Así es el día a día de un 'rider' de Uber Eats y 'streamer' en Twitch sobreviviendo en Madrid

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  • Iván es un streamer de Valencia que trabaja como rider en Uber Eats y mientras reparte comparte su jornada laboral en directo en Twitch.
  • "Lo peor de ser rider son las horas muertas. De esta manera me entretengo, el hecho de hablar con la gente hace todo mucho más ameno", cuenta a Business Insider España.

Iván Aranda llegó a Madrid en octubre del año pasado desde Valencia con una misión: sobrevivir en la capital. 

Cada día, este joven de 24 años coge su mochila de reparto, se sube a su patinete eléctrico, enchufa una GoPro y se conecta en directo delante de sus 4.000 seguidores en Twitch mientras recorre la ciudad repartiendo comida a domicilio.

Aranda estudió Audiovisuales y es editor de vídeo profesional, aunque ahora trabaja como repartidor para Uber Eats en Madrid. Al principio apenas tenía una o dos personas conectadas a sus directos, pero ahora cada día le acompañan decenas de seguidores que le bombardean con preguntas sobre su trabajo, su día a día y su vida en general. 

En otras redes sociales como Instagram o TikTok, Aranda —que utiliza el seudónimo de "sobreviviendo en Madrid" en sus perfiles— suma cientos de seguidores. En TikTok aglutina 153.000 me gusta y algunos de sus vídeos se han viralizado llegando sobrepasar el millón de visitas.

"Conocí el canal de Viviendo en la calle y vi que a la gente le gustaba lo que hacía. Yo tenía una GoPro por casa y dije: voy a probar y ver qué sale", cuenta el rider a Business Insider España.

Viviendo en la Calle es el canal de Twitch de Jony, un streamer que ganó mucha popularidad en 2021 al hacer directos contando su vida cuando vivía en la calle y ahora tiene más de 300.000 seguidores en Twitch.

"Lo peor de ser rider son las horas muertas y estar a la intemperie. Puedes estar 3 horas sin realizar ningún pedido. De esta manera me entretengo, Twitch me ayuda mucho. El hecho de hablar con la gente hace todo mucho más ameno. Reparto casi todos los días de la semana y hago stream unos 5", comenta Iván.

Por ahora, el streamer-rider sobrevive en la ciudad, aunque confiesa que hay meses que llega muy justo a final de mes. El delivery es un sector que sufre mucho las temporadas de baja demanda. En Semana Santa, cuenta Iván, se notó que en Madrid la gente se había ido de vacaciones. 

"Puedes pasar de facturar una semana 250 euros a facturar 150, y esa semana ya te la joden", comparte con Business Insider España. "El problema de las plataformas de reparto no es que te pagan más o menos. Si pudiéramos tener el mismo número de pedidos todos los días, se puede vivir de esto sin sufrir mucho".

Sobre si las redes sociales complementan bien ese salario como repartidor, Aranda añade que Twitch es la única plataforma que le genera ingresos. "Cuando alguien se suscribe ya es dinero, o la publicidad, los bits y las donaciones. Twitch se lleva una parte, pero algo ganamos mes a mes", apunta. 

TikTok, por el contrario, solo es un escaparate para nuevos seguidores. "TikTok no lo uso para ganar dinero, sino para darme a conocer", comparte.

Meta pregona el potencial de la industria de los creadores de contenido, pero la realidad es muy distinta a lo que dice Zuckerberg

Algunos clientes se extrañan al ver la GoPro de Iván, él siempre baja la cámara para proteger la privacidad de las personas. Otros riders o los propios trabajadores de los restaurantes donde recoge las comandas le preguntan con curiosidad sobre sus vídeos.

En los chats de sus directos —algunos de ellos duran hasta 3 horas— la gente le desea una buena jornada laboral, comenta lo que Aranda se va cruzando por la calle o charla sobre la comida de los restaurantes donde el streamer va a recoger los pedidos. Él, subido a su patinete atravesando las calles de Madrid, va conversando tranquilamente y responde a sus seguidores.

Las profesiones de rider y streamer comparten mucho más de lo que parece: forman parte de la llamada economía de plataforma.

El streamer y el rider son profesionales autónomos, trabajan para plataformas tecnológicas, ya sea Uber o YouTube, su trabajo está condicionado por un algoritmo y unas reglas de las que desconocen prácticamente todo y que pueden ser modificadas sin su consentimiento de la noche a la mañana.

La figura del rider ha estado históricamente asociada a una imagen de precariedad y salarios bajos. La de los creadores de contenido, más allá de las grandes figuras con legiones de seguidores y acuerdos multimillonarios con marcas, también esconde precariedad, aunque no recorran las calles en bicicleta, como ha publicado anteriormente Business Insider España.

Los influencers y creadores suelen verse a sí mismos como empresarios autónomos que ganan dinero gracias a las plataformas. Algo parecido sucedió cuando la figura del rider empezó a inundar las ciudades de todo el mundo. Hoy, la narrativa de que los repartidores son jóvenes empresarios que en su tiempo libre reparten hamburguesas, ha desaparecido por completo. Y en el mundo de los creadores de contenido esto está empezando a suceder. 

Los creadores se están empezando a ver a sí mismos como trabajadores.

Diversos estudios y ensayos abordan esta cuestión, como este del profesor Adrián Todolí, experto en derecho laboral y plataformas digitales, además de literatura académica que estudia esa segunda división de creadores e influencers, con muchos menos seguidores que los grandes —como Ibai o El Rubius—, pero que dedican horas y horas de trabajo para despuntar en un océano de contenido mientras alimentan los feed de Instagram o Twitch.

Después de 5 meses "sobreviviendo en Madrid", Iván Aranda ha decidido recientemente volver a Valencia. "Con lo que ganaba de repartidor me daba lo justo para pagarme el alquiler y todos los gastos", comenta. 

Sin embargo, no piensa dejar ni de crear vídeos, ni de ser repartidor, al menos por el momento. 

"Busco trabajo como editor de vídeo, pero en ese mundo importa el boca a boca y a veces salen ofertas que pagan muy poco. Este tiempo en Madrid he estado prácticamente viviendo con lo justo mes a mes, no puedo permitirme hacer prácticamente ninguna actividad extra que no sea repartir. En Valencia creo que tengo más oportunidades", concluye.

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