De limitar la publicidad al etiquetado agresivo: así han conseguido Francia o Chile reducir el consumo de bebidas azucaradas y alimentos no saludables más allá de subir impuestos

Una mujer pasa por delante de una tienda de refrescos en París
  • En España, un 25% de la población adulta tiene problemas de sobrepeso u obesidad; mientras que la tasa en menores se sitúa en más de un 30%. 
  • Con el objetivo de atacar ese problema, el Plan Presupuestario remitido a Bruselas este jueves establece varios ajustes fiscales, entre los que destaca el incremento del IVA de las bebidas azucaradas del 10% al 21%. 
  • La medida no está exenta de polémica, puesto que hay quien pone en cuestión su efectividad y denucia que tiene afán recaudatorio. 
  • Sin embargo, la experiencia de otros países, e incluso en Cataluña, demuestra que gravar el consumo de azúcar sí tiene un impacto en los hábitos alimenticios. 
  • Por otro lado, las estrictas medidas de etiquetado y limitación de la publicidad adoptadas por Chile revelan que hay otras alternativas para reducir el consumo de azúcar. 
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"En España, se calcula que un 25% de la población adulta tiene problemas de sobrepeso u obesidad; mientras que la tasa en menores se sitúa en más de un 30%", explica la doctora Ana Zugasti, de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, en una entrevista con Business Insider España. 

Con el objetivo de atacar ese problema, el Plan Presupuestario remitido a Bruselas este jueves establece varios ajustes fiscales, entre los que destaca el incremento del IVA de las bebidas azucaradas  del 10% al 21% para "favorecer hábitos más saludables", tal y como explica el Ministerio de Hacienda en una nota de Prensa.

La medida ha cosechado reacciones de todo tipo, destacando la de la patronal de Coca-Cola (Asociación de Bebidas Refrescantes-Anfabra), que ha calificado la medida "injusta y discriminatoria", ya que afectará al consumo en una época de incertidumbre económica. 

Además, la Anfabra asegura que la medida no va a modificar hábitos entre los consumidores y solo tiene afán recaudatorio. 

Por su parte, la plataforma sinAzucar.org ha calculado cuánto subirá el precio de algunas bebidas con las nuevas medidas del Gobierno. Una lata de Coca-Cola, por ejemplo, tendrá una subida de 0,06 euros

Una de las reacciones más destacadas ha sido la de Marcos de Quinto, vicepresidente de Coca Cola entre 2015 y 2017, que ha acusado al Gobierno de que la medida tiene tintes ideológicos y no vela por la salud. 

No es la primera vez que se aprueban unos impuestos de este tipo en España. En 2017, la Generalitat de Cataluña gravó las bebidas azucaradas, una medida que terminó en los tribunales por las empresas distribuidoras y de restauración. 

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Sin embargo, la experiencia de Cataluña —y la de otros países que han implantado algunas similares— revela que sí que podría ser útil reduciendo el consumo de azúcar. Un año después de la entrada en vigor del impuesto en Cataluña, un estudio realizado por los investigadores Judit Vall Castelló (IEB-UB y CRES-UPF) y Guillem López Casasnovas (CRES-UPF) aseguró que había supuesto una merma del consumo del 22% y una reducción de 107 calorías por persona y semana. 

De hecho, la propia Organización Mundial de la Salud defiende que un impuesto que aumente el precio de las bebidas azucaradas en un 20% resulta en reducciones similares en el consumo de estas sustancias. 

Reino Unido y California (Estados Unidos) han adoptado medidas similares que están siendo efectivas y además dedican la inversión a programas de hábitos saludables. 

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El etiquetado de alimentos: otra alternativa que disminuye el consumo y sin aumentar el precio de los productos 

En el debate sobre cómo reducir el consumo de alimentos suelen enfrentarse las posturas de entre quienes abogan por medidas que ataquen los precios de los productos  o las que optan por crear consumidores informados. 

De hecho, Zugasti asegura que "las limitaciones inherentes a cualquier etiquetado frontal de alimentos deben ser compensadas con una campaña educativa dirigida al consumidor con el objetivo de concienciarle y orientarle a la selección alimentaria más saludable". 

"Las experiencias en el etiquetado frontal de Chile o Francia demuestran la eficacia de optar por etiquetas con código de fácil comprensión que ayudan a las familias en la toma de decisiones nutricionales", asegura la doctora. 

En 2016, Chile era el país del mundo con mayor consumo per cápita de bebidas azucaradas y con graves problemas de obesidad y diabetes entre la población. Ese mismo año entró en vigor la Ley de Etiquetado y Publicidad de Alimentos, en virtud de la cual las bebidas azucaradas, los aperitivos poco saludables y los alimentos procesados debían llevar una etiqueta identificativa en el envase.

Una investigación sobre el impacto que habían tenido las medidas concluyó que la venta de bebidas azucaradas se había reducido en un 23,7%. 

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Este tipo de imposiciones obligan además a las marcas a reformular sus productos para disminuir la cantidad de azúcar. La portavoz de Coca-Cola en Chile explicaba meses atrás a La Sexta que en dos años se habían eliminado 36.000 toneladas de azúcar del mercado chileno y que el 95% de sus bebidas no tienen sellos.  

