionadas con la psicodelia y la psiquiatría. Solo a la Asociación Multidisciplinar de Estudios Psicodélicos, una organización sin ánimo de lucro centrada en la investigación sobre psicodélicos, donaron cerca de medio millón de dólares.

Después, crearon una organización sin ánimo de lucro llamada C.O.M.P.A.S.S. para explorar formas de llevar los tratamientos psicodélicos a los pacientes. A partir de 2015, su proyecto se centró en ofrecer psilocibina a pacientes en cuidados paliativos en la Isla de Man. La idea era utilizar la sustancia para ayudar a los enfermos terminales con su estado de ansiedad al final de la vida y recopilar datos del mundo real.

En 2016, crearon la empresa Compass Pathways en Londres. Goldsmith explica a Business Insider que la pareja cerró oficialmente su organización sin ánimo de lucro un año después. Este cierre repentino fue criticado por algunos investigadores y defensores de los psicodélicos que les habían ayudado, según informó Quartz en 2018.

Malievskaia y Goldsmith explican que había quedado claro que su organización no podría proporcionar un acceso generalizado a las sustancias psicodélicas debido a la enorme cantidad de fondos necesarios para llevar un medicamento al mercado.

"Lo que realmente nos interesó desde el principio fue ayudar a gente como Allan, innovar y hacerlo a través de la regulación. Porque ahí es donde se produce el acceso, gracias a que existe un beneficio", señala Goldsmith.

"No sabíamos cómo íbamos a recaudar dinero, pero sabíamos que si íbamos por este camino, no podíamos hacerlo sin ánimo de lucro", añade Malievskaia.

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3 multimillonarios apuestan por Compass

Michael Novogratz.
Michael Novogratz.

Marco Bello / Stringer /Getty Images

A principios de 2017, Christian Angermayer, un empresario e inversor multimillonario alemán, ya apoyaba la investigación de los psicodélicos. 

Angermayer aseguraba que se había convencido de que todo el mundo debería conocer el poder de estos "instrumentos espirituales". Uno de los primeros en experimentar el entusiasmo de Angermayer fue Michael Novogratz, el multimillonario CEO de la firma de inversión especializada en criptomonedas Galaxy Investment Partners. 

Por casualidad, unos días después, Novogratz conoció a Goldsmith por mediación de su hermana. Goldsmith le dijo que los psicodélicos habían ayudado a su hijastro y le propuso crear una empresa que pudiese convertir las sustancias psicodélicas en medicamentos autorizados.

"Arriesguémonos con alguien que parece competente en un campo que es realmente marginal", cuenta Novogratz que pensó entonces. "Lo había hecho con las criptodivisas y había ganado una fortuna".

Novogratz y Angermayer, junto al cofundador de PayPal Peter Thiel, amigo de Angermayer, pusieron alrededor de 1,4 millones de euros cada uno para financiar la ronda de 3,4 millones de Compass Pathways en 2017. Angermayer también presentó a Malievskaia y Goldsmith a su tercer cofundador, Lars Wilde, que se unió ese año para ayudar a construir la empresa.

Novogratz, Angermayer y Thiel aún poseen acciones de Compass, directamente o a través de Atai Life Sciences, una empresa de fármacos psicodélicos que Angermayer cofundó en 2018 y que tiene una participación importante en Compass.

Psicodélicos.

Yarygin/Getty Images

Pronto llegaron más fondos. En 2018, Compass recaudó 28 millones de euros. Luego vino la enorme ronda serie B de 90 millones de euros en 2019, un récord en aquel momento. En 2020, Compass salió a bolsa en el Nasdaq con una valoración de más de 900 millones de euros.

La financiación ha permitido a Compass Pathways escalar e invertir en investigación. Su objetivo es reclutar a casi 1.000 personas para investigar la utilización de psilocibina sintética para aliviar la depresión en personas que han probado otros tratamientos.

Los pacientes se someterán a varias sesiones de preparación con un terapeuta formado antes de tomar psilocibina. Durante la sesión, los pacientes se tumban en una cama y escuchan música relajante a lo largo de una experiencia supervisada de 6 a 8 horas. 

Según Ritu Baral, analista de Cowen, si el ensayo tiene éxito, los tratamientos podrían comercializarse en 2026. Calcula que, de aprobarse, el fármaco podría reportar unos 1.032 millones de euros anuales.

Compass también está probando la psilocibina como tratamiento para otros trastornos mentales. Según el banco de inversiones H.C. Wainwright, si tienen éxito, las ventas máximas del fármaco podrían ascender a 7.500 millones de euros. 

Los fármacos psicodélicos son una rara esperanza en medio de una crisis mundial de salud mental

En una crisis mundial de salud mental, agravada por la pandemia, las sustancias psicodélicas como el MDMA y la psilocibina han ofrecido una rara esperanza en la carrera por encontrar tratamientos para la salud mental

En 2019, la FDA aprobó un tratamiento para la depresión basado en la ketamina llamado Spravato, desarrollado por la unidad Janssen de Johnson & Johnson. La ketamina suele catalogarse como un fármaco psicodélico porque puede producir disociación y alucinaciones. Sin embargo, no activa los mismos receptores cerebrales que los compuestos psicodélicos como la psilocibina o el LSD.

Otros compuestos psicodélicos han mostrado signos iniciales prometedores de que pueden ayudar a pacientes con depresión difícil de tratar, actuar como alternativa a los antidepresivos y proporcionar alivio a pacientes con enfermedades que no tienen muchos tratamientos, como el trastorno de estrés postraumático.

