El pequeño y sucio secreto de Wall Street: los banqueros apuestan por Elon Musk, no por Twitter

Aaron Weinman,
Elon Musk, CEO de Tesla y SpaceX y máximo accionista de Twitter.
Elon Musk, CEO de Tesla y SpaceX y máximo accionista de Twitter.

Hannibal Hanschke/Reuters

Morgan Stanley tardó unos días en reunir a un grupo de bancos para financiar la adquisición de Twitter por parte de Elon Musk por valor de 41.000 millones de euros.

En solo seis días, Musk consiguió 23.500 millones de euros de prestamistas, dinero suficiente para comprar en efectivo Kellogg Company, el fabricante —entre otros miles de productos— de los famosos cereales. Y utilizó esa financiación para hacer una opa hostil por una empresa de redes sociales que perdía dinero, a pesar de no tener un plan claro sobre cómo hacerla rentable.

Para asegurarse, Musk necesitó escribir un cheque de 19.700 millones de euros en capital y utilizar sus acciones de Tesla para conseguir que los banqueros se sintieran lo suficientemente cómodos como para proporcionar deuda para el acuerdo, según han dicho a Business Insider tres banqueros familiarizados con la financiación. Pero el atractivo de negociar con el hombre más rico del mundo, en la que podría ser la compra más comentada del año, superó el hecho de que haya dicho abiertamente que no le importan los asuntos financieros de Twitter, según los banqueros.

"Existe un deseo de prestar [capital] a una personalidad como Musk porque los bancos tienen un ojo puesto en el hombre y sus negocios [por Elon Musk y sus múltiples empresas]", comenta uno de los banqueros que aprobó el préstamo. Estos préstamos comprenden aproximadamente 12.200 millones de euros de la financiación de la deuda, a los que hay que sumar 19.700 millones de euros de Musk en acciones, y otros 11.700 millones de euros a través de un préstamo de margen que está garantizado en parte por sus acciones de Tesla.

Es una historia tan antigua como propio tiempo en Wall Street. Los bancos aprovechan sus balances para prestar miles de millones de euros a las empresas con la esperanza de formar parte del próximo gran negocio lucrativo.

Y Musk ofrece muchas posibilidades de pago para Wall Street.

Es dueño del fabricante de vehículos eléctricos Tesla, que tiene un valor de mercado de más de 852.000 millones de euros, y un participante activo en los mercados de capitales. Es dueño de SpaceX, que se valoró en 94.000 millones de euros el pasado octubre, y podría salir a bolsa algún día, y dirige The Boring Company, una empresa de infraestructuras valorada en más de 4.700 millones de euros. 

Pero en el caso de Twitter, los bancos se están exponiendo a una empresa que carece de flujo de caja libre y que perdió 208 millones de euros el año pasado. También están colocando su dinero en un comprador que se arriesga a alejar a los anunciantes y, por tanto, a los futuros ingresos. Sus planes para defender una mayor libertad de expresión en Twitter podrían provocar que la plataforma reactive las cuentas de figuras controvertidas como la congresista estadounidense Marjorie Taylor Greene, del Partido Republicano, y dejar a Twitter expuesto ante posibles mensajes de odio.

En pocas palabras, esto es a lo que se enfrentan los banqueros que han prestado dinero a Musk:

Un acuerdo valioso, pero difícil de vender

Además de la promesa de Musk de aportar 19.700 millones de euros en capital, los bancos de Wall Street —desde Bank of America hasta el francés BNP Paribas y el japonés Mizuho— han aportado aproximadamente 23.500 millones de euros en deuda.

Si bien es una victoria para estos bancos el hecho de haber llegado a un acuerdo liderado por Musk, todavía tienen que sacar de sus balances más de 9.400 millones de euros de esta deuda. Tendrán que vender la deuda a inversores institucionales en forma de bonos de alto rendimiento y préstamos apalancados.