"Además de servir de ayuda al consumidor, para tener más información y hacer una comprar más saludable, con el etiquetado frontal de advertencia para alimentos y bebidas en Chile se ha logrado que la industria reformule 17.7% de sus productos para evitar que les coloquen sellos cuando superen los límites establecidos de azúcares, grasas saturadas, sodio y calorías", asegura Zugasti. 

El impuesto también parece obtener resultados similares, ya que otra investigación sobre el gravamen en Reino Unido señala que solamente el 15% de los refrescos estaban sujetos al impuesto después de un año de su entrada en vigor frente al 54% que habían estado sujetos al principio. 

A pesar de todo, los estudios parecen sugerir que el etiquetado y la limitación de la publicidad son más efectivos que los impuestos.

"La ley chilena impone los límites más estrictos del mundo a la forma y los sitios en que las empresas de alimentos pueden publicitar sus productos de comida basura a los niños. La disminución en la venta de bebidas azucaradas ha sido notablemente mayor que la que observamos tras la aplicación de políticas aisladas, como el impuesto a las bebidas azucaradas, en otros países latinoamericanos", asegura Lindsey Smith Taillie, una de las autoras del informe sobre Chile, según recoge eldiario.es

Otras medidas por las que Zugasti apuesta son prohibir en centros escolares "la venta de alimentos y bebidas con alto contenido en azúcar, ácidos grasos saturados y trans, sal y calorías"; así como "limitar la publicidad de los alimentos poco saludables dirigida a menores de 15 años" e incluir "formación nutricional en las escuelas". La doctora también cree que sería necesario "desarrollar guías sobre las contrataciones públicas de menús, catering y vending para impedir la presencia de alimentos no saludables en instituciones o centros públicos". 

De hecho, en Chile, además del etiquetado advirtiendo de las calorías o la cantidad de azúcar del producto, está prohibido que los alimentos poco saludables lleven imágenes infantiles. 

Francia, otro modelo con el etiquetado que podría llegar a España 

"Todos los organismos nacionales e internacionales (entre ellos la OMS), y las asociaciones de consumidores— sobre todo el BEUC europeo y la OCU en España —recomiendan calcular el logo nutricional por 100g de alimento para permitir al consumidor comparar la calidad nutricional de los productos con el mismo criterio y no por porción", explica Zugasti. 

En esa línea, Francia utiliza el etiquetado Nutriscore, que otorga una letra y un color a los alimentos envasados en función de diferentes parámetros, entre ellos calorías, grasas saturadas, azúcar y sal, pero también proteínas, vitaminas y fibras.

"El objetivo es facilitar al consumidor que conozca el perfil nutricional de los productos— si es más o menos saludable en comparación con el resto de las referencias de su misma categoría —con apenas un vistazo en el lineal. Tiene 5 niveles fijados por una letra (A, B, C, D, E) y un color (verde oscuro, verde claro, amarillo, naranja, rojo) con los que se caracteriza un alimento como más o menos saludable", explica la doctora Zugasti.  

"Ahora disponemos de resultados específicos en España a partir de un estudio llevado a cabo con una metodología rigurosa (publicado en Nutrients 2018). En este trabajo se analiza cómo el hecho de añadir distintos logos en los envases permite mejorar la capacidad del consumidor para clasificar correctamente los alimentos de la misma categoría, pero con distinta calidad nutricional", señala la experta. 

"En los 12 países que participaron en el estudio, y particularmente en España, se constata que el logotipo Nutriscore, es el que más ayuda a los consumidores a juzgar los alimentos en función de sus calidades nutricionales", concluye.

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Esto fue así para todos los productos evaluados, independientemente del nivel socioeconómico de las poblaciones estudiadas.

España está trabajando en la implantación de este sistema, que no está exento de polémica, ya que penaliza a alimentos básicos de la dieta mediterránea como el aceite de oliva categorizándolo como poco saludable. 

Además, el sistema de Nutriscore también ha llegado a clasificar algunos cereales, como los de la marca Nestlé, como sanos, ya que el alto nivel de fibras y proteínas naturales minimiza los puntos negativos vinculados a los casi 25 gramos de azúcar añadido que encontramos en 100g de producto. 

El propio ideólogo del Nutriscore, el epidemiólogo francés Serge Hercberg, admitió en Twitter que el caso de los cereales demostraba que el etiquetado tenía "lagunas". 

Sin citar directamente a este sistema, siete países de la Unión Europea han presentado un documento reclamando con urgencia cambios en la elección del sistema etiquetado frontal, criticando especialmente los sistemas por colores. 

En junio, el Gobierno anunció que el Ministerio de Consumo estrenará el sistema de etiquetado de alimentos Nutriscore el primer cuatrimestre de 2021. 

Según explicó el ministro Alberto Garzón, la elección de este sistema de etiquetado se debe a que cuenta con más apoyo por parte de científicos y especialistas en nutrición, de asociaciones de consumidores y, además, es más intuitivo para el consumidor.

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