Por todo esto, las empresas han entrado en la industria psicodélica en los últimos años en un intento de aprovechar ese potencial. Sin embargo, solo algunas compañías y organizaciones sin ánimo de lucro están llevando a cabo los difíciles y caros ensayos diseñados para probar rigurosamente si los psicodélicos funcionan. Baral, de Cowen, explica que Compass Pathways estaba al menos 2 años  —probablemente 3 en realidad— por delante de cualquier otra empresa en ese sentido.

Tratamientos de salud mental.

Cole Burston/Getty Images; Alexander Volkov/Getty Images; Alyssa Powell/Insider

El auge de Compass ha dejado a muchos pioneros del movimiento preocupados, cuando no directamente alarmados. 

El viaje de Malievskaia y Goldsmith a través de la industria psicodélica, de donantes y fundadores de organizaciones sin ánimo de lucro a empresarios, fue chocante para mucha gente del sector, según Bob Jesse, un veterano de esta industria. Jesse colabora con el Instituto Usona, que también intenta desarrollar un tratamiento basado en la psilocibina, así como con instituciones de investigación de la Universidad Johns Hopkins y la Universidad de California en Berkeley.

"Parte del shock consistió en darnos cuenta de que no se trataba de amigos ayudando a amigos por el bien común y sin ánimo de lucro. En lugar de eso, la ayuda prestada acabó sirviendo a los esfuerzos de Compass por monopolizar, para beneficio de los inversores, una conocida sustancia psicodélica tradicional", explica por correo electrónico.

En un comunicado, Goldsmith y Malievskaia aseguran que su decisión de cerrar la organización sin ánimo de lucro se "basó en una evaluación lúcida, incluyendo la orientación de los reguladores de la salud, de lo que se necesitaría para desarrollar la terapia con psilocibina"

Compass ha intentado conseguir patentes relacionadas con su psilocibina que algunos activistas consideran exageradas

Cuando esto se supo en 2018, cundió el pánico entre algunos defensores del sector, según los correos electrónicos entre los principales líderes de las organizaciones sin ánimo de lucro de psicodélicos a los que ha tenido acceso Business Insider

Algunos expresaron su preocupación por si las patentes, que no se habían publicado, podrían obstaculizar los esfuerzos de otras organizaciones. Otros rechazaban la idea de que una empresa respaldada por inversores privados pudiera desarrollar fármacos psicodélicos de forma responsable. 

Mark Horowitz

"Las organizaciones sin ánimo de lucro han flaqueado"

Los logros de Malievskaia y Goldsmith hasta la fecha demuestran que el enfoque de Compass está funcionando, de momento.

Rick Doblin es el CEO de la Asociación Multidisciplinar de Estudios Psicodélicos (MAPS) y fundó esta organización sin ánimo de lucro en 1986. En la actualidad, MAPS está a punto de conseguir la aprobación de los organismos reguladores estadounidenses para un tratamiento médico basado en la MDMA, pero ha tardado décadas. 

El año pasado, su organización acogió a inversores para ayudarla a financiar la comercialización de su tratamiento.

Rick Doblin.
Rick Doblin.

Tony Luong para Business Insider

"Todo el renacimiento psicodélico se basa en organizaciones sin ánimo de lucro. Pero al mismo tiempo, estas han flaqueado", reconoce Doblin.

Doblin añade que, en su opinión, los fármacos psicodélicos pueden desempeñar un papel importante tanto en las organizaciones sin ánimo de lucro como en las que sí lo tienen.

Angermayer, que todavía posee indirectamente una participación considerable en la compañía, dice que Compass tiene la estrategia correcta. 

Recuerda el artículo de Quartz de 2018 que detallaba la creciente alarma en torno al "monopolio de la seta mágica" de Compass Pathways. Dice que hizo más bien que mal, al menos para las finanzas de la compañía. 

"En realidad fue un gran impulso para la recaudación de fondos de Compass", reconoce.

"Sé que George y Katya son muy del tipo: 'Oh, no queremos decir eso', y yo digo: '¿Por qué no?'", explica. "La biotecnología se basa en conseguir crear un monopolio. Esa es la esencia de la biotecnología. Haces algo novedoso, lo financias y lo posees".

Christian Angermayer.
Christian Angermayer.

Apeiron Investment Group

"Podría haber sido cualquiera"

Malievsky, que tiene 31 años y trabaja como director sénior de asuntos externos en Atai Life Sciences, está mucho mejor ahora. Se graduó en la universidad en 2017 y trabajó en varias empresas centradas en la salud antes de terminar en la industria de los fármacos psicodélicos.

Dice que, aunque estas sustancias le ayudaron enormemente hace casi una década, considera que sus problemas de salud mental eran una enfermedad crónica, y rechaza la idea de que los fármacos psicodélicos sean la panacea.

"Solía considerarme curado, pero me han desengañado de ello", afirma. 

Aun así, este momento de la industria psicodélica se remonta a Malievsky en su dormitorio hace más de una década. Si no hubiera sido por su decisión de tomarse un descanso de la universidad y los esfuerzos de sus padres por encontrar un tratamiento, Compass Pathways quizá no existiría. La industria que ha surgido en torno a la empresa tampoco existiría.

Malievsky dice que no lo considera así. Cuenta a Business Insider que su experiencia arrojó luz sobre un sistema sanitario que ya estaba roto y sobre unos pacientes que no recibían los tratamientos que necesitaban.

"Podría haber sido yo, pero podría haber sido cualquiera. Yo solo fui el catalizador", defiende.

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