Un posible obstáculo para ello es que Musk, hasta la fecha, ha proporcionado poca información material a los inversores sobre cómo pretende mejorar las deficitarias finanzas de Twitter, y en su lugar se ha centrado en articular su discurso en torno al aumento de la libertad de expresión en la plataforma.

"Es un acuerdo prestigioso y, obviamente, Musk es un tipo al que se quiere tener en buena estima. Pero va a ser un acuerdo difícil de vender a los inversores porque Twitter no genera ningún flujo de caja libre", explica un segundo banquero que no ha querido participar en el préstamo a plazo.

No ayudará a los bancos el hecho de que los analistas ya hayan descrito la compra como un mero pasatiempo de un multimillonario.

En el podcast de NPR Marketplace Morning Report del pasado martes, el profesor Erik Gordon, profesor asistente de la Escuela Ross de la Universidad de Michigan, calificó el acuerdo como un "yate de 41.000 millones de euros".

A pesar de la opacidad de Musk en torno a cómo pretende aumentar su gigantesca cifra de capital y convertir a Twitter en una empresa que genere beneficios, ha sugerido algunas formas de recortar costes en la empresa, como reducir los salarios de los miembros del consejo de administración a 0 dólares, una medida que reduciría los costes anuales en 2,8 millones de euros.

Y a nivel interno, un ingeniero de aprendizaje automático de Twitter ha dicho a Business Insider que la adquisición de Musk podría ser buena para la empresa porque es pragmático y entiende de tecnología.

Los banqueros que apoyan la operación también han señalado que el saldo de caja de Twitter, de 6.000 millones de euros el año pasado (un descenso interanual del 14,4%), era suficiente para atender el pago de la deuda de la empresa durante los próximos cinco a siete años (la vida de un bono de alto riesgo y un préstamo apalancado suele ser de siete u ocho años). Esto es reconfortante para los inversores que puedan estar recelosos de si recuperarán o no su dinero si compran la deuda de un Twitter liderado por Musk. 

Un banquero también destaca la cuantía del cheque que aporta el propio Musk como una fuerte señal del compromiso del fundador de Tesla para mejorar las finanzas de Twitter.

"Esa una señal increíble, el cheque de 21.000 millones de dólares es uno de los mayores que he visto nunca", comenta este banquero. "A los inversores les gustará el seguro de tener un padrino con tanto dinero".

El consejo de administración de Twitter inicialmente no quería vender a Musk e incluso implementó la llamada píldora venenosa para mantenerlo a raya. Sin embargo, en cuanto Wall Street le apoyó, no tuvieron más remedio que bajar el puente levadizo y dejar que se hiciera con el castillo.

Según Dan Ives, analista de investigación tecnológica de Wedbush Securities, los esfuerzos por encontrar un inversor de capital privado alternativo a Musk no dieron resultado. Y los asesores de Twitter, incluidos Goldman Sachs y JPMorgan, dijeron a la empresa que probablemente no conseguiría un precio mejor que la "mejor y definitiva" oferta de Musk, de 54,20 dólares por acción.

El acuerdo podría tardar seis meses en cerrarse, según explicó Twitter en un documento presentado a última hora del martes en el que reveló una cláusula de rescisión de 1.000 millones de dólares si cualquiera de las partes se echa atrás, que incluye incluso el hipotético caso de no conseguir financiación suficiente en el caso de Musk.  

Una vez se cierre el acuerdo, debería ser rápidamente amortizado por los bancos de Wall Street que asesoraron a Twitter. Goldman, JPMorgan y la firma Allen & Co., junto con los asesores de Musk —Morgan Stanley, BofA y Barclays— pueden ganar hasta un 3% del valor del acuerdo en comisiones, según los banqueros.

"Para los bancos, son ingresos y prestigio", ha explicado un banquero que participó en la transacción. "Es un acuerdo con el que estamos orgullosos de estar asociados".

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